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Produciendo pa’ gozar: El arte detrás del picó

Elaborado por: Samuel Morales
En la calurosa Barranquilla, donde los colores vibran tanto como los ritmos que emanan de los “picos”, los productores musicales José Páez y DJ Demoledor revelan los secretos de un género que fusiona tradición y modernidad: la música picotera. En este mundo, la creación de una canción es todo un proceso de construcción meticuloso y lleno de pasión desbordada. Aunque sus orígenes y primeros ecos parecen difusos, lo que está claro es que los picos han trascendido fronteras generacionales, convirtiéndose en la esencia misma de la celebración barranquillera.  
En un pequeño estudio de grabación en Barranquilla Páez nos cuenta cómo se genera una canción desde su punto de vista. La receta comienza con la base percusiva, ese ritmo que hace que el cuerpo se mueva.  
“Se arma la base desde el computador con diferentes programas”, explica Páez, destacando la importancia de la tecnología en su trabajo. Pero no todo es digital: la armonía que sigue se complementa con instrumentos en vivo como la guitarra, el bajo, y a veces, las trompetas. La clave de la champeta, según él, está en la percusión, un elemento que no puede faltar si se quiere lograr el “picó”. 
A medida que el proceso de creación avanza, el productor debe pensar en la influencia cultural que le da forma a la canción. Para Paéz, la música africana y haitiana tienen un papel crucial, pero también las raíces del Congo son esenciales. De hecho, recuerda con nostalgia a los grandes músicos de la historia de la champeta, quienes han sido su inspiración al momento de producir. Con ellos aprendió lo que es un buen ritmo, lo que es alimentar el alma con el verdadero sabor del Caribe. “Todo lo que suene de África nos alimenta”, afirma Páez, subrayando la importancia de las influencias en el proceso de creación musical. 
Desde otro ángulo, DJ Demoledor, un pionero de la escena picotera, recuerda cómo comenzó a hacer música. “Antes lo que hacía era tomar ideas de canciones africanas, agregarles mis sonidos y crear los famosos loops, cuenta el productor. En su época, el trabajo con el micrófono y el computador era más tosco, pero eso no le impedía crear sonidos frescos para la comunidad. “Ahora todo es más práctico”, dice, refiriéndose a la revolución tecnológica que ha transformado la manera de producir la música picotera. Sin embargo, lo esencial sigue siendo lo mismo: que la gente se prenda” y se deje llevar por el ritmo. “Si la canción no mueve al público, no se pone más”, asegura Demoledor. El trabajo de un productor no está completo hasta que el público lo aprueba. Este testimonio recalca que la música es un juego de aceptación mutua entre el creador y la audiencia.  
No obstante, el camino desde la idea hasta la aceptación del público no es sencillo. Dj demoledor explica: “Hacemos una maqueta y se la damos al pico. Si en dos o tres días los WhatsApps no paran y la gente la pide, sabemos que vamos por buen camino. Si no, la dejamos ahí, el público es el que manda.”  
Paéz coincide y agrega que el desafío va más allá de los gustos personales: “El público de la champeta es muy exigente, a veces hasta agresivo en sus críticas. Pero cuando les gusta, lo es todo.” 
Aunque la tecnología ha facilitado la producción y los géneros globales han influido en la música picotera, el espíritu permanece inquebrantable. En el Caribe colombiano, el picó no solo es un símbolo de diversión, sino un testimonio de cómo la música puede unir a una comunidad. La música picotera es, al mismo tiempo, un puente entre culturas y un espejo de la comunidad que la vive. Desde las manos de productores como José Páez y DJ Demoledor hasta las multitudes que se agitan al ritmo de los parlantes, el picó sigue siendo el alma vibrante del Caribe colombiano.