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LA MATERNIDAD COMO CABEZA DEL HOGAR

Por: Sebastián Viaña

“Yo no soy feliz, yo me hago la vida feliz yo misma” es lo primero que contesta cuando alguien le dice que ella es muy feliz. Verónica Fernández, con ayuda de cómplices, en especial de su hija Adaluz, decide ser libre y vivir tranquila. Tranquilidad y libertad que he podido presenciar durante todos los años en los que he mantenido una amistad con su hija.

A sus 54 años, se mantiene en el Laboratorio Verónica Fernández, que dirige desde hace 30 años como bacterióloga en Malambo. Trabajando mayormente con niños y adolescentes, junto con sus hermanas mayores: Liliana y Marcela. Su hija Adaluz la describe como una persona enfocada y dedicada en su trabajo. Divertida, amable y generosa. “Siento que por eso me va bien, allá la gente me quiere”, expresa Verónica. Siempre ha sido una mujer independiente en el ámbito laboral y ha podido tener estabilidad desde sus comienzos en el consultorio. “No sé lo que es pedir un permiso porque yo misma me los otorgo”, menciona.

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Fotografía compartida por Adaluz Polanía

Dentro de sus opciones para su futuro, ser bacterióloga nunca fue la primera. Al estar en una familia de doctores y al tener un negocio familiar dentro del área de la salud decidió tomar el mismo camino. Decisión con la que se siente satisfecha hasta el día de hoy ya que la ha convertido en una persona sensible, que se preocupa por los problemas de los demás. Para familiares como Liliana Fernández, su hermana mayor, Verónica es una mujer que vive tranquila, que la mayor parte del tiempo está en buenos términos con los demás y se mantiene con una buena actitud. “Son pocas las veces que he visto a Vero enojada o de mal genio. Normalmente es ella quien trata de subirle el ánimo a todos”, mencionó Liliana.

La perspectiva de la vida no siempre ha sido la misma para Verónica. Cuando estaba casada, era más de quedarse en casa. Desde el fallecimiento de su esposo Marco, piensa que la vida hay que aprovecharla al máximo, porque no se sabe en qué momento puede pasar algo. Dentro de lo que he podido compartir con ella al ser la madre de una de mis mejores amigas, siempre he notado el hecho de que trata de tener una sonrisa en su rostro la mayor parte del tiempo, y también de dibujarla en aquellos que están a su alrededor. Nunca se escucha un comentario pesimista por su parte, siempre es apoyo y transmite confianza.

El sentimiento de complicidad es lo que hace que Verónica transmita seguridad a quienes la rodean. Sin dejar de lado el carácter de adulto responsable y madre, encuentra la forma de hacer saber que se cuenta con ella y que será una guía en lo que se necesite. Incluso aquellos que no son de su familia cercana, como amigos y compañeros de su hija, saben que cuentan con una figura que los acompaña sin juzgar. “Vero es como otra mamá para nosotros. Yo sé que sin duda alguna puedo pedirle consejo y ella estará allí para escucharme”, mencionaron Jorge Navarro y María Camila García, amigos cercanos de su hija.

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Fotografía compartida por Adaluz Polanía

Desde niña, Verónica siempre supo que quería ser madre. Su deseo era tener 4 hijos, pero después de 10 años solo pudo tener uno. Su entorno también influyó en el amor que quería dar al ser madre. De sus hermanas, era la quinta. “Ya ni fotos me tomaban”, expresó entre risas. Algo que la motiva a ser una buena mamá es el hecho de que su hija no tiene padre ni hermanos. “Tengo que darlo todo, porque nada más nos tenemos las dos”, menciona.

Para su hija Adaluz, ella siempre hace sentir felices a los demás y a ella también. “Me hace sentir querida, amada” Expresa. Siempre ha sido un apoyo incondicional para ella y ha construido una relación basada en la confianza, una de las cosas que más considera importantes como madre. “Ada sabe que puede confiar en mí, yo no estoy aquí para que me tenga miedo”.
Verónica se siente satisfecha, tranquila y orgullosa. Satisfecha porque es libre y feliz, tranquila porque sabe que su trabajo se ve reflejado en aquellos que la rodean, especialmente su hija; y orgullosa del lugar al que ha podido llegar con su familia. Más que la idea de una familia, valora los momentos que pasa con ellos y con su hija. Cosas como salir al cine a ver una película, ir a comer en restaurantes y compartir un rato agradable con las personas.
El equilibrio es la palabra que la representa. Por un lado, es una madre exitosa que a pesar de tener la responsabilidad tanto de figura materna como paterna ha logrado dar lo mejor de sí. Por el otro, es una profesional independiente. Es así como decide ser feliz.