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Los picós (3)

En el corazón del Caribe colombiano, los hogares picoteros son más que espacios; son refugios de tradición y ritmo. En cada hogar picotero hay objetos que guardan memorias, tesoros que el tiempo no ha logrado borrar. Cada elemento, desde el picó hasta los vinilos que guardan décadas de música, narra una historia única. ¡Te invitamos a explorar en esta guía de una casa de un picotero del Barrio San Pachito!

Mister Rumbero ha acompañado este hogar por décadas y aunque su pintura se ha desgastado con el paso del tiempo, sus colores siguen vibrando, como cada vez que se enciende el picó. Su tamaño es imponente como diciendo “aquí estoy”. Por allá a un lado lo acompañan un cofre, cuyo tesoro es el oro de los picoteros, vinilo tras vinilo la colección se extiende guardando de manera tradicional los clásicos. 

Los tesoros

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Aunque son oro musical, ya no brillan como tal. Sus esquinas ya se despegan, sus colores se ven más apagados y sus pliegues ya no se pueden disimular. Los cables en el piso que, una que otra vez han sido un dolor de cabeza, siguen haciendo montañas enredadas que conectan a Mister rumbero con la consola, la que hace la magia. 

Donde nace la magia

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Claro que cualquiera no puede entender tantos botones. Sube. Baja. A la derecha. No tanto. Un poquito más. A la izquierda. Los más viejos ya tendrán más experiencia y los más jóvenes con su guarapo van aprendiendo poquito a poquito. Como una reliquia, ha presenciado fiestas, artistas e historias. 

Sabor en la sangre

El sabor es algo que no se improvisa y es que un hogar picotero que se respete hace que cualquiera se tire unos pasos, incluso “apretaito en el picó”. Al lado del bordillo, con una buena fría y con el picó a todo tumbal, así se termina la propia antropología picotera. 

Elaborado por: Andrea López y Giovanna Fazzolari