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CONSTRUIR UN CAMBIO GENERACIONAL

Por: Sophia Cortés

La influencia económica es un poder que no se puede negar. Cuando para el colombiano la balanza se ubica en el ámbito profesional y salarial, se inclina a emigrar. La búsqueda de un equilibrio entre el ingreso económico, sea el trabajo que sea, y el costo de vida, prima sobre quedarse en el país donde sus raíces fueron sembradas y regadas. La misma raíz les pide ser arrancada para crecer.

La tasa de desempleo en Colombia en la última década se ubica en el 10,65%. Dentro de las personas que se encuentran empleadas actualmente casi la mitad (46,1%) gana menos del salario mínimo mensual legal vigente (SMMLV), el 18,1% recibe el mínimo, solo 1 de cada 10 personas que trabajan gana más de 2 SMMLV y es aún menor la cifra de los asalariados que sobrepasan los 10 millones de pesos con el 3%. A medida que va aumentando el salario, las posibilidades de conseguirlo van disminuyendo. La esperanza en el mercado laboral no es tentativa.

Las estadísticas de La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) indican que el 43% de colombianos con nivel de educación superior piensan en migrar, por encima del promedio latinoamericano que se ubica en el 35,8%. Tan solo el 15% de aquellos con educación básica primaria completa o incompleta piensan en irse del país. Entre mayor nivel educativo mayor es el número de personas que consideran la posibilidad de irse.

El pensamiento del afuera se gana mejor

Alexander Villarraga, economista y doctor en Políticas Públicas, comenta que debido al gran número de externalidades (variantes) el calcular sí a un emigrante le va mejor en el exterior en comparación con un profesional en el país que ejerce el mismo trabajo no es posible sin realizar un estudio específico al respecto. Al comparar únicamente el salario de una profesión “si se traduce el salario de dólares a pesos, claramente veremos una suma que lo supera pero no solo se trata de la transformación sino también la relación al coste de vida”.

Por otro lado, menciona que no se puede considerar como una fuga de cerebros al no tenerse los datos en totalidad del nivel de educación de todos los migrantes. Si se forma fuera del país, es el otro país que está capacitando el capital humano. En este caso el Ministerio del Exterior solo tiene el registro de 648 mil 718, de los cuales tan solo el 13% se fue con un nivel de pregrado profesional o tecnológico.

En Colombia solo 4 de cada 10 bachilleres ingresan a la educación superior. Y de los que completan sus estudios solo el 13,8% gana más de 2 SMMLV. Es una realidad a la que se enfrentan los profesionales. Una realidad que motiva buscar opciones en otro lugar al no haber espacio para crecer.

Las remesas como impulso económico nacional

A pesar de darse una baja en capital humano en el país, el retorno de lo que podría considerarse la inversión en cada ciudadano se ve a través del envío de divisas a sus familiares. Las remesas son una fuente significativa para el desarrollo de la economía del país, aporta 2,3 veces más que las exportaciones del producto estrella colombiano como lo es el café.

El Banco de la República reporta que las remesas equivalen al 2,7% del Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia, para dimensionarlo el café solo hasta el año pasado llegó a aportar el 1% que no alcanzaba desde el 2002. En algunos departamentos este es uno de los motores económicos con los que se sustentan las ciudades como Pereira. Que en el histórico ha sido trastocada negativamente con la disminución de las remesas. A mediados del 2008 y 2009 cuando la economía mundial entró en recesión, su desempleo aumentó y su tasa de ocupación disminuyó. El 19,2% de su economía se basa únicamente en la participación de las remesas a diferencia de otros departamentos donde representa una sola cifra y no genera un mayor impacto.

Los países de origen con el mayor monto de envío de remesas son Estados Unidos, España, Chile, Reino Unido y Venezuela. Que coinciden con los países de mayor destino de los emigrantes colombianos. Según los registros de Migración Colombia y la Cancillería, la primera ola migratoria, llámese ola a la migración masiva de un grupo de personas por el mismo motivo, en Colombia fue en los años 60’ hacia Estados Unidos, luego en los 80’ para Venezuela y la última ola hacia España en los 90’. A partir de los años 2000 los migrantes fueron aumentando paulatinamente variando los destinos y las razones migratorias. Sin embargo, estos tres países siguen teniendo el mayor número de emigrantes en sus territorios.

Para Adolfo Meisel, rector de la Universidad del Norte, Doctor en Economía y ex Codirector del Banco de la República, que los colombianos se vayan del país es necesario y beneficioso. La migración renueva las remesas que ingresan al país. Al este dinero estar directamente relacionado con los familiares que se quedan en Colombia, al pasar a crear familia en otro lugar la siguiente generación dejará de tener parientes de primer grado a los cuales tengan que enviarles dinero. Las remesas recaen con las generaciones y la forma de mantenerlas vigentes es renovandolas con nuevos migrantes.

Adicionalmente, explica Meisel, no solo se trata del valor agregado de las divisas sino de el espacio que da a la oferta laboral. El que profesionales se vayan del país permite que el mercado laboral, que de por sí ya es limitado, pueda tener más espacios que ofrecer para los profesionales. En la Universidad del Norte de los 66.400 egresados el 4% se encuentra en el exterior trabajando.

Con respecto a la situación económica del país, según el DANE, más de la mitad de los colombianos considera que es peor con respecto al año pasado, solo el 32,5% piensa que será mejor y el 55,9% manifestó que será igual o peor. Las cifras pesan, y la percepción aún más.

El colombiano se inquieta, y ante la insatisfacción sale en búsqueda de una mejor economía, de construir un futuro profesional que no ve factible en Colombia. Para cambiar de vida y cumplir las expectativas, eligen cambiar de país.