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Mañanas en el Paseo Bolívar

Son las 5:45 de la mañana y el reloj marca el inicio de un nuevo día. Mientras la ciudad comienza a despertar en otras zonas, me preparo para ir al punto de encuentro acordado con mis compañeras. Juntas, emprenderemos nuestra investigación y expedición al Paseo Bolívar, ese corazón vibrante de Barranquilla que, aunque conocido, siempre guarda nuevas sorpresas.

Nos recibe José, nuestro guía habitual, quien con su sombrero característico y su porte sereno encarna la esencia de este lugar. Durante más de treinta años, ha recorrido el Paseo Bolívar, descubriendo y compartiendo su riqueza con aquellos que buscan comprender su verdadera esencia. “¡Muy buenos días!”, exclama con una energía contagiosa, preparándonos para sumergirnos en este microcosmos de historias, cultura y comercio.

Conforme avanzamos, el Paseo Bolívar comienza a cobrar vida. Los vendedores ambulantes inundan las calles con sus pregones: “¡Frutas frescas, frescas hoy!” y “¡Todo desde cinco mil, recuerda todo desde cinco mil!”, creando un ritmo propio que se mezcla con los sonidos de los autos y el bullicio de la multitud. Los olores son tan variados como intensos: comida callejera, gases vehiculares y, desafortunadamente, el aroma de las alcantarillas que serpentean por el área.

En medio del caos, encontramos a Humberto, un fotógrafo veterano de la zona, quien nos comparte su visión nostálgica: “El Paseo Bolívar ha cambiado mucho desde antes. Ahora todo está desorganizado y caótico”. Por otro lado, Alexander, un relojero con años de experiencia en el lugar, ofrece una perspectiva más resignada: “Esto ya es parte de mi vida diaria. La inseguridad, los olores, el ruido, todo eso se vuelve rutina”.

José nos guía hacia los puntos más representativos del paseo. La Catedral Metropolitana, majestuosa con su arquitectura del siglo XX, se erige como un recordatorio del pasado glorioso de la ciudad. El Parque de Bolívar ofrece un respiro de tranquilidad en medio del bullicio, mientras que la Biblioteca Pública resalta como un faro de conocimiento en este espacio multifacético.

La jornada avanza y las primeras gotas de una inesperada lluvia comienzan a caer, añadiendo un matiz vibrante al ya dinámico paisaje del Paseo Bolívar. Corremos para refugiarnos, al igual que los vendedores que, apresurados, protegen sus mercancías al grito de “¡Apúrate, apúrate!”. José, imperturbable, continúa compartiendo anécdotas, recordándonos que incluso la lluvia es solo un detalle pasajero en su vasta experiencia.

Al despedirnos, José nos advierte con afecto: “Cuídense, chicas, y estén siempre alerta”. Mientras el taxi se aleja, observo cómo José y el Paseo Bolívar se desvanecen en la distancia, dejándome con una sensación de conexión profunda con este lugar que es el alma pulsante de Barranquilla.

El Paseo Bolívar, con sus contrastes, desafíos y vivencias, representa la esencia misma de la ciudad. Las voces de Humberto y Alexander nos muestran que, aunque el bullicio pueda parecer abrumador para algunos, para otros se convierte en un elemento esencial de su existencia. Más allá de las dificultades, este espacio sigue siendo un símbolo de la resiliencia y diversidad de Barranquilla, donde cada historia individual contribuye al mosaico cultural y social de la ciudad.

Por: Mary Emilia Escobar Calderón

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VOCES DEL PASEO

LAS MAÑANAS
JOSÉ DÍAZ
ALEXANDER RUÍZ
ÁLVARO IGLESIA
EL RUIDO
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5 DATOS CURIOSOS

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