Dentro del Ruido
Por Alejandro Cardiles
Durante los meses de Marzo y Abril, estudiantes de periodismo se adentran en el retrato de confort que han construido de Barranquilla. Uno de sus días de grabación recuerdan y afrontan fragmentos de la realidad de una de las ciudades más folclóricas del proclamado país de los mil ritmos. Junto a ellos, la banda de Rock Mal de Ojo, enfrentan las circunstancias a través de sus letras y ruge dentro de una ciudad ahogada e inconsciente por el bullicio.
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Un domingo de marzo, Barranquilla amanece lentamente y los pájaros chillán junto al trote disparejos de jóvenes y ancianos. Mientras, el motor de los carros y motos resalta sobre el silencio. En Villa Carolina, con la cama cubierta de dispositivos, las sábanas de la habitación se encuentran dispersas; estudiantes se alistan para recorrer la ciudad con las manos repletas: cámaras, micrófonos, trípode, grabadora, documentos de imagen y los indispensables termos de agua. Todos se preparan para la metamorfosis, como turistas, arqueólogos o científicos, cómo documentalistas. Los integrantes de la banda de Rock Metal emergente conocida como Mal de Ojos son sus personajes, sin embargo la ciudad persiste como pilar central. Algunos, ya en el carro, camino al primer destino, con reggaeton de fondo, con cámara en mano, se preguntan qué tanto conocen de la ciudad y qué tanto han ignorado, con la incertidumbre refractada en el instinto cazador de un periodista. Qué tanto se deforma el retrato al cambiarse los lentes.
Ira Collage por Mal de Ojo:
Margaritas plásticas adornan el lugar
El hedor a nostalgia crece en espiral
Al llegar, un altavoz cilíndrico y anaranjado resuena con fuerza entre los vendedores cercanos al museo de arte moderno. Están sentados hablando y echando chisme con sus amigos, otros hablan con sus hijos mientras venden el tinto o una cajetilla de cigarros. Un vallenato inunda el ambiente y enciende el espíritu de los comerciantes. Varios bailan, y algunos solo balancean sus mentes de izquierda a derecha, adentrándose a rincones de su memoria. Entre ellos, uno de los documentalistas rebobina hacia su infancia cuando pasaba visitando el museo, sin embargo una inquietud recorre su cuerpo mientras presencia con más exactitud las cicatrices del desgaste.
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Paredes de concreto se alzan grafiteadas, cristales empolvados arraigados a un olor nauseabundo que no pasa desapercibido ni siquiera por el vallenato de fondo. Alrededor de los escombros vivos del museo moderno, hombres sin hogar riendo y cargando un colchón viejo. Sin embargo, en su mirada se cierne una sospecha territorial, como si ahora mismo, todos estuvieran invadiendo una de las habitaciones de su hogar.
En el frente se desprende una rampa de madera con los tablones rotos y en fuga. Caminando sobre las tablas resuena falta de consistencia. Hasta hace unos meses, otro de los documentalistas recuerda no haber encontrado la rampa tan destrozada. Conforme todos descienden, el hedor se vuelve tan penetrante como el volumen de vallenato. Ya en la parte inferior del museo de arte moderno, ya buscando el origen del olor inconscientemente, a la derecha se encuentra un callejón dominado por una armada de moscas.
Ira Collage por Mal de Ojo:
Las heridas no sanan respecto al reloj
Raíces cobijan bitácoras sin pudor y no
Aquí no hay lugar para ti
La cámara entra en escena. El piso del callejón está repleto de restos de vidrios rotos, basura y escombros. La cámara captura las paredes arañadas y absorbe los colores sobrios del lugar. El vallenato aún sonaba de fondo.
En el corazón del callejón, yacen sobre el suelo heces cubiertas en un halo de moscas. La cámara capta el momento y durante ese mismo instante, un hombre se sienta sobre la pared y empieza a fumar marihuana, pero eso no lo graba. El documentalista en un estado de shock sigue grabando y mientras el vallenato sigue sonando de fondo, de su mente surge una inevitable conclusión de que se encuentran grabando heces humanas.
Ira Collage por Mal de Ojo:
No hay lugar para ti o para mi
El vértigo corroe a quien se atreva venir aquí
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A las doce del mediodía, la segunda parada es el centro de Barranquilla. En las calles abundan las motos, carros y buses como si de una orquesta se tratara. El mercado vive entre el calor exasperante. Las mandarinas, las medias, los calcetines, los cd ‘s de películas, las camisetas del Junior a doble mitad de precio. Los comerciantes compiten contra las bocinas de los coches por ver quienes captan más la atención de las personas.
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El olor a gasolina y el calor del cemento inspira los rostros desinteresados de los caminantes del centro. Cada calle trata de mantener el ambiente con el propósito de promocionar el comercio a toda costa. Desde la plaza Bolívar hasta la iglesia de San Nicolás.
Ira Collage por Mal de Ojo:
Ecos de impaciencia resuenan sin parar
Por todo este collage de ira al que llamas hogar
El recorrido por el centro es lento y asfixiante. Muchas emociones surgen al mismo tiempo. Hay zonas enteramente concurridas y zonas sucias y olvidadas, dónde personas entre sus ropas desteñidas recogen la basura para subsistir. Aún sosteniendo la mirada de sospecha recibida desde los habitantes del museo de Arte Moderno. Los perros y gatos viejos con ligeras marcas expectantes a cualquier rastro de comida desperdiciada mientras el rechinar de los frenos de los se mezcla con la música de las tiendas.
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Ese día, los estudiantes habían pasado más tiempo de lo que alguna vez hubieron estado en el centro. Observando y revisando la vida de las personas con más detalle y comprendiendo las circunstancias que pasaban desapercibidas por un reconocimiento superficial. Muchas veces producto del desinterés por las ocupaciones del día a día, o por el apego a la comodidad que tenemos a los lugares que nos encontramos acostumbrados evitando la incomodidad y los problemas.
Ira Collage por Mal de Ojo:
Retazos de poesía cubren cada pared
La señorita en el espejo se pregunta también
¿Quién? ¿Quién mierda eres tú?
Este no es un lugar para alguien como tú
La última parada del día fue la vía 40, donde la grabación y la captación de sonido procedió sin ningún problema y las siguientes zonas visitadas los días posteriores como: Miramar, Villa Carolina o uno de los barrios cercanos a la murillo, tampoco. Sin embargo, desde aquel domingo de marzo la perspectiva que tenían acerca de la ciudad se había distorsionado o seguramente ya no lo estaba.
Ira Collage por Mal de Ojo:
Aquí el odio es la respuesta para cada inquietud
Ya has quebrado el espejo
Ya has quebrado el espejo
Ya has quebrado el espejo
Cynthia Regatica: La esencia rítmica de Barranquilla
Por Natalia Chaves
Barranquilla, la vibrante ciudad costera de Colombia, es hogar de un pulso rítmico único. En el corazón de este latido está Cynthia Regatica, una baterista joven y apasionada que ha dejado su huella en varias bandas locales, incluyendo “Mal de ojo”, “The People” y “Lalywood”. A sus 33 años, Cynthia nos abre las puertas de su trabajo en “Stage Entertainment”, donde comparte no solo su talento, sino también la experiencia de una comunidad musical emergente que ha forjado en este lugar.
Un recorrido desde la infancia
Nacida en Barranquilla el 17 de marzo de 1991, Cynthia mostró desde temprana edad su interés por la música. En el bachillerato, participó activamente en actos cívicos y fue miembro de la orquesta del colegio. En la universidad, su interés por la música rock se consolidó y comenzó a formar parte de bandas, explorando su pasión.
Halloween y Stage
El papel de Cynthia en la música local se extiende más allá de las notas y acordes. Como parte de su vida en Barranquilla, Halloween se convierte en una oportunidad para que los músicos locales celebren su arte en comunidad. Cynthia nos cuenta cómo los “toques” o fiestas en la ciudad se transforman en eventos llenos de energía y creatividad, con bandas como “Mal de ojo”, “Los Satanik” y “Senderos” reunidas para ofrecer una experiencia inolvidable.
Estos eventos se han convertido en una tradición para la comunidad, donde la música se fusiona con disfraces y el ambiente festivo de la ciudad. Cynthia recuerda especialmente uno de los Halloween más memorables en el lugar conocido como “Calabozo”, donde seis o siete bandas tocaron una tras otra en un salón lleno, creando una atmósfera única de celebración.
Stage Entertainment: un hogar para el rock Barranquillero
“Stage Entertainment” no es solo un lugar para ensayar; es un punto de encuentro para músicos de todas las edades y géneros. Cynthia comparte cómo este espacio se ha convertido en un refugio para bandas emergentes, proporcionando un entorno propicio para la creatividad y la colaboración.
Cynthia relata cómo “Stage” surgió por su deseo de contar con una sala de ensayos adecuada en la ciudad, ya que las opciones disponibles no cumplían con sus expectativas. Ahora, “Stage” es un epicentro de la música local, donde las bandas se reúnen para ensayar, compartir ideas y forjar amistades.
Una comunidad unida
La pandemia presentó desafíos para la comunidad musical, pero Cynthia destaca cómo “Stage” se adaptó para seguir siendo un lugar de encuentro seguro. Durante los tiempos más difíciles, los músicos visitaban las instalaciones individualmente para practicar y mantener vivo su espíritu.
Inspiraciones y legado
Cynthia encuentra inspiración en su propia determinación y en el ejemplo de su madre. Su objetivo es crear un legado musical que perdure, permitiendo que las generaciones futuras disfruten de su música. A través de su trabajo en bandas como “Mal de ojo”, “The People” y “Lalywood”, Cynthia busca contribuir al enriquecimiento de la escena local.
Cynthia se enorgullece de su contribución al crecimiento de “Stage Entertainment” como un escenario nacional y local del rock. Ella confía en que, con disciplina, puede afrontar cualquier desafío y alcanzar sus metas.
En resumen, Cynthia Regatica es mucho más que una talentosa baterista; es un pilar de la escena musical de Barranquilla. Su dedicación y amor por la música han ayudado a fortalecer una comunidad vibrante y unida que continúa creciendo y evolucionando. Gracias a personas como ella, la música sigue siendo una parte esencial de la identidad de la ciudad.
Christian Medina, la melodía de la vida entre el rock y el Caribe
Por José Alejandro Pareja Galindo
En el vibrante universo de la música en Barranquilla, la figura de Christian Medina se eleva como un testimonio de pasión y versatilidad dentro del rock barranquillero. Guitarrista de la banda de blues The Satanic Majesties Request, Christian es un artista cuya esencia trasciende la escena musical, fusionando los ecos de su vida en el Caribe con el alma indómita del rock.
Con una peculiar visión agridulce del rock en la ciudad, Christian se sentó a charlar conmigo sobre su carrera musical que comenzó a temprana edad, con bandas de hardcore punk hasta las profundidades del thrash metal.
Mi primer encuentro con Christian ocurrió en el marco del rodaje del documental titulado “En la pretina”, inspirado por una canción de su banda. Desde el primer momento, quedó claro que Christian poseía una gran habilidad para romper el hielo con una actitud cálida y amigable. Aunque la atmósfera del lugar estaba marcada por la tensión y los nervios de un primer día de rodaje, él mostró una disposición abierta para conversar y colaborar en el proyecto.
El arte como legado familiar
Aunque no proviene de una familia de músicos, Christian creció rodeado de casetes y discos de rock en casa, herencia de padres melómanos. Fue esa mezcla de sonidos la que despertó su interés por la música desde joven, cuando se sumergió en el arte de la guitarra influenciado por grandes como Jimi Hendrix y Keith Richards.
Explorando estilos: del punk al thrash metal
Christian ha vivido intensamente la escena musical underground, desde su temprana incursión en una banda de hardcore punk llamada “Tu Mamá”, que recordaba con emoción en su voz, hasta tocar la batería en una banda de thrash metal llamada “Cerberus”. Señalaba que estas bandas consistían en personas mayores que él, pero todos lo trataban con cariño y respeto. Comparaba sus inicios musicales con la película “Rodrigo D. No futuro”.
Fusiones y conexiones: Cine, salsa y rock
Mientras buscaba un encendedor para su cigarrillo en el patio de su casa, Christian me comentó que ha estado escuchando salsa, influenciado por una película de 1972 llamada “Nuestra Cosa Latina”. Junto a su banda, ha intentado incorporar estos sonidos en su estilo recientemente.
La realidad de ser músico en Colombia
A pesar de los desafíos de hacer música en Colombia, Christian ha logrado grabar varias veces en estudios profesionales gracias a productores que han creído en su talento. Sin embargo, reconoce que la carrera musical en el país es una batalla constante, donde la paciencia y el apoyo son esenciales.
Christian Medina en vivo: la conexión con el público
Para Christian, tocar en vivo es una experiencia única basada en la conexión con el público. Valora los momentos en que los espectadores se sumergen en la música y disfrutan de la energía del show. Sin embargo, ha notado un cambio en las expectativas del público en los últimos años, lo que ha llevado a la banda a ajustar su enfoque en los espectáculos.
El futuro: un músico y estudiante de Derecho
Mientras continúa su camino en la música, Christian también estudia Derecho. Aunque no es su verdadera pasión, considera la carrera una opción sólida para su futuro. A pesar de los retos, su dedicación a la música permanece inquebrantable.
Christian Medina encarna la esencia de un artista comprometido con su arte y un entorno lleno de contrastes. Aunque menciona que el auge del rock parece venir en olas y que no se nos debe subir a la cabeza el momento actual, parece confiar en que la música continuará floreciendo y evolucionando en Barranquilla.
El coraje de seguir el ritmo
Escrito por: Valentina Álvarez, Nellvis Acevedo, Sergio Rodríguez, Alejandro Cardiles, Mauricio Brochet y Andrea Arce.
Todo artista que tenga el coraje de seguir el ritmo de su música carga consigo una mochila llena de obstáculos, metas y sueños.
El señor Gabriel, la banda de Rock emergente, Antropófagos, y Beéle son unos de los cuantos artistas barranquilleros que llevan esta mochila al hombro con orgullo, aun cuando no todos logran soportar el peso que trae con ella.
En la vida hay aspiraciones que no se cumplen y ambiciones que se quedan en el camino. Gabriel De Jesús Arce fue un niño con alma de artista, que creció para convertirse en un joven con sueños evaporados, pero que, hoy es un hombre satisfecho en su tarima personal.
Desde sus quince años su mayor anhelo fue la música, cuando descubrió a su eterna amante, la trompeta, que resonaba arrebatada por los pasillos de su hogar. Su sonrisa y emoción son efusivos, se fortalecen mientras narra cómo
lo mandaban a dejar de hacer tanto alboroto. Esa pasión, sin embargo, tendría resistencia. La probabilidad de que su padre aceptara que se dedicara a la música era la misma de que llovieran perros y gatos.
Para alguien que vivía en el “Hotel Mamá”, ser músico sí era una posibilidad, ya que mucho ganaba y poco gastaba. Claro que, si vas a preguntarle al hombre con tres hijos que ganaba lo mismo que el señor Gabriel a sus 16, no dirá lo mismo. Aun así, al igual que su carrera profesional en la música, su vida de rey se quedó en sus 16 cuando tomó la decisión de no dedicarse a la música.
Su sonrisa decae al igual que su postura en el sillón. Abre la boca para hablar, pero las palabras no salen. A sus 30 años, el señor Gabriel tuvo un accidente automovilístico que lo dejo postrado en una cama por meses. Los doctores le dijeron que sus probabilidades de volver a caminar eran casi nulas, igual que las probabilidades de que su padre le permitiera dedicarse a la música hace 14 años.
Aprender a caminar nuevamente no fue tarea fácil. Sentía como la vida iba más lenta, así como cuando se debe sostener la respiración y se descubre cuánto realmente dura un minuto. Estaba sin trabajo, con pocas posibilidades de empleo y su cuerpo no funcionaba como antes. Era una máquina que estaba en función de sus sueños, era su energía que había perdido con los años y ahora, el mecanismo se había roto. Los engranajes se oxidaron y las piezas no funcionaban correctamente, sin embargo, la energía, esos sueños por la música, volvieron a él.
Al contrario de lo que pensaría la gente, lo primero que hizo al liberarse de la cama a la que estuvo amarrado meses fue comprarse una trompeta. Él estaba decidido: “Yo no me voy a morir sin volver a tocar la trompeta.”
Al segundo que recuperó su sonrisa, comenzó a hablar sobre sus dos hijas corriendo por los pasillos de Bellas Artes. Ellas lo acompañaban a tomar sus clases mientras su esposa trabajaba. Pero ese recuerdo desalojó su mente. Entre el trabajo, su carrera musical y su familia, necesitaba dejar en claro sus prioridades. Dejar la carrera fue una cuestión de seguridad: o trabajaba para comer o vivía para soñar.
El panorama era difícil y ser músico no era rentable. Una realidad que muchos aspirantes a músicos viven en Colombia. Una noche de música, pasión y cantos que podían resonar entre las paredes podía ser mal remunerado.
De acuerdo con cifras de tusalario.org, un músico profesional puede aspirar desde 1 a 6 millones de pesos. Según Don Gabriel, esas “aspiraciones” no son más que embuste. Por noche, pueden ganar una botella de trago y 100 mil pesos. Si cuentan con suerte y un título, entre 300 a 400 mil pesos y los que podrían aspirar a más son aquellos que deciden ir por el camino de la docencia, ganando un poco más para sustentarse.
Según un artículo de elpais.com.co, los músicos que deciden ser docentes pueden ganar entre 1 millón 700 mil y 3 millones 100 mil. Sin embargo, el sueño de algunos no está ni cerca al de ser un maestro.
Puede que la música lo haya dejado a él, pero Gabriel Arce nunca dejara la música. “Es como aprender a leer, tú empiezas a leer las primeras palabras, después ya formas sílabas, después haces oraciones. Cuando ya tienes un buen vocabulario, dices: ‘voy a hacer una conversación’. Eso es la música.”
Sin embargo, los verdaderos conocedores son igual de escasos que las oportunidades de apoyo para los jóvenes en Colombia.
“Ojalá lleguen”, es lo primero que dice sobre los 1,500 millones de pesos que el Distrito de
Barranquilla le metió al Portafolio de Estímulos este año. “Ojalá esa plata llegue a donde debe
llegar, porque el problema es ese. Si lo maneja la parte política, normalmente no llega al destino.”
Como sucedió con el Portafolio de Estímulos Germán Cantillo 2022, en la que más de 400
artistas exigieron una rendición de cuentas pública, porque no hubo un comunicado oficial en el que se les avisara de su cancelación.
– ¿Participaste en el portafolio de estímulos del año pasado?
– Sí, pero eso siempre desaparecía o no se lo ganaba nadie, eso siempre es así. Dijo Flavio, bajista de la banda Antropófagos.
La Alcaldía respondió que dicho portafolio fue cancelado por falta de recursos durante ese periodo.
Por el año 2022, cuando los establecimientos comerciales empezaban a operar completamente después de los estragos que instauró la pandemia del COVID-19, se abrió una convocatoria en un bar. Buscaban artistas y bandas de Rock para tocar en una sesión de micrófono abierto. Un muchacho, una idea y ninguna banda vieron una oportunidad.
– Hey mani, inscríbeme ahí.
– ¿Vas a ir tú solo, o vas con una banda? -le respondió el responsable de enlistar a los participantes-
– No, no, voy con una banda.
– Bueno, necesito el nombre.
– Me puedes ayudar ahí con eso, es que todavía no lo hemos pensado.
Paso un rato mientras pensaban y rechazaban entre sí varios nombres, con la impaciencia al tope.
– ¿Qué tal… Diavola?
– Dale, dale, ese.
Aquella noche, una banda sin integrantes había nacido. Roberto, Flavio, Luigi y Dan forman parte de esos artistas jóvenes que desean dejar de jugar a ser estrellas, para empezar a serlo. Ese fue el inicio de su banda, Antropófagos
Tenía una sonrisa de punta a punta que quedaba a juego con su cabello rubio apompado, parecido a la melena de un león. Al contrario de sus zapatos, cubiertos debajo de sus jeans bota ancha. Estos eran unas converse blancas con rayas negras, similares a una cebra.
A pesar de que su apariencia y personalidad gritaban: “locura”, su pierna que se movía sin parar y su voz que no producía ningún sonido ante las preguntas personales decían lo contrario.
– ¿Para ti qué es la música, qué ha hecho la música en tu vida?
– Joda, me la pones difícil, no sé qué decir
– No tiene que ser algo superprofundo, la música no significa lo mismo para todos.
– Es un escape. O sea, me siento bien, ya
– ¿te gusta?
– Sí, o sea, me fascina desde pequeño.
Sí, ese era Berto, guitarrista y primer integrante de Antropófagos.
“La realidad no es un espejo, sino un martillo para moldearla” decía Flavio citando a Berltolt Becht. Uno de los tantos escritores por los que se mostraba enamorado, mientras explicaba lenta pero entusiastamente sus perspectivas sobre el arte y la música.
– Eres muy culto en cuanto a literatura, ¿es algo de todos o solo tuyo?
– No, es algo propio mío, yo quería vivir de escribir.
Flavio es el bajista, pero desde antes, es un artista renacentista atrapado en el siglo XXI. Participó y todavía lo hacía en varios concursos con sus escritos. Algunas veces tomaba parte de conversatorios en los bares, sobre filosofía, literatura y poesía. La mayoría de los libros que compraba eran de segunda mano, en puestos enanos y casi ambulantes de la ciudad de Barranquilla, y entre una de sus constantes compras, escudriñando, encontró al Manifiesto Antropófago del poeta y ensayista brasileño, Oswald de Andrade.
En la construcción de una banda eran indispensables: su nombre, su significado, y su esencia. Él lo tuvo claro luego de haber absorbido como una esponja las ideas de Andrade. Necesitaban otro nombre. Quería hacer de su presencia más que una palabra. Las conversaciones sobre el nuevo nombre del grupo no eran prometedoras al principio, pero terminaron adoptándolo.
Desde ahí, la banda comenzó a planear su vestuario, las temáticas y el concepto que manejarían. Hacer teatro, a veces enunciar poemas o tocar un cover de alguna canción de una forma poco tradicional, para consolidar cada vez más su imagen. Su primera canción, aún no publicada, tiene el nombre de “Antropofagia”, en honor al manifiesto.
Las anécdotas iban y venían al igual que la voz de Flavio. A medida que la entrevista tomaba otros rumbos, con el tiempo, la mente del bajista hacía lo mismo. Desapareciendo dentro de su teléfono, pero siempre uniéndose a las risas e historias.
Tarde, pero llega. Dan abre la puerta. Sus cabellos largos, camisa estampada y pantalón vaquero le dan un aspecto diferente y, aun así, familiar con las ropas del resto de la banda. El
espacio era un pequeño estudio del cual solo cabían seis sillas, pero ya repleto con ocho personas dentro. Va y se acomoda en la mecedora que aguardaba por él y se adapta rápidamente al ambiente amistoso que rondaba en el aire.
Las rondas de preguntas inician y casi siempre es el primero en responder, junto con Luigi, el vocalista. Advierte que antes de entrar a Antropófagos ya contaba con un pasado musical. Ya formaba parte de otra banda como baterista, sin embargo, no se encontraba muy satisfecho con su situación. En aquel tiempo, Berto, Flavio y otro muchacho, de igual forma, mantenían las puertas abiertas para darle un nuevo rumbo a su carrera.
No demora en tomar confianza y empieza a hablar sobre la música como la droga actual de su vida. Cada palabra que brota de su boca al hablar de su sueño y de sus colegas refleja la madurez adquirida tras su arduo recorrido. Desde que era muy pequeño, participando en el coro de su iglesia hasta ahora, en sus 22 años, formando parte de Antropófagos.
La banda ya estaba completa o eso creyeron en aquella época, hasta que llego Luigi. Una invitación por parte de Flavio a verlos ensayar en casa de Berto fue la pieza final del rompecabezas, solo todavía no se habían dado cuenta.
Sus futuros compañeros lo sabían. Él es alguien preparado para explotar su pasión, con la experiencia y determinación necesaria para brillar. Desde pequeño amaba la música, de todo
tipo, apoyado y guiado por su madre. Su aparición en La Voz Kids es solo uno de los tantos argumentos que carga en su trayecto musical.
Las faltas continuas y la escasez de compromiso por parte del vocalista anterior fueron el punto de inflexión para que la banda tomara la decisión de sacar al antiguo integrante y unir a Luigi a la banda para, por fin, contar con el rompecabezas completo.
“El muchacho (antiguo vocalista de la banda) andaba más pendiente a eso (las drogas) que, a la música, entonces no teníamos un sentido ni un propósito. Por esa razón decidimos darle el lugar a Luigi, que es una persona completamente excepcional en lo que hace” explica Dan.
Sus prendas para la entrevista son elegantes y modificadas a mano, sin perder los lineamientos estéticos de una estrella de rock pesado. Responde a cada una de las preguntas sin trabas en la lengua y con un tono de voz moderadamente alto, aun así, mantiene una postura relajada, acostado en la mecedora, como si esta entrevista fuera algo de todos los días.
Puede que Luigi haya sido el último integrante de la banda, pero definitivamente llego para quedarse.
Al frente de los reflectores, el público puede gritar, cantar, aceptarse, rebelarse; ser fanáticos y desconocidos, vinculados por el gusto adquirido. Pero Barranquilla es un lugar lleno de prejuicios.
La puesta de Rock Barranquillera había estado dormida durante mucho tiempo. A la salida de la pandemia del COVID-19, los artistas, agrupaciones musicales, establecimientos y el público de rock alternativo empezaron a resurgir. Dan y Luigi hablaban de cómo el género era y ha seguido siendo reducido a satanismo y herejía, cuando en esencia es pura rebeldía.
Antropófagos tiene bien estipulado su significado, propósitos y estética. Buscan construir un movimiento cultural asentado en su coherencia con cada parte de sí mismos. El largo de los
cabellos, chaquetas decoradas, croptops, pantalones anchos, además de la implementación del maquillaje inspirado del movimiento Glam son los símbolos con los que cargan su mensaje.
Sin embargo, para muchos, este movimiento cultural es disfrazado en una etapa vulgar utilizada como cebo para ir en contra del sistema.
No hay nadie en la banda que no haya recibido un “Mamalinda” o un “¿quién clava a quién?” Flavio recibía de vez en cuando piropos para luego asustarlos con un grave “hola”. Berto terminó por acostumbrarse, y a Luigi casi lo echaban del baño de hombres. Para las calles de Barranquilla solamente eran mujeres a las que coquetear o maricones a los que insultar.
Con su banda, buscan representar una rebelión ante los sistemas y mecanismos sociales tradicionales para con eso conseguir un cuestionamiento asentado desde las raíces del Rock y el Metal.
Ser artistas musicales es un camino inundado de murmullos y críticas, pero su pasión los mantiene a flote. Un instrumento por el que retumban sus quejas y enfrentan ansiedades. La música es su descarga, su escape.
“A mí la música me salvo la vida” afirma el baterista de Antropófagos. Según un estudio de la
Universidad de Westminster “Can Music Make You Sick?”, el 71% de los artistas musicales
sufrieron de ansiedad o depresión.
El psicoterapeuta, Álvaro Sánchez, afirma que uno de los aspectos que puede afectar a la mentalidad de un adolescente deseoso de la música puede ser el mismo valor que le da el país a sus ambiciones. “Se le ve como algo muy bajo, muy consumista, y en esta sociedad tan materialista no se le da importancia al arte”.
El programa de televisión Ruido Caribe es una de esas oportunidades exclusivas donde muchos piensan que la única manera de abrir esta puerta es a través de la rosca. Para una banda que acababa de empezar, formar parte de este programa era algo lejano y, aun así, les cayó como anillo al dedo.
Le pueden llamar destino o tiro de suerte. Faltando 3 días para la grabación del programa, la banda fue contactada para presentarse bajo el foco de todos, después de haber sido rechazados días antes por falta de cupos.
Pero la suerte solo ayuda a los que la reciben dispuestos a tomar el impacto. Puedes tener toda la fortuna del mundo, pero si no estás preparado para usarla, no es más que una estrella fugaz que se va en un abrir y cerrar de ojos.
Brandon de Jesús López Orozco, mejor conocido como Beéle, fue una de esas personas dispuesta a recibir el impacto preparado para usarla.
Él se sentía diferente. Sabía que era diferente. Donde puso el ojo, puso la bala y su video debut Loco le dio su primer hit a tan solo 16 años. A sus 20, logró trasladar esa oportunidad dorada a 16.2 millones de oyentes mensuales y alrededor de 700 millones de reproducciones en Spotify.
Su pelo rosado fosforito y su físico, ahora esbelto, chocan con la imagen con la que llegó al estrellato hace 4 años. La transformación física no parece haber cambiado su pasión por el arte, esa misma pasión que le dio Loco.
“Lo preparé (Loco), lo hice con amor, es como ‘hacer panes’ ¿Si me entiendes? Si eres un panadero, tú disfrutas también como la gente está disfrutando tu pan, ya que lo haces con mucho amor, le dedicas el tiempo.”
Desde su hogar en el centro de Barranquilla, cerca del estudio de grabación, Beéle estaba sentado en una silla de plástico. Vestía una camisilla que permitía ver sus brazos tatuados, junto a unas gafas oscuras que lo escudaban de la molestia que trajo la celebración del premio Barracas de San Nicolás el día anterior, esta conmemoración es presentada por la ciudad a gente que pone el nombre de Barranquilla en alto.
Desde ese momento inicio su carrera musical. En vez de pasar de voz a voz, bar a bar, Beéle se abrió paso directamente en el mundo digital. Aun así, Beéle sigue las pisadas plantadas por los ideales con los que creció en su tierra: relajado, original y emocional. Brandon López le atribuye al sabor de su tierra la creación del artista que se forma dentro de él.
“No me dejaba guiar por vivir en un cuadrito, siendo un ciudadano más. Siempre desde pequeño puedo decirte que me sentí diferente. Siempre.”
Brandon ahora mismo es una de las voces que inspira el futuro de la música en Colombia. Es el póster del camino al estrellato en la nueva era digital.
Se escuchan niños jugar por los pasillos de una casa que es sorprendentemente simple en comparación al personaje que la habita. Claro que para alguien que pasa la mayor parte de su tiempo de gira o en su estudio, no sería sorprendente que solo fuera un espacio para llegar a dormir.
La actitud de Brandon López al hablar de su carrera musical es similar a la brisa que lo arrullaba en el patio trasero de su casa, pacifica, fresca. Esto contrasta con la realidad de la mayoría de
los músicos que se embarcan en la misión de llegar a la fama, según datos de W radio, por cada 4 millones de personas que buscan el estrellato, solamente 20,000 lo logran, menos del 1%. Tal vez la tranquilidad que emanaba del artista era reflejo de saber y sentir que forma parte de ese exclusivo grupo.
Según productor musical y colaborador frecuente de Beéle, Felipe Luque, conocido como Soundbwoy, estamos en la era donde es más fácil empezar a hacer música por las herramientas tecnológicas y la reducción o eliminación del costo de entrada, pero a la vez, estamos en la época más difícil para resaltar. Existe una saturación que solo deja a los más únicos, a los más inteligentes o a los mejores conectados llegar a la cima.
-¿Qué es llegar a la cima musical para ti?
– El éxito musical para un artista es estar completamente tranquilo, que tenga una fanaticada que le gusta lo que hace, que se identifican con las cosas que hace (…), no es solo el éxito monetario.
Para muchos artistas el camino a este pico profesional tiende a ser largo y arduo, lleno de experiencias que construyen su personalidad hasta el punto donde su arte se vuelve un reflejo de sí mismos, como cicatrices de lo que pasó, un viaje de autodescubrimiento.
Loco es la canción que, según Beéle, lo identifica completamente. Fue en ese momento en el que, para él, se cerró un ciclo. Desde que empezó a los 12 años, desde que empezó Bellas Artes, desde que empezó a escribir, a explorar, a entrar a los estudios: todo fue un proceso. Para el artista que crecía dentro de él, todo se trata de cerrar ciclos.
“Me ha dado tanto (la música), tanto amor de gente de muchos países que no esperé que a esta corta edad visitara o tocara esos lugares del mundo.”
Hay artistas que se quedan en eso, la sombra del artista. Hay artistas que buscan ser estrellas. Y hay artistas que logran ser
El género que llegó a la ciudad entre las décadas del 60 y 70 hoy en día se ve en el aparente ocaso de su popularidad siendo superada de manera abrumante por el resto de géneros musicales, al menos en el contexto radial de la ciudad.
Esta situación ha dificultado el trabajo de las personas que viven del género y para agudizar el problema, ha alejado a las personas de su poderoso mensaje de cambio y hermosos sonidos.
Para comprender mejor esta situación se recurrió a una variedad de fuentes de datos, como lo son la ubicación geográfica de las emisoras que prestan el servicio de Radiodifusion Sonora Comercial, Comunitario o de Interés Público en Colombia de la página del ministerio de tecnología y comunicaciones para corroborar el número total de emisoras que operaba en la ciudad, contando con un total de treinta y cinco: 27 emisoras de tipo comercial, 4 de tipo comunitario y 4 de interés publico.
Con ayuda de la página Radios.com pudimos conseguir el género musical que transmite cada estación. Los resultados difieren un poco entre las fuentes en cuanto al número de emisoras que hay en la ciudad; sin embargo, ambas nos permitieron adentrarnos en la escena del rock en la ciudad.
Al examinar las emisoras de transmisión de música más populares en Barranquilla, nos sorprendimos al encontrar que solo 4 de 35 transmiten música rock.
La lista es la siguiente:
Radio Tiempo, La Mega, Uninorte Fm Estéreo, y Radio Cultural Uniautónoma.
Una cifra preocupante que dicta que solo el 11.43% de las estaciones radiales le dan un espacio a este género para que llegue a sus oyentes y estos tengan la oportunidad de enamorarse de su ritmo y sus sonidos. Lo que representó el rock en su llegada a la ciudad como una música rebelde y contestataria que le dió a Barranquilla un aire nuevo y una nueva perspectiva de la música parece haberse difuminado a día de hoy del oído del ciudadano barranquillero.
A pesar de esta aparente falta de entusiasmo por el rock en Barranquilla, no todo está perdido para los amantes del género. Con el surgimiento de nuevas iniciativas culturales y la apertura de espacios dedicados a la música alternativa, como bares y clubes, podría haber un resurgimiento del interés por el rock en la ciudad. El auge del internet y las redes sociales que vivimos hoy en día también permite que el rock llegue a los oídos de los ciudadanos por otros medios. Darle una mano al género es esencial para su resurgimiento, su aporte artístico a la sociedad y la manera como hace que el oyente se cuestione situaciones son un aporte gratamente recibido y que debe ser prioridad devolver a los oídos del ciudadano barranquillero.
En última instancia, los datos nos ofrecen una ventana fascinante a las complejidades de las preferencias musicales locales en Barranquilla. Mientras que el rock puede estar ausente en la escena musical dominante de la ciudad en este momento, su legado y su potencial perduran, esperando ser descubierto y apreciado por las generaciones venideras.
Para realizar este análisis, se recopilaron datos de las listas de las canciones más escuchadas en Colombia durante el primer trimestre del 2024. Se analizaron las siguientes variables:
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Entrevistador: ¿Cómo crees que la era dorada del rock en Barranquilla moldeó la identidad musical y cultural de la ciudad a largo plazo?
Alfredo Sabbagh: Primero tendríamos que estar de acuerdo en cuál fue esa “era dorada del rock” en la ciudad. Personalmente recuerdo como una gran época los finales de los 80 y comienzos de los años 90, pero antes de esa fecha hubieron otros momentos importantes en los 70, y luego a inicios del siglo XXI se vivió otro momento muy importante. Todos en general han sido o han tenido sus particularidades que los hacen especiales. Me parece que es aventurado decir que se ha “moldeado la identidad cultural de la ciudad” porque la del rock es una cultura marginal que, aunque uno quiera lo contrario, no ha alcanzado a consolidarse lo suficiente como para decir que su influencia es tan notoria.
E: ¿Podrías reflexionar sobre cómo la música rock de Barranquilla de aquella época ha sido recordada o interpretada en la actualidad? ¿Hay mitos o verdades que quisieras aclarar?
AS: El rock local siempre ha sido de nicho. Yo creo sin temor a equivocarme que todos los de la escena rockera de los 70, 80 y 90 nos conocemos. Antes era más difícil acceder a instrumentos y hasta a música. En la ciudad solo había una emisora de música anglo que a veces programaba rock, pero para escucharlo y estar enterado de lanzamientos o bandas nuevas tocaba juntarse con el que llegaba de viaje o el que estudiaba en Bogotá o Medellín, donde la información sí llegaba más rápido. Ahora es, afortunadamente, más sencillo el estar actualizado e incluso el poder atreverse a grabar y componer.
E: ¿En qué aspectos sientes que la escena rockera de Barranquilla contribuyó a cambiar o desafiar las normas sociales y culturales de la época? Y hasta cierto punto, ¿en qué medida consideras que el rock en Barranquilla fue un reflejo de los cambios sociales y culturales de Colombia en general durante esa época? ¿Hay particularidades regionales que lo diferenciaron?
AS: El rock como fenómeno cultural implica una cierta rebeldía y contraposición al orden social establecido. Aunque la medida no sea muy grande, sí podemos decir que su presencia en la ciudad es reflejo de influencias sociales y culturales que responden a los momentos históricos en los que ocurrían. Los 80 y comienzos de los 90 eran más de bandas dedicadas a hacer covers o canciones propias muy al estilo del glam rock que primaba en la costa oeste de los Estados Unidos. Luego, entrando ya a inicios del siglo XXI, encontramos bandas que priorizaron las letras propias de corte un poco más sombrío a la usanza del grunge. Si tenemos que hablar de particularidades regionales, es claro que el rock de Bogotá y Medellín es mucho más agresivo, comprometido socialmente y atrevido que el local. Sin embargo, en el nuestro podemos encontrar virtuosismo, ciertas fusiones percutidas con ritmos del Caribe, y buenos vocalistas.
E: ¿Existían lugares específicos, como bares o clubes, que se convirtieron en puntos de encuentro para los amantes del rock? ¿Cuáles eran?
AS: Recuerdo varios lugares. Un video bar que se llamaba Legs, Licores Fabio, discotecas donde a veces tocaban bandas (Tropique, Sexton), Flashback… pero sobre todo se recuerdan conciertos en parques como el Sagrado Corazón, el desaparecido parqueadero de SAO de la 53, el parqueadero del Romelio, el desaparecido teatro Coliseo en la 43 con 82, el igualmente desaparecido Coliseo Cubierto Humberto Perea…
E: ¿Cómo ves el legado de la era dorada del rock en las nuevas generaciones de músicos y fanáticos del rock en Barranquilla? ¿Qué lecciones o valores crees que deberían preservar?
AS: Yo creo que de las eras doradas hay que rescatar en primer lugar la perseverancia y el seguir intentándolo a pesar de los factores en contra. Esa mística particular que incluso hoy podemos seguir viendo en las bandas de veteranos que se juntan de vez en cuando a tocar es realmente sensacional, y estoy seguro que ha permeado a las nuevas generaciones. Más allá de la calidad interpretativa, el asunto es de atreverse y seguir peleando.
E: Desde su perspectiva, ¿cómo ha cambiado la escena rockera en Barranquilla desde entonces?
AS: Creo que en estos momentos estamos viviendo un buen presente. Hay varios sitios donde escuchar rock en vivo, están saliendo nuevas y buenas bandas… sin duda estamos en una de las crestas de la ola. Ojalá se estire este momento lo suficiente como para dejar huella.
E: ¿Podrías analizar la evolución del estilo musical de las bandas de rock de Barranquilla a lo largo de los años, identificando influencias clave y cambios significativos en su sonido?
AS: Las influencias iniciales vinieron sin duda de los Beatles y los Stones, sin olvidar luego a bandas como Deep Purple, Led Zeppelin o Black Sabbath. Luego llegarían fuertes influencias de la llamada Nueva Ola del Heavy Metal Británico (Maiden, Leppard…) y del glam rock norteamericano (Crue, Poison, Guns and Roses…). La irrupción fuerte del trash con bandas como Metallica, Pantera, Megadeth, Slayer también fue importante. Necesariamente hay que hablar de la influencia del grunge y el nu metal.
E: ¿Qué artistas o bandas internacionales crees que tuvieron mayor influencia en los músicos de Barranquilla?
AS: Creo que están contestadas en la respuesta anterior. Para los rockeros, todo lo que llegaba del rock británico era sagrado.
E: ¿Cómo fue tu primer contacto con la música rock? y ¿cómo percibías la evolución de tu propia identidad o la de tus amigos a través de la música rock? Es decir, ¿cómo influyó en tu visión del mundo?
AS: Mi primer contacto con el rock viene de la mano de un tío paterno que era bajista de una banda local. En casa de mi abuela se reunían a ensayar. Viendo y escuchando me fui enganchando tanto con la música como con la propuesta cultural y manera de entender el mundo que el rock propone. Sin duda creo que el rock hace parte de mi esencia cultural. El rock es la banda sonora de mi vida.
E: ¿Tenías algún ídolo o banda favorita? ¿Por qué?
AS: Uff…. qué pregunta tan difícil… Respeto a muchas bandas y muchos artistas, desde los pioneros que salieron del blues hasta bandas nuevas maravillosas. Tendría que empezar con Elvis Presley, los Beatles, los Rolling Stones, Led Zeppelin, Queen, Iron Maiden, Guns and Roses, Metallica…
E: ¿Recuerda algún concierto o evento en particular que haya sido especialmente memorable?
AS: En lo personal, nunca olvidaré el haber visto a Guns and Roses el domingo 29 de noviembre de 1992 en Bogotá tocar “November Rain” bajo un aguacero. Para todos los que allí estuvimos eso fue sublime. En lo que respecta a la escena local, me resultan inolvidables los conciertos que en 1991 organizó la naciente emisora Radioactiva en Barranquilla, Santa Marta y Cartagena. El concierto en Barranquilla fue en un parqueadero donde habrían 10 mil personas por lo menos. Esos conciertos los grabé y con los mismos hice el video de la canción “Tangas en la Playa” del grupo Bite, mismo que se puede ver en YouTube: Tangas en la Playa – Bite.