A pesar de que la migración representó desafíos, como el choque cultural y la adaptación a una nueva vida, Edymar encontró en Santa Marta un hogar. La calidez de su gente, la belleza de sus playas y ríos, y el apoyo de sus familiares fueron fundamentales para sentirse bienvenida y comenzar de nuevo.
En 2021, descubrió su pasión por el diseño de uñas acrílicas. Inicialmente, lo vio como una forma de generar ingresos, pero con el tiempo se convirtió en el motor de su vida. Siempre había soñado con ser su propia jefa y tener su propio negocio, y este oficio le permitió cumplir esa meta. Cada día perfecciona su técnica, creando diseños que sus clientas valoran como pequeñas obras de arte. Más allá del servicio estético, Edymar entiende que su trabajo es también una experiencia terapéutica para muchas de las mujeres que atiende.