Dolor en el arcoíris: el desafio de ser LGBTIQ+ en LatAm

Por Natali León

La violencia contra la comunidad LGBTIQ+ es una realidad inminente. Cientos de personas en el país se ven confrontadas cada año con el peligro de perder sus vidas, ser víctimas de agresiones físicas, recibir insultos o ser amenazados, ya sea por parte de la sociedad en general o incluso por entidades estatales.

Colombia ostenta el triste título de ser el país latinoamericano más mortífero para las disidencias sexuales y de género. En 2022, se registraron al menos 148 asesinatos de personas LGBTI en el país, según un informe de la Red Regional de Información LGBTI en América Latina y el Caribe, llamada “SinViolencia LGBTI”, un conjunto de organizaciones civiles que desde 2016 presenta un registro anual sobre esta violencia.

De acuerdo con el informe, durante el año pasado, al menos 344 personas LGBTIQ+ fueron asesinadas en diez países de la región. Por tercera ocasión consecutiva, Colombia registró la mayor parte de estos incidentes, representando el 43 por ciento del total de casos, seguido de México (85) y Honduras (43). Al menos 19 víctimas eran defensoras de derechos LGBTI y otras 10 hacían parte de organizaciones sociales o políticas (incluyendo a cuatro periodistas). Estos tres países son también considerados los territorios con más asesinatos de defensoras y defensores de derechos humanos en América Latina. 

A grandes rasgos, los datos proporcionados muestran que algunos países de Centroamérica y el Caribe experimentaron aumentos significativos en los casos entre 2021 y 2022: República Dominicana pasó de 6 a 17,  México de 78 a 85 y Honduras de 29 a 43. En contraste, en naciones de la región Andina hubo una disminución. Es el hecho, por ejemplo, en Ecuador, que redujo sus casos de 15 a 9, y Perú, que pasó de 16 a 10 en el mismo período. Incluso en Colombia, a pesar de encabezar la lista el año pasado, se documentaron 57 casos menos con respecto al año 2021.

Si bien el registro da cuenta de una reducción, que a primera vista podría parecer consoladora, la Red advierte que esta tendencia no significa que hubo una disminución de la violencia, sino que, las tasas “corresponden al registro de muertes violentas y no a la ocurrencia real de estas muertes en la región”, tal  como lo señala el documento. Esto significa que podría haber un subregistro, pues podrían haber muchos más casos de los que se tiene conocimiento. En este sentido, una tasa baja no debería llevar a considerar la violencia contra personas LGBTI como poco relevante; por el contrario, indica la presencia de barreras significativas en el acceso a la información sobre violaciones de derechos humanos.

En consonancia, solo en el 67% de los casos se obtuvo información sobre el lugar en donde ocurrió el crimen o en donde fue hallado el cuerpo de la víctima, y en el 60,7% respecto al arma o método utilizado para asesinarlas. La mayor parte de estos crímenes tuvo lugar en espacios públicos y en domicilios particulares, y fueron perpetrados principalmente con armas de fuego, objetos cortantes o punzantes y mediante asfixia por estrangulamiento o sofocación. En países de Centroamérica y el Caribe se observó un mayor uso de armas de fuego, mientras que, en la región Andina, las armas blancas fueron las más utilizadas. 

Por otro lado, se destacan formas de violencias conexas a los homicidios de personas LGBTI. En al menos 49 casos, las víctimas sufrieron múltiples formas de violencia previa o una combinación de dos o más métodos antes de ser asesinadas. Estas circunstancias abarcan presuntos actos tortura, indicios de violencia sexual, desapariciones forzadas, así como amenazas y extorsiones a menudo perpetradas por grupos armados o del crimen organizado.

Ante esto, la organización resalta un hecho preocupante: a pesar de que muchas de las víctimas denunciaron desapariciones, amenazas y extorsiones antes de su trágico asesinato, las autoridades no adoptaron las medidas apropiadas para prevenir futuros actos de violencia y garantizar la protección de sus vidas.

Para Alex, joven queer de 23 años, gran parte de la responsabilidad se atribuye a la negligencia del Estado. Comenta que “hay poco interés de las autoridades sobre lo que le sucede a nuestra comunidad. Acá en Colombia ni siquiera prestan atención a las denuncias de ciudadanos ‘comunes’ y mucho menos lo hacen con las nuestras, pero se llenan la boca diciendo que hacen lo posible para garantizar nuestra integridad”.

Víctimas de la LGTBIfobia

Los datos presentados indican que persisten ciertos patrones observados en años anteriores. En 2022, la mayor parte de las víctimas fueron hombres gays (145) y mujeres transgénero (112) seguidas por mujeres cis lesbianas (46), mientras que los registros de hombres trans y mujeres bisexuales apenas mostraron variación en comparación con el período 2021.

Aunque la reducción de casos en los que no se identifica la orientación sexual o identidad de género específica de las víctimas puede considerarse como una mejora en la calidad de la información, persisten algunos de los retos identificados desde años anteriores, sobre todo en los sistemas de información oficial. El mismo reporte advierte que es poca la información adicional que se conoce sobre las víctimas en general. Sólo en el 40,1% de los casos se dispone de información sobre la ocupación de las víctimas, sin contar otras características como su raza o nivel educativo.

“La población trans vive en una alta tasa de criminalidad. Tenemos las tasas más altas en violencia y muerte en la población, y un promedio de vida de 35 años. No debemos olvidar estas cifras ni estas historias”, comenta Carla Henao, co-directora de la colectiva ‘Faisanes de colores’. 

https://public.flourish.studio/visualisation/15067552/ (Datos suministrados por la Red SinViolencia LGBTI)

En el caso de los hombres gay, fueron asesinados principalmente en la República Dominicana, Honduras, Guatemala y Colombia, mientras que las mujeres trans aportaron el mayor número de víctimas en Perú, Ecuador y México.

Por otro lado, la información disponible revela que, al igual que en años previos, las fuentes existentes presentan una escasa cantidad de datos sobre los autores de los actos violentos. De los 344 incidentes documentados, únicamente en 78 de ellos se ha logrado identificar al presunto perpetrador de estos homicidios. De estos 78 casos, se ha establecido que en 21 de ellos los crímenes habrían sido cometidos por miembros de grupos armados o de la delincuencia organizada, mientras que al menos 6 de ellos habrían sido perpetrados por individuos pertenecientes a la Fuerza Pública. En menor medida, se establece que en algunos casos los agresores eran personas conocidas, parejas actuales o clientes de las víctimas, aunque en la gran mayoría de las situaciones la relación entre la víctima y el agresor permanece desconocida.

https://public.flourish.studio/visualisation/15076595/ (Datos suministrados por la Red SinViolencia LGBTI)

Conflicto armado y violencia sociopolítica: una amenaza para la población LGBTI en Colombia

De acuerdo con datos suministrados por la Fiscalía General de la Nación, varias dinámicas de violencia contra las personas LGBTI se han mantenido a niveles alarmantemente altos en Colombia. Entre el primero de enero y el 31 de diciembre de 2022, fueron asesinadas 145 personas LGBTIQ+. Esta cifra indica que, aproximadamente, cada dos días y medio, la violencia acabó con la vida de una persona con una orientación sexual o identidad de género diversa. Al igual que en años anteriores, la mayor parte de las víctimas fueron hombres gays  y personas con experiencias de vida trans, quienes representaron casi el 70% de todas las personas LGBTI asesinadas en el país durante el 2022.

https://public.flourish.studio/visualisation/15076595/ (Datos suministrados por la Red SinViolencia LGBTI)

Según el documento, entre los principales patrones de violencia identificados en nuestro país, se encuentran los  homicidios de hombres cis gay en sus viviendas o habitaciones de hoteles, los asesinatos de mujeres trans en espacios públicos, incluyendo zonas de trabajo sexual; los asesinatos de personas LGBTI migrantes de Venezuela y los asesinatos de personas LGBTI defensoras de derechos humanos o integrantes de organizaciones sociales o políticas. 

Ante esto, Quinn Buelvas, joven queer oriundo de Barranquilla, señala que “el prejuicio es el principal potenciador de este tipo de actitudes. Si no existieran prejuicios en Colombia sobre la comunidad LGBTIQ+, no existiría  una situación de peligro para ellas, porque quienes no pertenecen al colectivo se dirigen a los que sí de manera hostil simplemente por su identidad de género”.

A lo anterior, se suma que una buena parte de los homicidios registrados en el país ocurrieron en regiones donde todavía hacen presencia grupos armados que se enfrentan con otros por el control de territorios, poblaciones y actividades económicas legales e ilegales, resultando, entre otras cosas, en mayores niveles de violencia homicida.

Entre las regiones más afectadas se encuentran Valle del Cauca (25) y Antioquia (24), seguido de Bogotá (9) y Magdalena (8). Aunque esto no significa que todos estos homicidios hayan sido perpetrados por aquellos grupos, la información disponible sobre las características de las víctimas, los hechos y el contexto demuestra que la violencia contra las personas LGBTIQ+ se intensifica en zonas con mayores niveles de crimen organizado y violencia sociopolítica. 

https://public.flourish.studio/visualisation/15067928/ (Información oficial suministrada por la Fiscalía General de la Nación)

El desafío de ser LGBTIQ+ en Colombia

A nivel nacional, Colombia ha avanzado en la lucha por los derechos LGBTIQ+ en los últimos años. En 2015, la Corte Constitucional del país emitió una sentencia histórica que permitió el matrimonio igualitario, y en 2018, la Corte Suprema de Justicia reconoció el derecho de las parejas del mismo sexo a adoptar. Estos avances representan pasos significativos hacia la igualdad de derechos, pero aún hay desafíos por superar.

Desde Cartagena, Roque, de 27 años, comparte su historia como un joven gay. A pesar de enfrentar una serie de obstáculos, incluyendo la discriminación en el empleo y miradas prejuiciosas en sitios públicos, comenta que “me niego a vivir en el miedo y por eso me esfuerzo por educar a otros y aumentar la visibilidad de la comunidad por mis redes sociales”. 

Valentina, de 24 años y originaria de Barranquilla, no puede evitar notar la creciente violencia contra la comunidad LGBTI en algunas áreas de Colombia. A pesar de esto, comenta que “estoy orgullosa de ser queer y por eso me gusta hablar de la comunidad con los demás, porque muchos tienen una percepción errónea de nosotros que no es cierta en la que deben trabajar”. 

Valentina y Roque son solo dos ejemplos entre miles de jóvenes queer que enfrentan diariamente la batalla contra prejuicios dirigidos hacia su comunidad. La inclusión y el reconocimiento de los derechos de todas las personas, independientemente de su orientación sexual o identidad de género, son componentes fundamentales para la reconciliación y la construcción de una sociedad más igualitaria tras décadas de conflicto armado. En el contexto de un país que busca la paz y la reconciliación entendemos por qué es importante pensar en las personas LGBTIQ+ cuando los países y las sociedades reflexionan sobre la paz. La respuesta es sencilla: porque una sociedad que discrimina a las personas por su género o por su orientación sexual no es una sociedad pacífica.

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