Por Claribel Marchena.
Es muy común pensar que la recocha del Carnaval no compagina con ninguna actividad seria. Sin embargo, Paco Paco hoy nos demuestra que la alegría y el berroche son una gran fuente de aprendizaje.
Con una sonrisa contagiosa, su nariz amplia y sus ojos que se achican al sonreír, Hugo Diaz Granados se ha convertido en la personificación de la alegría dentro del Carnaval de Barranquilla. Con su personaje, Joselito Paco Paco, ha llegado a fomentar el amor y el sentido de pertenencia en quienes, de alguna u otra forma, interactúan con él.
―Soy 100% Barranquillero y amo muchísimo al Carnaval de Barranquilla desde que soy un niño. ― es lo primero que deja en claro cuando iniciamos nuestra conversación.
A través de Paco Paco, Hugo hizo parte del Carnaval de los Niños por 14 años y, por eso, hoy en día es considerado un hacedor neto de esta fiesta. Cada año se pone su disfraz que consta de una pintura facial de colores, una guayabera con su personaje plasmado y una gorra con diferentes motivos. En conjunto, todo esto hace alusión a la figura de un saltamontes que es popularmente conocido como paco paco.
Sin embargo, luego de 4 largos días de carnaval, Joselito Paco Paco pasa a un segundo plano y toma protagonismo el profe Hugo: su profesión el resto del año.
―Yo estudié y actualmente trabajo en la Escuela Normal Superior la Hacienda. Gracias a ella soy lo que soy y por ella también amo mi profesión. ― Sonríe mientras nos habla del lugar que lo formó.
Gracias a la oportunidad que tiene en la pedagogía, transmite a las generaciones más pequeñas su amor por el Carnaval y, en medio de música, sonrisas y baile, convierte a esta fiesta en una escuela de valores y conocimiento.
“Como profesor que soy, pienso que el Carnaval es un eje pedagógico y a través de él podemos enseñar muchas cosas lindas: muchos valores en los niños y, sobre todo, siempre trato desde mi personaje, Paco Paco, inculcar el sentido de pertenencia por nuestras cosas”
Es por eso que una mañana calurosa, como cualquier otra en la ciudad de Barranquilla, el profe Hugo llevó a sus estudiantes a un salón abierto, rodeado de árboles y con una frescura envidiable. Ahí empezó a dictar su clase sobre cultura y carnaval a sus pequeños estudiantes que no cabían de la emoción por la actividad que iban a realizar ese día.
De repente, el profesor Hugo se levantó de su silla, prendió su gran parlante y, como si el silencio hubiera huido rápidamente, se empezó a escuchar El mico ojón, de Pedro Ramayá. Tengo un mico narizón
para que lo sepas tú
también el mico es ojón
y es bastante pelúo.
Es morisquetero
mico ojón pelúo…
Apenas se escuchó la pegajosa melodía, por las venas de Hugo empezó a correr el carnaval que tanta ama. Sus estudiantes, dueños de ese mismo sentir, imitaban sus movimientos que, sin ser totalmente conscientes, exaltaban las raíces de la tierra que los vio nacer.
Los niños saltaban, daban vueltas y se rascaban la cabeza como micos una y otra vez. Luego de tanta práctica, resultó una coreografía que tuvo el propósito de enseñarles valores como el compañerismo, el respeto por el otro, la perseverancia y el amor por las tradiciones.
―Yo enseño esto porque lo cultural se asocia mucho a carnaval y si, ese es nuestro eje, pero también trabajo esa parte muy lúdica y les enseño las danzas, las teorías y todo lo bonito que tiene nuestra fiesta. ― dice al recordar aquella tarde.
Sin duda, al profe Hugo le gusta lo que hace. Pasa sus días rodeados de niños que con cada saludo que le dan, demuestran su gran aprecio por el profesor que los educa. Paco paco, por su parte, siempre está ahí, dentro de él. “Yo soy carnaval los 365 días”, dice. Porque para Hugo, esta fiesta se refleja en la alegría con la que trabaja cada día.