El conflicto armado en el Caribe colombiano y sus estragos en los últimos 30 años

Por: Yesmin Villanueva

 

La Región Caribe es un territorio colombiano que por muchos años ha sido escenario de guerras y enfrentamientos de los distintos grupos armados que tienen presencia en esta zona. El periodo más fuerte y cruel de violencia fue entre los años 1990 y 2010. En varios departamentos de la región han ocurrido secuestros, masacres, desplazamientos, abusos sexuales, reclutamiento forzado y asesinatos por parte de los grupos armados.

Según el Centro de Pensamiento UNCaribe, Seis de los siete departamentos; Bolívar, Cesar, Magdalena, Córdoba, La Guajira y Sucre que conforman la Región Caribe tienen presencia de Grupos Armados Organizados, (GAO). Y 16 municipios del Caribe poseen presencia del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en los que cuatro departamentos; Bolívar, César, Magdalena y La Guajira se ven afectados por la presencia de la guerrilla. Igualmente, 54 municipios poseen presencia de los GAO y 5 departamentos se ven afectados por dicha presencia.

En 1997 sucedió una masacre en el Algarrobo Magdalena, en dónde fueron asesinadas cinco personas. Según el centro de estudios Cinep las personas fallecidas eran integrantes de un grupo militar que delinquía en la zona. Las víctimas no fueron identificadas y se reportaron ante las autoridades competentes como grupo paramilitar no identificado.

En el 2000 se ejecutó una masacre en Nueva Venecia, Magdalena, ocasionada por el Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia. Los paramilitares asesinaron a 15 pescadores de esta población. Los integrantes de este bloque llegaron en lanchas, obligaron a la población a reunirse todos en un solo lugar y ahí escogieron a los 15 pescadores que luego asesinaron sin piedad.

De la misma manera en el año 2000, en el corregimiento El Salado ubicado en el municipio El Carmen de Bolívar, zona que también hace parte de Los Montes de María sucedió la masacre más horrorosa que ha tenido el conflicto armado en este territorio. Un grupo de paramilitares de aproximadamente 450 integrantes, llegaron a este lugar y asesinaron a 60 habitantes de este corregimiento. El desplazamiento que esta situación provocó, ocasionó que este corregimiento quedará sin habitantes. Y fue llamado “el pueblo fantasma” . En la actualidad ni siquiera la cuarta parte de la población ha regresado a vivir a El Salado.

En el 2002 en Los Guáimaros y el Tapón, corregimientos de San Juan Nepomuceno, Bolívar, municipio que hace parte de Los Montes de María. Se llevó a cabo una masacre que acabó con la vida de 15 campesinos de esta región. Este episodio desencadenó desplazamientos de muchos

campesinos que lo dejaron todo por miedo a ser masacrados también. Según el Centro Nacional de Memorias Historia.

En el 2004 la Bahía Portete en La Guajira, fue el epicentro de una masacre ocasionada por paramilitares. Los integrantes de este grupo armado llegaron a la Bahía y asesinaron a seis personas, cuatro de ellas mujeres indígenas Wayuu. Los paramilitares llegaron con una lista y escogieron a las víctimas. Posteriormente quemaron algunas casas y otras las saquearon. Esta situación provocó que muchos indígenas se desplazarán por temor.

A comienzos de los años 2000 en la Región Caribe se derramó mucha sangre de personas inocentes por culpa de la guerra entre las guerrillas y los paramilitares. Son incontables las víctimas que esta cruda realidad ha dejado. Aunque entre los años 2003 y 2006 se hizo el proceso de desmovilización de los grupos paramilitares. Y en el 2016 se inició el proceso de Acuerdo de Paz entre el gobierno y la guerrilla de las FARC. Lo cierto es que el panorama en varios territorios de la región no ha cambiado. Aún después de estos dos grandes procesos en muchas zonas se sigue viviendo y presenciando la guerra del conflicto armado.

Según el Centro de Pensamiento UNCaribe, Siete líderes sociales fueron asesinados durante el primer trimestre del 2018 en la Región Caribe. El 70% de estos asesinatos fueron cometidos en el departamento de Córdoba. En este mismo año, seis acciones armadas fueron cometidas por el ELN en el Caribe colombiano durante el paro armado implementado por ellos.  El departamento más afectado fue César, debido a que más del 80% de las acciones se registraron en este departamento.

En el 2020 entre los meses de enero y octubre, se presentaron más de catorce asesinatos contra defensores de Derechos Humanos en la Región Caribe. Igualmente, se registraron más de cuatro atentados en contra de otros defensores de Derechos Humanos en el mismo año. Según el Centro de Pensamiento UNCaribe.

Cómo se ha visto, pese al esfuerzo del gobierno por conseguir una calma para estos territorios que han sido por décadas golpeados por el conflicto armado, no se ha logrado del todo. Aún faltan muchas brechas por cerrar y muchos territorios a donde llegar. El conflicto en Colombia es una historia sin fin. Aunque desaparecen grupos armados, asimismo aparecen otros y la historia se sigue repitiendo, es un ciclo que no para.

Cifras que ha dejado el conflicto armado

Por: Sabina Marulanda

 

El conflicto armado en la Región Caribe ha dejado muchas cifras de víctimas en cuanto a desplazamientos, violaciones, secuestros, masacres, atentados y muchísimos más. Según el Observatorio de Memoria y Conflicto al mes de septiembre 2022 se han registrado más de 269. 448 muertes en el marco del conflicto armado.  

 

En cuanto a los asesinatos selectivos ocurridos en Colombia en más de medio siglo de conflicto armado, se han registrado alrededor de 154,352  casos,  de los cuales ha dejado a más 181.092 víctimas. De estas víctimas el 19.1% fueron campesinos, el 11. 7 comerciantes, el 7.8 conductores.  En los departamentos de la Región Caribe se registró que el 4.9%  de los casos ocurrieron en Magdalena, el 5% en Cesar, Bolivar el 2.67%, en Córdoba el 2.8% y en Sucre el 1.5%. De estos casos los principales presuntos responsables son los paramilitares con un  54% y la guerrilla con un 19.4. Igualmente se encontró qeu 56.9 mil ocurrieron en zona rural, 57.4 mil  en cabecera municipal y 1.5 mil ambas. 

 

Por otro lado, con respecto a los ataques a la población en Colombia se registraron 494 casos dejando 1.494 víctimas. De estos ataques el 3.9% ocurrieron en Bolívar, en Cesar el 2.6%, en Córdoba  el 1.2%, el Sucre 1.2% y en  Magdalenas el 0.8%. A quienes se le resposibiliza de estos atentados es a la guerrilla con un 98.2% de responsabilidad. En Colombia también se registraron daños a bienes civiles, 21.436 fueron los casos registrados con 382 víctimas, el 67.4% de la responsabilidad es de la guerrilla y el 11.7% de los paramilitares. En los departamentos de Cesar ocurrió el  5.1% de los daños, en  Magdalena el 3.6%, en Bolívar el 3.5%  y en Sucre el  2.4%. 

 

Igualmente Colombia ha sido un país en donde las desapariciones forzadas han tomado un gran protagonismo. Se tiene registro de 68.612 casos con 80.743 víctimas, ocurridos en todo el territorio nacional, 18.9% fueron campesinos y el 18.1% trabajadores de finca. En Cesar ocurrió el 4.6%, en Magdalena el 4.3%, en Bolívar 3.3% , en Córdoba el 3.2% y el Sucre 1.2%. Los mayores responsables son los paramilitares con un 49%, seguidos de la guerrilla con un 21.5%. 

 

En cuanto a las masacres en Colombia, se registraron hasta este año 2022 4.309 casos con cifras de 24,979 víctimas.  De estas víctimas el 56% son campesinos y los responsables de la mayoría de las masacres son los paramilitares con un 52.1% de responsabilidad y la guerrilla con un 18.9%.  Por su parte los secuestros registrados fueron 31.319 casos dejando 38.079 víctimas. Estos secuestros sucedieron en todo Colombia. Sin embargo, en Cesar ocurrió el 7.7%, en Bolívar el 5%, en Magdalena el 2.2% y en Sucre el  2.1%. 

 

Por último, las cifras de violencia sexual en Colombia por parte del conflicto armado fueron de 16.008 casos dejando a 16.753 víctimas.  De las víctimas el 24.9% son campesinos y el 11.2% son trabajadores de finca. En Magdalena ocurrieron el 11.1%, en Bolívar el 6.1%, en Cesar el 3.2%, el Córdoba el 2% y en  Sucre el 1.9%.

RELATOS DE LAS VÍCTIMAS

La herencia de San Cayetano

Por: Sabina Marulanda

 

Entre perros, gallinas, moscas y el calor de Las Piedras, Bolívar, la señora Gloria se encontraba arreglando el pescado para la comida de la noche, acompañada de sus hijas Margarita y Rosaura. Miguel, su hijo mayor estaba recogiendo unos limones-mandarina para el jugo y su papá, Luis, esposo de Gloria y capataz de la finca La Frontera bajaba unos bultos de cebada del camión que le llevaban todos los 30 de cada mes. Cada quien siempre se encontraba haciendo algo, como si el descanso no existiese y el tiempo estuviese contra el reloj. Muy amablemente nos atendieron cuando llegamos, no sin antes confirmar el día anterior la llegada por cuestión de lluvias y disponibilidad de la familia. Cuando es época de invierno, los barrizales de Arjona, el pueblo antes de Las Piedras hace que todo se dificulte un poco, porque a pesar que las lluvias son una bendición como dice Gloria, el exceso de estas hace que haya mucha peste, la gente y los animales se enfermen mucho y hace que el camino se vuelva mucho más movido por el fango de la carretera.

 

Nos recibieron los ladridos de los perros desde que estábamos esperando afuera de la finca y Miguel fue quien nos abrió la cerca para poder pasar en el carro. Gloria salió a atendernos, nos saludó e iniciamos un recorrido para presentarnos la finca donde la familia entera vivía. Margarita y Rosaura nos acompañaron para ver las pesebreras de los caballos, las “matas” de Gloria, los terneros recién nacidos, entre muchas otras partes. Luego de la presentación de su linda vivienda y de la finca, nos sentamos y nos ofrecieron una limonada con los limones-mandarina que Miguel había bajado del palo un rato antes para refrescarnos del sol de las tres de la tarde.

 

Era una tarde soleada el día que tuvieron que salir corriendo del pueblo natal de Gloria, San Cayetano de San Juan Nepomuceno, porque la guerrilla había ido a matar a todo aquel que era familiar de su esposo por andar de “sapo”. A Luis y a su compadre los habían secuestrado por supuestamente decirle a “los paras” que a las seis de la tarde la guerrilla obligaba al pueblo entero a apagar televisores, luces e irse a dormir, para poder ir a recoger los sacos de hoja de coca que estaban a las afueras de San Cayetano en una finca que tenía “alquilada” la guerrilla y cuenta Luis que los dueños del terreno tuvieron que ceder a la oferta de 50 mil pesos en su momento, porque les dijeron que “o nos alquilan el terreno para poner coca o los matamos”. 

 

Ese día del 96, Gloria no recuerda bien la fecha, tuvo que coger a su niño recién nacido e irse para la casa de su mamá en Turbaco, Bolívar. Le llegaron con la noticia que habían secuestrado a su esposo y que se tenía que ir, porque la podían ir a buscar. En todo el camino no lloró, no habló con nadie de lo sucedido, simplemente respondía en automático lo que estrictamente le preguntaban y era necesario decir. Luis, se encontraba en un cambuche, amarrado a un palo, porque aún no “soltaba” lo que las Farc necesitaban saber y era conocer qué les habían dicho concretamente a los paramilitares, porque si se enteraban que tenían un punto de recolecta de coca, podían llegar y “caerles” de sorpresa. El compadre estaba en el árbol de al frente y al ver que Luis estaba reacio a hablar a pesar de la “tunda” que se había “ganado” por “lambón”, cogieron al compadre y se lo llevaron a otra parte. Luis cuenta que escuchó los gritos de su compadre como por una hora y de repente… tres disparos, silencio absoluto. 

 

En ese momento, no supo cómo pudo soltarse de las cabuyas y salir corriendo al pueblo para buscar a su mujer y a su hijo para huir de allí lo antes posible. “Mientras corría sentía como un malestar, no por la “muenda” que me dieron sino por el compadre mío, porque él no tenía porqué ir a decirle a la tía Enilda que es bien chismosa y habladora, que los paras habían hablado conmigo y que él sabía que lo hice por la plata, no por sapo. Pero también, me quedó como una vaina de saber que a él lo mataron, porque no era la primera vez que andaba envuelto en un problema con la guerrilla y que ya le habían dicho la vez anterior que era la última vez que le perdonaban algo, porque lo último fue que borracho jodió a la hija de Orieta que andaba envuelta con uno de las Farc y que ajá esta vez no lo pude ayudar”. 

 

Luis llegó luego de terminar sus labores como siempre antes de cinco y se sentó con nosotros a contar lo que le pasó. Estábamos afuera de la cocina en unas sillas rimax, mientras que Gloria hablaba y se puso a arreglar su pescado para la comida y dice que quedaron acostumbrados a comer antes de seis desde San Juan, porque si comían después de esa hora les caía mal lo que fuese. 

 

Cuando Luis por fin pudo llegar a duras penas a su casa en San Juan Nepomuceno se encontró con la ausencia de su esposa y su hijo. Por un momento, pensó que los habían secuestrado, su cordura llegó a un límite, empezó a dar alaridos y a gritar de desesperación. Todo el pueblo salió a ver qué pasaba. Gloria dice que en el minuto en que le dijeron que tenía que escaparse, no dudo en “agarrar” a su “pelao”, coger lo más valioso que tenía que era un collar de plata que le había regalado Luis en su matrimonio e irse para donde su mamá.

 

Finalmente, Luis pudo viajar con una plata que le juntaron los vecinos más cercanos que salieron a ver qué le pasaba y se fue a Turbaco enseguida. Gloria estaba en la sala luego de por fin dormir a Miguel con la ayuda de su mamá, sin embargo, ella no podía conciliar bien el sueño, porque sentía que algo iba a pasar. Aproximadamente a las tres de la madrugada se escucharon unos golpes en la puerta. Era Luis. Alivio total. Después de pasar casi dos semanas en la casa de la mamá de Gloria, Luis consiguió trabajo en Las Piedras, un corregimiento muy cerca de Turbaco, porque a él no le gustaba estar viviendo en la casa de su suegra sin trabajar y sin hacer nada. 

 

La familia de Gloria y Luis, trabajan hace más de 20 años en la finca La Frontera y dicen que sus patrones son muy buenos. Luego de llegar en 1996 allí tuvieron a Margarita y a Rosaura que hoy tienen 15 y 13 años respectivamente. Luis dice que perder a un ser querido como lo era su compadre fue un mal que por siempre va a tener presente, pero a pesar de eso, le agradece mucho a Dios por la fortaleza que le dio para poder escapar y que fue un milagro que hoy en día él y su familia estén con vida. Hasta el momento siguen sin ir a San Cayetano, porque dicen que allá no les queda nada que tenga que recordar.

Mujer fue abusada a los 10 años por miembros de un grupo paramilitar

Por: Camilo Fajardo 

Era marzo del 2002, empezaba un nuevo día en la vida de Valentina donde se levantaba a alistarse para ir a clase como todos los días , ya transcurrida la jornada escolar, los papás de Valentina la recogen con normalidad y se dirigen a su casa , en el municipio de San Marcos , Sucre , había sido atacado recientemente por el conflicto armado por el control del territorio y esa tarde después de clase se iba a convertir en la peor pesadilla que puede vivir una persona , los papás de Valentina la dejan en la casa porque ellos tenían que ir a trabajar y esa misma tarde iba a pasar la peor experiencia de vida que vivió Valentina a esa edad.

 

Eran las 3 de la tarde de aquel Marzo donde se sentía un ambiente tenso en ese municipio donde ella vivía “La gente no quería salir a la calle porque no sabían si iban a volver vivos” dice Hernán que era vigilante de varias casas , a lo que dan las 4 de la tarde , se ve que llegan muchas camionetas al sector de un grupo paramilitar a ocupar todas las casas de varias cuadras y en entre esas casas estaba en la que vive Valentina , sin pensarlo , los paramilitares se bajaron de sus camionetas y empezaron a entrar varios grupos a varias casas a desalojar a la gente y hasta para hacerles daño.

 

Ya cuando están varios grupos entrando a varias casas, le llegó el turno a la casa donde estaba Valentina, ella muy asustada sin saber que estaba pasando miraba a los del grupo paramilitar y ellos se dan cuento que está sola en la casa , a Hernán que era el vigilante , se lo llevaron con ellos para que no le avisara a nadie lo que estaba pasando , después de unos minutos , de las cuatro personas que estaban en la casa , dos salieron y se quedaron dos con Valentina , decidieron amarrarla a un sofá que había en la sala y abusar sexualmente de la niña de 10 en ese momento con todo lo que estaba pasando  “Después de eso solo no quería vivir , me sentía como si estuviera muerta en vida” dice Valentina .

 

Después de eso, el grupo paramilitar saco a Valentina de la casa y en ese momento llegan sus papas porque alguien llamo a avisarles que habían entrado en su casa , la niña en ese momento no contó nada pero ella sabía lo que había pasado , después de 20 años tuvo la valentía de contarle a los papas y que la gente supiera lo que es vivir en una zona de conflicto armado “No me imagino todo ese dolor que aguanto por tantos años” dice Andrea la mama de Valentina.

 

Aunque se aprecia una notable reducción del impacto del conflicto sobre la población civil, los habitantes del territorio de San Marcos, expresan  su preocupación por las constantes violaciones a los derechos humanos y a quienes defienden los derechos ambientales relacionados con la explotación de los recursos. Los hombres también han sido víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado. Pero el abuso y la explotación sexual que sufren las mujeres y las niñas ha sido ignorado durante largo tiempo, no sólo porque la violencia contra ellas se ha considerado algo perteneciente a la esfera privada, sino porque el temor y la vergüenza que despierta el abuso sexual han impedido que muchas mujeres lo denuncien. En Colombia, como en otros lugares, las cifras oficiales no reflejan la magnitud que ha alcanzado el problema de la violencia sexual. Hay razones para creer que los casos de violación son muchos más de los que se notifican. Por ejemplo, pese a las huellas a menudo manifiestas sobre los cuerpos, esta violencia rara vez consta en los informes de las autopsias. Por lo general, las autoridades ignoran y desatienden las lesiones y las secuelas médicas y psicológicas que genera esta violencia,

UN SECUESTRO POR PRESIONAR

Por: Valeria Lafaurie

 

Con unas gafas estilo setentero y escasos cabellos reposando en su cabeza, sentado cómodamente en una mecedora en la sala de su casa. Marcos Hernández cuenta cómo vivió cuatro días secuestrado por los paramilitares en los montes de Algarrobo, Magdalena. Cuando el 26 de octubre del año 1994 se dirigía de paseo con su familia a su finca Villa Celeste que quedaba a 30 minutos del pueblo y durante el trayecto su camioneta fue interceptada por un retén. 

 

Marcos recuerda que se encontraban a pocos minutos de llegar a su destino, cuando a lo lejos en medio de la carretera vio que había un grupo de personas uniformadas aparentemente de policía.  Iba de copiloto en una Toyota “burbuja” la cual era muy novedosa para su época, su esposa y su hija que tenía 2 años iban en los asientos traseros, de chofer iba su sobrino Jairo, quien siempre andaba con él.  

 

Al acercarse, y que los uniformados le hicieran la señal de pare, Jairo y Marcos se dieron cuenta de que esas personas eran todo, menos policías, porque los uniformes no eran los que usaban la Policía Nacional. De lejos eran muy parecidos, pero ya de cerca se descartaba de que no eran de policías. “En este momento pensé lo peor, le dije a Jairo hasta aquí llegamos”. Dice Marcos llevándose las manos a la cabeza en demostración de  cómo reaccionó ese día. Ellos pararon el carro, y los hombres se identificaron a nombre del grupo al que hacían parte, se trataba de un bloque de los paramilitares que hacía presencia a los alrededores del municipio de Algarrobo.  

 

Marcos se asustó, algo dentro de él le decía que lo iban a secuestrar, pues él era hijo de un ganadero muy reconocido y con mucho dinero de la zona. “En ese momento pensé que me iban a llevar para el monte enseguida junto con mi familia, yo solo pensaba en mi niña que estaba pequeña y en mi mujer que estaba muerta del susto, hasta temblaba de miedo”. Recuerda Marcos mientras se recuesta en el respaldo de la mecedora.  

 

Los paramilitares los mandaron a bajar del carro y le hicieron saber de qué se trataba de un secuestro, que tenían cuentas que ajustar con el papá de Marcos, y qué mejor forma que hacerlo quitándole a su hijo. El papá de Marcos, el señor Victor Hernández, no le había cumplido con el pago de una vacuna a este bloque, la suma de dinero era descaradamente grande, por lo que Victor no quiso pagarla. 

 

Marcos les dijo a ellos que si la cosa era para presionar a su papá que por favor dejaran en libertad a su esposa, sobrino e hija, que sólo se lo llevaran a él. Los paramilitares tenían la orden de solo retener a Marcos, puesto que la información que tenían era que él se iba dirigir solo a la finca, no sabían que su familia también se movilizaba con él. Por lo que, aceptaron la petición de Marcos y dejaron ir a su familia. 

 

Patricia Reyes, esposa de Marcos, quien en medio de la conversación llegó y se sentó al lado de su esposo,  relató que ese día ha sido el peor de su vida: “Yo desde que ellos se identificaron como paramilitares, me puse a llorar, me puse muy nerviosa, abrazaba a mi niña, tenía miedo que le hicieran algo malo. Y cuando nos dijeron que nos podíamos ir, excepto Marcos, yo pensé que sería la última vez que lo vería, y le suplicaba a ellos que lo dejaran ir también, pero de nada sirvió”. 

 

Los paramilitares hicieron una llamada y en cuestión de minutos llegó un carro en donde subieron a Marcos y se lo llevaron para un campamento que tenían en  una zona apartada que estaba bien custodiada por hombres armados hasta los dientes. A Marcos lo bajaron del carro y lo llevaron a un cambuche  en donde estaba el propio mando de ese bloque paramilitar.  “Él se presentó como alias “el gato” y me dijo que no me iba a pasar nada malo, porque sabía que con esa presión mi papá si les iba a soltar el dinero que le estaban pidiendo por la vacuna”. 

 

Llamaron al señor Victor Hernández, para que se enterará en manos de quién estaba su hijo. Le dijeron que se lo iban a tratar bien, pero que no se demorará en darles el dinero que le estaban pidiendo,  porque las cosas se podrían complicar.  Ya Victor tenía idea de quien había mandado a secuestrar a su hijo, porque Patricia le había dado detalle de lo ocurrido.  Patricia recuerda que apenas regresaron al pueblo, inmediatamente se contactó con su suegro, porque a ellos le habían quitado los celulares antes de dejarlos ir, entonces no se podían comunicar durante el camino.

 

“Fueron 4 días que demoré con ellos allá, porque mi papá tenía la plata en el banco y la suma de vacuna, que era más que todo extorsión, era muy grande y para sacar ese dinero, el banco le dio muchas vueltas”. Dice Marcos cruzado de piernas.  Durante esos 4 días la pasó amarrado, solo le daban una sola vez comida durante todo el día, pero eso sí agua sí le daban a cada rato. Reforzaron los anillos de seguridad que custodiaban el sitio porque sabían que Victor era un hombre respetable en la región y tenía mucho poder ahí.  

 

Cuando Marcos llevaba los cuatros días secuestrado, Victor le hizo saber a alias el gato que ya tenía el dinero,  que organizarán la liberación de su hijo para terminar con esa pesadilla de una vez por todas. La liberación se llevó a cabo en el mismo lugar donde habían secuestrado a Marcos, en la carretera cerca de la finca. Pactaron honrar a la palabra de ambos y no cometer una tontería que pondría en riesgo la liberación. 

 

En la liberación el señor Victor no asistió al lugar por temas de seguridad, fue Jairo, el sobrino de Marcos y nieto de Victor, quién asistió. Él fue en compañía de unos cuantos escoltas que Victor le puso. Por parte de los paramilitares, fueron los mismos que lo secuestraron, y se hizo el intercambio sin ningún problema. Jairo entregó el dinero y los paramilitares entregaron a Marcos. 

 

Jairo cuenta que ese día sintió mucho miedo, pero que quería ser él quien participará en el intercambio, porque Marcos era como su papá,  con él pasaba casi que todo el  tiempo. Y quería ser la primera persona que Marcos viera a volver a la libertad.  

 

Ya hace más de 25 años que ese suceso ocurrió en la vida de Marcos y su familia, pero los marcó para siempre. Ya no se sentían seguros yendo a la finca, así que decidieron venderla y mudarse para la ciudad. Hoy viven en Barranquilla. Su papá sí se quedó viviendo allá, tenían más fincas, el negocio de la ganadería y no podía dejarlo tirado. Marcos, lo siguió ayudando en sus negocios pero desde lejos. Cuando murió su papá le tocó a él y a su otro hermano asumir las riendas del imperio que les había dejado Victor. Su otro hermano asumió el puesto de Victor, y Marcos continuó trabajando en los negocios desde la capital del Atlántico.  

Una vida perfecta que quedó en solo promesas

Por: Yesmin Villanueva 

 

En el mes de enero del año 2001, el canto de los gallos a las 5 de la mañana anunciaba el comienzo de un nuevo día. Un día que parecía como cualquier otro, pero nadie, salvo Andrea Ramirez, se imaginaba lo que ese día traería consigo. Transcurría con normalidad la mañana, cuando se vio interrumpida por un episodio que marcó un antes y un después en la vida de Andrea Ramirez. Con tan solo 12 años decidió irse con el frente 39 de la FARC, que hacía presencia en el departamento de Bolívar, para incursionarse en las filas de este grupo guerrillero. 

 

Hoy, después de casi 15 años, lejos de la filas de esa guerrilla, Andrea recuerda como si hubiese ayer el día en que cerró sus ojos, no escuchó a nadie y agarró el armamento para ser una guerrillera más. “Días atrás se escuchaba el rumor de que la FARC había llegado y estaba cerca del caserío, como yo crecí en una zona donde ver a esas personas con sus uniformes y armas era normal, no le di importancia. Pero si me gustaba mucho ver a las mujeres uniformadas, yo las veía y quería ser como ellas”. Dice Andrea mientras se toma un sorbo de café. 

 

Los distintos grupos guerrilleros; el ELN, la FARC, el ERP en ese tiempo compartían territorio en Bolívar, a pesar de que eran enemigos uno del otro. Ellos hacían acuerdos o treguas para turnarse los lugares. Cuando un grupo estaba en un determinado lugar y se iban, los habitantes de esos lugares sabían que en cuestión de horas o días llegaba otro grupo diferente.  Era por eso que para Andrea era normal escuchar rumores de que la FARC estaba cerca de donde ella vivía.  

 

La guerrilla por lo general acampaba en las zonas altas de los cerros cerca de los caseríos y de ahí bajaban a hacer presencia a donde estaba la comunidad. Para esa época, las guerrillas reclutaban a los niños y adolescentes para que hicieran parte de sus filas, pero Andrea no fue reclutada, ella se fue voluntariamente.  Unos días antes de irse, unos integrantes del frente bajaron al caserío a hacer presencia y a cumplir con su cometido; llevarse a los niños o convencerlos de que se fueran voluntariamente, prometiendoles maravillas y una vida donde no les iba a faltar nada. 

 

Andrea ya tenía en su mente la idea de irse con algún grupo guerrillero de los que llegaban al caserío. En uno de esos días que los integrantes de la FARC bajaron al caserío, Andrea se enamoró a primera vista de uno de ellos. “A mí se me fueron los ojos cuando vi a ese joven, en ese tiempo él podía tener como 17 ó 18 años, era cachaco, alto, blanco y tenía unos ojos muy lindos. Era uno de los que estaba convenciendo a otros niños que se fueran con ellos. Pero ellos hablaban con nosotros a escondidas de nuestros padres, claramente para que no sospecharan”. Me cuenta Andrea mientras me mira concentradamente recordando esos tiempos. 

 

El joven de quien se enamoró Andrea, tenía el alias de Manuel, nombre que adoptó cuando ingresó a la guerrilla. Manuel le pareció muy linda Andrea, era una niña con un cabello que le llegaba a la cintura, también era blanca y era gordita.  “Manuel habló conmigo me dijo que sí me iba con ellos, me iba a ir bien, no iba a pasar trabajo, mejor dicho me lavó el cerebro y yo inocente de todo, con la idea de que me quería ir acepté y le dije que sí me iba con ellos”. 

 

Al día siguiente, ese frente ya se iba de por ahí y junto con ellos los niños que convencieron. Andrea se levantó temprano y le ayudó a su mamá a hacer el desayuno y los quehaceres de la casa. Como a las 10 de la mañana cuando su mamá se descuidó, se escapó y se fue para donde estaban acampados los guerrilleros, ella se fue solo con la ropa que llevaba puesta. Y ahí se reunieron todos los niños y agarraron camino. 

 

A eso del mediodía María Acuña, madre de Andrea, se preocupó porque no veía a su hija, le preguntaba a los vecinos si la habían visto, pero nadie le decía nada. Hasta que una niña, que jugaba con Andrea, le dijo que la había visto irse con los guerrilleros que se habían ido horas atrás.  A María se le vino el mundo encima, empezó a llorar como loca, desesperada porque a su hija se la había llevado la guerrilla. María dice que cuando la amiga de Andrea le dijo eso, a ella lo primero que se pasó por la mente fue que le iban a matar a su niña en los combates. Y se fue desesperadamente a buscar a su esposo quien estaba trabajando en un cultivo, para contarle lo que pasaba. 

 

Carlos Ramirez,  padre de Andrea, dice que cuando escuchó los gritos desesperados de María se imaginó que a Andrea le había pasado algo malo.  Y cuando María le contó que la guerrilla se había llevado a Andrea, Carlos inmediatamente pensó en irla a buscar.  Él sabía que no podían estar muy lejos porque no habían pasado muchas horas desde que se habían ido. Carlos llegó al campamento y solo encontró a 2 guerrilleros que estaban terminando de levantar el campamento. “Yo les pregunté por Andrea y me dijeron que ella se había ido con los demás que iban en camino, pero que Andrea se había ido voluntariamente, que ellos no la obligaron”, recuerda Carlos aquella situación.  

 

Andrea dice que por el camino todo el mundo le decía que iba a estar bien, que no se preocupara por nada. Pero al pasar los días se dio cuenta de que esa vida que le habían prometido no existía. No dormía bien en las noches, la colocaban a hacer guardia, a cocinar, en los entrenamientos no tenían compasión con ella. Y como si fuera poco, el joven del que se había enamorado, lo trasladaron para otra parte.  Una compañera de guerra le contó que él era el que más utilizaban para convencer a las niñas de irse para la guerra. 

 

Como para esa época los combates eran el pan de casi que todos los días, tenían que andar a la expectativa de todo, correr para un lado y para el otro. En los combates Andrea se traumatizó al ver tantos heridos y muertos. Cuenta que en un combate ella casi muere por culpa de una bomba que tiraron, que fue un milagro de Dios que se salvó.  

 

Fueron casi 5 años de esa mala vida, Andrea estaba cansada y ya no quería seguir en la guerrilla, así que junto con otros 2 compañeros planearon la huida y el escapé de esa vida. Su plan era que en el próximo combate que ocurriera, iban a permanecer juntos y en medio del tiroteo se iban a alejar y a esconder en una cueva hasta que todo pasará y los demás se fueran.  Permanecieron 3 días escondidos sin comer, solo tomando agua de un charco que había dentro de la cueva. Salieron de ahí y emprendieron la huida, en el camino se encontraron a un campesino le pidieron ayuda, este señor se las brindó. Los llevó a su finca donde vivía con su familia y le prestaron ropa de civil para que se cambiaran. Los ayudó a salir al pueblo para ponerlos a salvo y de ahí se fueron para la ciudad de Cartagena a donde hasta el día de hoy Andrea está residiendo. Sus compañeros después de años de estar en la ciudad, emprendieron otro rumbo. 

 

Hoy Andrea tiene un negocio de comida rápida, se casó y tiene 2 hijos. Después de un tiempo de haberse escapado de la guerrilla se reencontró con sus papás, quienes viven con ella también. Andrea quisiera borrar ese episodio de guerra de su vida y no recordar todo lo que le tocó vivir por una decisión de una niña inocente que no tenía ni idea de la cruel realidad de ese mundo de guerra. 

Espectadores del conflicto armado

Injusticias hacia la población por grupos paramilitares

Por: Camilo Fajardo

 

La batalla contra los grupos armados no para , y ahí lleva siendo durante muchos años en nuestro país colombia, donde miles de colombianos sufrieron y siguen sufriendo atropellos, malos tratos e injusticias en contra de las personas menos beneficiadas y todo por un control de la zona por parte de los grupos armados, diariamente Catalina veía como llegaban grupos armados a las casas del barrio donde tenía una tienda con su familia y podía notar cómo se metían a las casas mientras ellos estaban trabajando.

 

Valentina trabajaba en las tardes y no podía estudiar porque no alcanzaban los recursos para una universidad y está ayudando a sus papás, Valentina con 18 años, le tocó ver los peores escenarios que puede imaginar una persona, de como a la gente las sacan de sus casas, de cómo le quitan la vida a millones de inocentes que solo están tratando de buscar una salida a la mala situación económica y que les quiten lo poco que tienen deben ser muy triste.

 

Valentina nos cuenta la historia de cuando grupos armados entraron a la casa de una amiga de ella del colegio y atacaron contra su intimidad con los familiar amarradora en la sala, todo empezó cuando empezaron a llamar a diferentes casas de la zona de Sucre, Bolívar avisando el desalojo de los habitantes por grupos armados y si no salían iban a sufrir las consecuencias, muchas familias no saben si esto es verdad o es mentira y no se sabe si confiar, muchas familias hicieron caso mientras que otras que no lo hicieron sufrirían consecuencias en persona, tal así fue cuando una tarde llegaron grupos al barrio a diferentes casas y entraron a la casa de la amiga de Valentina llamada Andrea , ella con miedo no sabía lo que estaba pasando pero los papás sabían que no habían hecho caso a las indicaciones.

 

Mientras otras familias no quisieron arriesgar sus vidas y salieron corriendo de sus casas, otras familias no corrieron con muchas suerte y tuvieron que verse la cara con los grupos armados que querían tener el control de la zona costará lo que costará, nos dice Valentina que Andrea no podía mover sus piernas, cuando entraron a la casa los amarraron a todos y se llevaron a la Andrea a un cuarto mientras los otros del grupo que estaban en la sala estaban con los papas.

 

Luego de cometer este acto en contra de Andrea, el grupo paramilitar sacó a los familiares y los asesinó a sangre fría dejando con vida a Andrea que luego de ver eso contra sus papás y retirarse el grupo paramilitar, los del barrio llegaron a ver qué había pasado, entre llantos nadie sabía cómo parar con estas masacres que se viven diariamente en este país y como estos grupos no dejan vivir a la gente en paz

 

Colombia es un país que lleva años azotada por la violencia de gente que sólo quiere ver mal el país, todo por querer tener un control o querer tener respeto pero nunca podemos unirnos como patria y luchar por lo que todos queremos, nuestro país necesita amor, que la gente no tenga odios hacia los demás, hay que apoyarnos y poder luchar contar todas estas injusticias 

No todos son víctimas, hay unos que les toca ser espectadores

Por: Valeria Lafaurie 

 

La Región Caribe es una zona de Colombia en donde se han registrado miles de víctimas por causa del conflicto armado. Sin embargo, la gran mayoría de las víctimas son personas que vivieron o viven en zonas rurales de la región o en zonas apartadas de las grandes ciudades.  Por esta razón muchas personas que viven en las ciudades, como Barranquilla, han estado alejadas del conflicto que durante mucho tiempo se vivió y aún vive en esta región. 

 

Santiago Lafaurie, quien toda su vida ha vivido en Barranquilla, cuenta que jamás ha tenido un acercamiento directo o indirectamente con la guerra que se vivió en el país en la década del 90 o la década del 2000.  Lafaurie, es un comerciante que tiene su local en el norte de la ciudad, siempre se mueve en la zona norte, pocas veces sale al sur de la ciudad o a lugares rurales de la región.  Por lo tanto, para él es ajeno la situación que viven las víctimas, sin embargo afirma que sí ha escuchado en las noticias sobre masacres, atentados y lo que sabe o conoce de la situación es a través de los medios de comunicación. Para él el tema del conflicto armado no es relevante, por lo que no se interesa por investigar o estar al tanto de este. 

 

Por otra parte, Claudia Ortiz, quien es un odontóloga que trabaja en Barranquilla desde hace más de 10 años, dice que a pesar de que no ha sido víctima del conflicto armado, si tiene a una conocida muy cercana que sí fue víctima del conflicto.  Al tener una relación indirecta con ese tema, cuenta que ser víctima de cualquier grupo armado no es fácil. El trauma que deja esta situación muy difícilmente se cura, tal vez se llegue a superar y aprender a vivir con el. Claudia cuenta que aunque no es víctima, sí siente mucha empatía por las personas que sí lo son, y que siente admiración por ellas, porque no es fácil salir adelante teniendo un oscuro pasado con estos grupos. 

 

Nayelis Mercado, por su parte, sí ha visto y presenciado el conflicto desde muy cerca, pero no ha sido víctima. Cuando tenía 15 años vivía con sus padres en un pueblo de Sucre, Onofre. Ella fue testigo de las injusticias que hacen los paramilitares cuando llegaban a su pueblo. Aunque con ella ni a con familia se metieron, sí vio como asesinaron al papá de una amiga porque lo confundieron con otra persona. Dice que ese episodio fue muy fuerte para ella porque jamás había visto asesinar a una persona. Durante los siguientes día ella no podía dormir porque no dejaba de recordar como le dispararon a ese hombre delante de una multitud. 

 

Rafael Hernandez, quien vive en Magangué Bolívar, cuenta que tampoco ha sido víctima del conflicto armado, pero que su esposa sí lo es. Por lo que le ha tocado lidiar y escuchar muchas historias de persona que han sido víctimas de muchas manera y que aunque su esposo fue víctima hace más de 20 años, al día de hoy no termina de sanar ese episodio que vivió cuando era joven. Dice que por mucho tiempo su esposa tenía pesadillas muy fuertes y se despertaba gritando que no le hicieran daño. 

Socialización del informe final de la comisión de la verdad

La esperada verdad y las reacciones conseguidas

Por: Angelly Martinez

 

La entrega del informe final de la comisión de la verdad ha despertado todo tipo de reacciones. Desde incrédulos hasta profundos dolientes de los hechos expresan sus opiniones sobre este. 

 

El informe que reúne cerca de 30.000 testimonios de víctimas del conflicto armado fue publicado el pasado 28 de junio. Distintas son las reacciones y opiniones que se han formado alrededor de este. El escrito de 800 páginas narra los acontecimientos ocurridos durante 52 años del conflicto armado en Colombia. Esclarece los hechos delictivos que acabaron con la vida de 220.000 personas y desplazó hasta 5 millones de personas. Luego de los distintos espacios de socialización del documento ofrecida en estancias de la Universidad del Norte, estudiantes de carreras profesionales diversas han salido a dar su opinión después de desmenuzar profundamente apartados del informe.

 

Daniela Perez, estudiante de arquitectura de 6to semestre cuenta que tuvo la oportunidad de leer el capítulo del Caribe. “Pienso que es necesario estar enterados de todo esto, no son acontecimientos ajenos a nosotros, no podemos permitir seguir caminando en la ignorancia con temas tan delicados que han azotado el país” Asegura que tuvo que parar de leer algunos fragmentos que le causaron profundo asombro y tristeza. “Siempre había escuchado que pasaron cosas horribles, pero nunca pensé en la magnitud de los hechos.  Las narraciones de las víctimas, la crudeza y especificidad con la que explican cada cosa, realmente es abrumadora, pero como dije antes, necesaria de escuchar.” 

 

Por otro lado, Simon Lopez, estudiante de ingeniería industrial de noveno semestre considera que el informe está hecho con un enfoque sesgado y motivado por intereses propios de los partidos de la izquierda. “Quieren hacer ver a honorables presidentes como villanos de película, cuando no es así. Una historia tiene varias versiones. Y esta versión está contada por investigadores y periodistas de la izquierda. No soy ni seré partidario.” Afirma que el informe no está mal, pero considera que quedarse con una sola versión, es exactamente el problema que hoy en día enfrenta el país. “Quiero leer ahora un informe hecho por personas que no tengan intereses políticos, gente que realmente sea imparcial en todo esto” concluye.

 

Como Daniela y Simon existen muchos más estudiantes con diversas percepciones del informe. Daniel Freyle, estudiante de economía de séptimo semestre, cuenta que asistió a uno de los talleres realizados por la universidad en el marco de socialización del informe. Según cuenta, este ha sido un tema de significativo interés para él. “Siempre he tratado de mantenerme informado con toda la historia del país. Sin duda alguna, este informe es un legado de amplio valor para todos los ciudadanos. Yo diría que es un deber leerlo si está a nuestro alcance.” Además, Daniel considera que podría verse el informe final como un cierre respetuoso del conflicto. “Pienso que simbólicamente es una buena forma de cerrar el capítulo del terror con mucho respeto hacia las víctimas, claro.” 

 

Es de resaltar la iniciativa educativa que se ha tenido desde la construcción del informe hasta su publicación. Asimismo siguen los espacios que la Universidad del Norte propone para la socialización y apropiación del Informe Final de la Comisión de la Verdad. 

¡LOS COLEGIOS DEL PAÍS SI ABRAZARON LA VERDAD!

Por: Angelly Martinez

 

La entrega del informe final de la comisión de la verdad ha despertado todo tipo de reacciones. Desde incrédulos hasta profundos dolientes de los hechos expresan sus opiniones sobre este. 

 

El informe que reúne cerca de 30.000 testimonios de víctimas del conflicto armado fue publicado el pasado 28 de junio. Distintas son las reacciones y opiniones que se han formado alrededor de este. El escrito de 800 páginas narra los acontecimientos ocurridos durante 52 años del conflicto armado en Colombia. Esclarece los hechos delictivos que acabaron con la vida de 220.000 personas y desplazó hasta 5 millones de personas. Luego de los distintos espacios de socialización del documento ofrecida en estancias de la Universidad del Norte, estudiantes de carreras profesionales diversas han salido a dar su opinión después de desmenuzar profundamente apartados del informe.

 

Daniela Perez, estudiante de arquitectura de 6to semestre cuenta que tuvo la oportunidad de leer el capítulo del Caribe. “Pienso que es necesario estar enterados de todo esto, no son acontecimientos ajenos a nosotros, no podemos permitir seguir caminando en la ignorancia con temas tan delicados que han azotado el país” Asegura que tuvo que parar de leer algunos fragmentos que le causaron profundo asombro y tristeza. “Siempre había escuchado que pasaron cosas horribles, pero nunca pensé en la magnitud de los hechos.  Las narraciones de las víctimas, la crudeza y especificidad con la que explican cada cosa, realmente es abrumadora, pero como dije antes, necesaria de escuchar.” 

 

Por otro lado, Simon Lopez, estudiante de ingeniería industrial de noveno semestre considera que el informe está hecho con un enfoque sesgado y motivado por intereses propios de los partidos de la izquierda. “Quieren hacer ver a honorables presidentes como villanos de película, cuando no es así. Una historia tiene varias versiones. Y esta versión está contada por investigadores y periodistas de la izquierda. No soy ni seré partidario.” Afirma que el informe no está mal, pero considera que quedarse con una sola versión, es exactamente el problema que hoy en día enfrenta el país. “Quiero leer ahora un informe hecho por personas que no tengan intereses políticos, gente que realmente sea imparcial en todo esto” concluye.

 

Como Daniela y Simon existen muchos más estudiantes con diversas percepciones del informe. Daniel Freyle, estudiante de economía de séptimo semestre, cuenta que asistió a uno de los talleres realizados por la universidad en el marco de socialización del informe. Según cuenta, este ha sido un tema de significativo interés para él. “Siempre he tratado de mantenerme informado con toda la historia del país. Sin duda alguna, este informe es un legado de amplio valor para todos los ciudadanos. Yo diría que es un deber leerlo si está a nuestro alcance.” Además, Daniel considera que podría verse el informe final como un cierre respetuoso del conflicto. “Pienso que simbólicamente es una buena forma de cerrar el capítulo del terror con mucho respeto hacia las víctimas, claro.” 

 

Es de resaltar la iniciativa educativa que se ha tenido desde la construcción del informe hasta su publicación. Asimismo siguen los espacios que la Universidad del Norte propone para la socialización y apropiación del Informe Final de la Comisión de la Verdad. 

Uninorte se suma al desarrollo de la socialización de la verdad

Por: Jeiner Pérez Berdugo

La comisión de la verdad, luego de haber entregado al país su informe el 28 de junio viene impulsando para las instituciones de educación superior, el querer poner en manos de los jóvenes y estudiantes de Colombia, el futuro del país que quisieron formular en el Informe Final. Por esta razón, algunas universidades han decidido abrir sus puertas para socializar, apropiar e implementar las recomendaciones del ‘Informe Final’. Porque la comunidad universitaria, además de haber sido víctima del conflicto armado, le ha apostado a proponer formas de construcción de paz, con mayor equidad, justicia social, garantía de derechos y resistencias. 

Por lo tanto, Uninorte no ha sido la excepción y se ha sumado a la socialización de la verdad, ofreciendo su colaboración para aportar al desarrollo de la construcción de la verdad y, en marco de la Cátedra Europa, se firmó el convenio marco para la cooperación académica, científica y cultural con los representantes de la Comisión en la costa Caribe.

De este modo, la Universidad Del Norte ha abierto varios espacios de diálogos en lo que va corrido de este año, en los que se ha compartido las experiencias e historias que hicieron parte de este proceso, así como, la estrategia de comunicaciones que se ha implementado. Así que, desde la UNINORTE también se abraza la verdad a través de distintos espacios como: 

 COLOMBIA XXII CÁTEDRA: Hay futuro si hay verdad, el cual los estudiantes participaron en un espacio de diálogo abierto dentro de la uninorte, en el que se les contó sobre que era el informe, cuántos capítulos tiene, y en el que se centraron sobre el caribe colombiano, lo cual puso a reflexionar a los estudiantes sobre el conflicto armado en Colombia, dónde se visibilicen las distintas voces y se proponen la construcción de la paz, en el que además se proponen convertir las aulas en donde se busca educar desde lo bello, lo bueno, pero también lo verdadero, como dijo Juan Pablo Ferro “Dialogar sobre la verdad o las verdades, es un anhelado objetivo que tanto nos desvela como periodistas y que es sinónimo de que existe una verdadera democracia”.             

GENERACIÓN V+ DE LA COMISIÓN DE LA VERDAD REALIZA TALLER EN UNINORTE, el cual se llevó a cabo el 6 de agosto con líderes de diferentes partes del caribe colombiano, en donde se realizó un taller de apropiación y formación del Informe Final, y de la plataforma virtual de la Comisión de la Verdad con los voluntarios de la Generación V+ la cual es una red integrada por jóvenes de distintas comunidades e instituciones educativas del país, dispuestos a promover procesos pedagógicos con la sociedad e instituciones educativas colombiana.

STREAM DE UNINORTE FM SOBRE LA COMISIÓN DE LA VERDAD, en dónde se conversó  con Marta Ruiz sobre su experiencia como comisionada; las Colombia que conoció y las recomendaciones de la Comisión para que la violencia no se repita.

De esta manera, podríamos decir que cada uno de los espacios en las instituciones educativas tienen una importancia fundamental en la socialización del informe, ya que dichos espacios le permiten realizar un diálogo cara a cara, donde estudiantes, docentes sienten confianza y tienen un acercamiento real con la Comisión. Además, se ve a las instituciones educativas como territorio de paz y, buscan que los jóvenes sientan la verdad como un factor importante para la resolución de conflictos y que además generen propuestas generales en concordancia los objetivos de la Comisión. Promover más espacios de memoria histórica dentro de las instituciones, reconocer la historia del caribe y el país, crear espacios de diálogo para mejorar la convivencia, reconocer al otro así existan diferencias.

Razones como estas, que generan un acercamiento entre los estudiantes y la verdad es lo que ha hecho que la universidad del norte piense en hacer más proyectos nuevos y siga realizando más espacios como los antes nombrado a lo largo de este año y el próximo año como una propuesta para la socialización del informe.