Por: Juliett Marquez
“Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde”, sí. "Nadie sabe cómo la está pasando mi amigo, vecino, familiar hasta que a mí me pasa lo mismo”, sí. "Nadie sabe el temor y frustración de un abuso hasta que, lamentablemente, nos pasa”, sí.
El miedo se ha vuelto el accesorio común de las mujeres en cualquier salida: sea de día o de noche, a la iglesia o a una discoteca, una salida con mis amigas o con mi pareja. Siempre está ahí, de llaverito de la buena suerte porque, a fin de cuentas, es ese miedo el que nos mantiene alerta para que no suceda aquello que es inimaginable.
El miedo nos acorrala, nos hace sentir inferiores y culpables de una situación donde el único delito es ser mujer. Según la Organización Panamericana de la Salud, el 25% de las mujeres y niñas en América han reportado diferentes tipos de violencia por un agresor en cualquier parte de su vida. En Colombia en lo que va del año, se han reportado 4.027 denuncias por delitos sexuales únicamente hacia mujeres, según la base de datos de la Policía Nacional. 79 de esas denuncias fueron en la ciudad de Barranquilla, donde 39 de ellas implicarían a menores de edad (Ver gráfica).
Suena abrumador, pero no es de sorprenderse. Desde el 2020, los delitos como actos sexuales y acceso carnal abusivo a menores de edad son los que más han sido reportados en la ciudad de la sabrosura y el carnaval, según lo indica la misma base de datos.
Para mí, por ejemplo, se me hace casi imposible no llevar la llave de mi carro entre mis dedos mientras camino a mi destino, haciendo sobresalir la parte más fina de la misma por si "algo llegara a suceder". Un piropo, un hombre pasando por mi lado, una moto disminuyendo la velocidad mientras pasa por la acera en la que estoy, carros pitando, pasos acercándose... literalmente, cualquier cosa. Lo que sea por mi seguridad. Lo peor del caso es recordar todas aquellas situaciones que me hicieron sentir incómoda en algún momento: el señor que nos vigilaba a mi hermana y a mí cuando jugaba con mis amigos a las escondidas en la calle, tenía 11; o el mototaxista que me cerró en un andén y me dijo “Ven, ¿no quieres ver mi pene?”, tenía 14; o el señor de edad de mi trabajo, nuevo, que mientras lo ayudaba con algo de la empresa solo me miraba las piernas y luego me decía "Pero tú eres muy linda", hace un par de semanas, a mis 20 años.
Más inquietante es reconocer la cifra de abusos del año 2020, donde el virus por el COVID-19 invadió al mundo entero. Se reportaron 257 delitos por acto sexual a menores de edad. Un año de encierro y convivencia total con las familias irónicamente fue donde más delitos de esta causal se cometieron. ¿Dónde está la seguridad de las niñas? ¿Dónde quedó su felicidad? ¿Dónde quedó la protección de sus familias? Aproximadamente, 21 niñas fueron violadas en cada mes solo en la ciudad de Barranquilla en el año 2020.
En el año 2022, se realizaron un total de 411 denuncias por delitos sexuales. Indicando así que alrededor de 34 delitos fueron cometidos por mes y dos delitos fueron cometidos por día. Según ZhujiWorld, una página web que almacena información del Banco Nacional y las Naciones Unidas, indica que en Barranquilla hay 732.494 mujeres. Estas cifras es solo una muestra más que, a pesar de los alardes de alta seguridad ciudadana que exaltan los gobernantes de la ciudad es solo una cortina de humo noticiosa para esconder lo que vivimos cientos de mujeres en ‘La Arenosa’.
La jocosidad y alegría que caracteriza al barranquillero promedio permite que temas como el “halagar”, “sabrosearse a una pela” o “el mal humor debido a la parranda” sean dejados de un lado restándole importancia a lo verdaderamente alarmante: la normalización del abuso hacia la mujer.
Miles de historias se escuchan entre murmuros dentro y fuera de las cuatro paredes que mantienen resguardado a los abusadores, quienes vigilan a su víctima como un felino a su presa: lo estudia, lo sigue y observa de lejos, sus pasos, sus acciones, lo que hace y deja de hacer, todo hasta esperar el momento perfecto de atacar. Luego, cuando su víctima se encuentra sola, vulnerable y sin una sola esperanza de rescate, se lanza en busca de lograr su cometido. Leidy Pinto, de 19 años, en sus épocas de colegio –a sus 14 años- se encontraba de camino a su casa con una amiga luego de una larga jornada académica y actividades extracurriculares. En medio de la caminata, alrededor de las 6:30 p.m., un señor en un taxi les pide acercarse. Leidy, en el acto de saber qué necesitaba el taxista, se acerca un poco y se percata que este se encuentra masturbándose. Afortunadamente, salió corriendo llevándose a su amiga del brazo. El taxi, según comenta Pinto, las siguió por una cuadra más hasta que decidió rendirse y huir.
Cristina Vega, periodista de este especial, a sus 16 años recibía constantemente llamadas de números desconocidos. Luego de varios intentos donde ‘Titi’ –como la llaman sus allegados-, decidió contestar. Inmediatamente, ve que del otro lado de la pantalla se encuentra un completo desconocido mostrándole sus partes íntimas sin su consentimiento. Ella decide colgar y bloquear todos los números que la habían estado llamando. Minutos después, recibe otra llamada. Afortunadamente, no volvió a contestar.
Rosmery Henriquez, de 50 años, en su último año escolar -a sus 17 años- se encontraba en una parada de bus para dirigirse a una jornada de alfabetización. Durante el tiempo de espera, un vecino se acerca montado en una bicicleta, se baja un poco su pantalón y le muestra sus partes íntimas. Por suerte, esto no llegó más lejos, ya que el bus llegó y ‘Rosy’ (como le llaman sus conocidos) pudo montarse y salir de ahí.
Estas son solo tres historias que evidencian lo que muchas mujeres tienen que pasar día a día, que se ha venido presentando en la sociedad desde hace muchos años y que se ha catalogado muchas veces como “normal”.
Para nadie es un secreto que la aparición de nuevas tecnologías y herramientas tecnológicas mantienen unidas a las personas y han traído consigo tanto cosas buenas como malas. Por ejemplo, con el tiempo las personas han buscado la manera de utilizar estas herramientas que nos brinda la ciencia para acosar, como lo sucedido con Titi. Por otro lado, herramientas como redes sociales, aparte de que muchas personas las utilizan de forma negativa, estas pueden ser utilizadas para un bien y crear lazos entre personas.
Para nadie es un secreto que la aparición de nuevas tecnologías y herramientas tecnológicas mantienen unidas a las personas y han traído consigo tanto cosas buenas como malas. Por ejemplo, con el tiempo las personas han buscado la manera de utilizar estas herramientas que nos brinda la ciencia para acosar, como lo sucedido con Titi. Por otro lado, herramientas como redes sociales, aparte de que muchas personas las utilizan de forma negativa, estas pueden ser utilizadas para un bien y crear lazos entre personas.
En esta ocasión, por medio de redes sociales realizamos una encuesta sobre si alguna vez habían sufrido algún tipo de abuso/acoso. Dentro de las cinco preguntas realizadas se obtuvieron 759 respuestas en total. Los resultados cuantitativos muestran lo siguiente:
Como se puede evidenciar más de la mitad (61,7%) de los encuestados han sufrido de acoso sexual. Cabe resaltar que las respuestas obtenidas son bajo las definiciones propias que los encuestados tienen acerca del abuso/acoso. Esto quiere decir que puede que algunos no sepan con certeza lo que conlleva esto. Además, hay que tener en cuenta que no todos los participantes respondieron todas las preguntas.
Es así como las mujeres en Barranquilla como Leidy, Titi y Rosy a la luz de hoy le es imposible no estar alerta con sus amigas, madres, hijas para que no vivan las mismas experiencias que ellas, sin quererlo ni buscarlo, les tocó. Es así como miles de mujeres prefieren no salir de noche o no vestir cierto atuendo. Todo para protegerse. Es así como la llave entre mis dedos mientras camino nunca me faltará.
En la pregunta de qué tan inseguras se sienten tomando el transporte público (las opciones eran: muy insegura, normal y segura), el promedio de las 175 personas que respondieron se encuentra en muy insegura. Por otro lado, casi el 90% de los participantes mandan la ubicación al montarse en el transporte público o carros particulares que ofrecen estos servicios. Además, dentro de otra de las preguntas que hacía referencia a exponer en qué lugares te sientes inseguro, muchas de las respuestas obtenidas fueron transportes públicos.
Con respecto a todo lo mencionado anteriormente, se puede dejar en evidencia la realidad del abuso/acoso por el que se enfrentan la mayoría, por no decir que todas, las mujeres en Barranquilla. Cabe señalar que casi todas las respuestas dadas en esta encuesta fueron por parte de mujeres, sin embargo, no se excluyeron a los hombres para esto. Esto solo es una pequeña parte de la realidad, ya que no se está teniendo en cuenta las que no quieren hablar por miedo o por el simple hecho de que no saben lo que realmente representa un abuso/acoso.