Por: Mateo Rangel y Daniel Salas
Por: Mateo Rangel y Daniel Salas
Hace años, no se veía muy predominante la charla de la salud mental. Hoy en día, es uno de los temas más importantes que hay. Muchas personas que argumentan que no se presentaban las enfermedades ni las estadísticas de suicidio que se registran, sino que empezaron a aparecer en esta última década. Y si bien es cierto que las estadísticas antes eran más bajas, podemos asumir que la razón de esto no es algo nuevo. Se había dejado tan de lado a la salud mental, que ahora que si es tomada en serio es cuando más nos damos cuenta del terrible estado en el cual hemos habitado ya durante un buen tiempo.
En la actualidad, la salud mental ha tomado gran relevancia debido al preocupante aumento de casos de intentos de suicidio, especialmente en los jóvenes. Diversos factores pueden contribuir a esto, como la crisis económica, el crecimiento de las redes sociales y la dependencia a ellas y el impacto de la pandemia Covid–19. De acuerdo con datos recopilados por el Instituto Nacional de Salud, en los últimos cinco años, los intentos de suicidio han mostrado un incremento notable, reflejando las deficiencias en los sistemas de atención en torno a los intentos de suicidio y la urgente necesidad de fortalecer los programas de salud mental en el país.
La tabla muestra que el 2020 fue el único año donde disminuyó el número de intentos de suicidio, pero pese a haber un decremento respecto a los años anteriores, según datos del Sistema de Vigilancia en Salud Pública, hubo un aumento en la tasa en mujeres de 60 a 64 años y en hombres mayores de 65 años. De esta forma, se puede apreciar que en los adultos mayores fue más complicado el confinamiento y el aislamiento por la pandemia del Covid-19.
Se ha vuelto un constante conflicto encontrar las maneras y palabras adecuadas para controlar algo tan delicado e indomable como lo es el cerebro humano. Es impredecible y puede hacer que una persona se sienta incapaz de vivir, llevándola a tomar la decisión de quitarse la vida. Muchos medios nos muestran todos los días las tragedias que las mentes les causan a las personas y a sus familiares. Como si fuese un tipo de fuerza invisible con la cual no se puede pelear, sino solo ver su destrucción. Sin embargo, existen maneras de combatir estos sucesos al entender que la mente humana no es solo capaz de cometer actos atroces, sino de empujarse a sí misma para escapar de estos mismos.
Un caso de superación es el del joven Steve Carroll, quien intentó quitarse la vida hace unos años tras una ruptura amorosa. Este habla del poder que un solo acontecimiento puede tener en la vida de los jóvenes. Al estar internado en un hospital, Steve fue capaz de mejorar y hasta escribir un libro. Los medios llegan a cubrir la historia hasta el atentado contra su vida, pero el resto de la historia vale la pena contarla para demostrarnos lo lejos que puede uno llegar cuando pensamos que ha tocado fondo.
Una manera de batallar contra este fenómeno, cómo lo indica el profesor de Psicología de la Universidad del Norte Jean David Polo, es enfocarse no solo en el aspecto negativo que tratar la salud mental puede ofrecer, sino también en el tratamiento y lo positivo que cuidar de esta también conlleva, “Hoy por hoy las teorías de la salud mental están apostando más a buscar factores protectores, por ejemplo, la felicidad, el desarrollo, la creatividad, porque por mucho tiempo se ha centrado más que todo en la valencia, en la carencia, por ejemplo, la depresión, la ansiedad, de los índices de suicidio… Eso no está mal, eso hay que estar pendiente y monitoreando. Sin embargo, quedarse en eso pues no me da respuestas.”
Adicionalmente, mencionó que, “¿De qué me sirven últimas a mí saber que hay una tasa de suicidio brutal en Colombia? Tengo que ver qué cosas, qué factores me pueden a mí ayudar a mitigar ese tipo de condiciones.”
Y es esto mismo lo que incitó Sivigila al presentar los datos sobre los intentos de suicidio en cada departamento del país en los últimos cinco años. En estos se aprecia que, Antioquia se encuentra en primer lugar con diferencia del resto, le sigue Valle del Cauca, Bogotá como la única ciudad que aparece en la lista, Cundinamarca y Atlántico. Sin embargo, en comparación con la cantidad de habitantes que tiene cada departamento, Vaupés, Risaralda, Caldas y Quindío son quienes tienen más intentos de suicidio. Esta situación evidencia que los intentos de suicidio no siempre se correlacionan directamente con el tamaño poblacional, sino que pueden estar influenciados por factores como los niveles de estrés asociados con cada contexto regional. En departamentos como Vaupés y Quindío, la prevalencia podría estar vinculada a problemáticas específicas como el aislamiento geográfico o las desigualdades sociales. Estos datos resaltan la necesidad de políticas públicas focalizadas que aborden las particularidades de cada región.
¿Cómo seremos capaces de controlar esta epidemia invisible? Los jóvenes son los más propensos a quitarse la vida pues sus mentes son más moldeables y absorben todo lo negativo que nuestra sociedad ofrece al no tomar en serio la salud mental. Por eso es por lo que existen tantos programas de ayuda para adolescentes y adultos jóvenes, pues es con su generación que aplicará este tipo de enseñanzas cuando tengan hijos. Los adultos mayores y de mediana edad pueden ser un poco más difícil de ayudar pues sus mentalidades ya están bastante decididas. Pero eso no significa que no se pueda ofrecer maneras de mejorar esos traumas sociales y generacionales que pueden llegar a tener. La salud física no es suficiente para mantener un estatus saludable. Se debe prestar atención a lo que otras personas sufren y hacerles saber que quitarse la vida solo traerá dolor a todos los incluidos, y nos hace preguntarnos, ¿qué estamos haciendo mal?.