Por: Sophia Cortés
Winston Manrique se considera un estudiante más. Está en la búsqueda insaciable de conocimiento, la motivación de prepararse lo llevó a la capital española que se convirtió en su residencia desde 1997. El periodista huilense aunque no obedece las razones de la ola migratoria que se dio en los años noventa, hace parte del aumento de 500 estudiantes colombianos con permiso de residir en España en 1996 a 2.000 en 1999.
- “No responde más que a una cuestión particular que no es porque tenía que salir del país o ninguna necesidad extraordinaria sino simplemente prepararme”.
Solía leer aquel diccionario Larousse grueso de su papá que estaba en casa. Recorría cada letra del abecedario junto con las imágenes de los mapas que le mostraban el mundo. Su padre era periodista, y como buen periodista tenía un diccionario siempre a la mano. Su profesión no la escogió con el ánimo de seguir sus pasos, no supo que esta sería su vida también sino hasta que prestó servicio militar al graduarse de secundaria, en donde hasta ese momento quería ser arquitecto al sentirse llamado a crear y construir con su imaginación. Aún le llama la atención.
Desde que estaba en el pregrado, Winston, quería irse a otro país a hacer un master bueno. Lo que consideraba un buen postgrado no lo encontraba acá, pudo haber sido Estados Unidos, Canadá u otro lugar, no tenía preferencia. En ese momento era columnista de El Espectador, el diario tenía una alianza con El País para la maestría en Periodismo en convenio con la Universidad Autónoma de Madrid. Vio una oportunidad y comenzó a ahorrar. Su intención no era quedarse, sino regresar. Durante ese año siguió publicando con El Espectador como corresponsal y con el compromiso de retomar en el 98.
Estuvo en Colprensa, en El Tiempo, y luego en El Espectador. Sus decisiones son seguidas por quien le ofrece más para aprender. Donde esté, está de paso. El País al terminar los estudios le dio una beca de 8 meses para trabajar con ellos en la sección de cultura y Babelia. Le propusieron quedarse transcurrido el tiempo. El Espectador le hizo una contraoferta para mantenerlo en su plantilla, pero este periodista no come de cargos sino de explorar nuevos retos en el periodismo que quiere hacer. No estaba en Colombia esa oferta, ya había pasado por allí. 19 años duró en El País. No los dejó tirados como advirtió en un primer momento que fue la razón por la que no firmó contrato en un principio, no quería comprometerse sin saber si volvería a Colombia o no. No volvió, al menos no para quedarse.
Año tras año encontró una carrera en progreso. Envuelto en crónicas y reportajes fue encontrando su estilo: un híbrido con el periodismo literario que le apasiona y que fue nutrido por esta posición. No pensó en irse, estaba en un camino constante de desarrollo en el periódico con mayor influencia hispana en el mundo. Solo cuando encontró que ese avance comenzaba a detenerse fundó W Magazín, una revista cultural y literaria, en el 2017. No había contemplado crear un medio propio, lo hizo para acceder a ese escalafón siguiente en su profesión.
Su lugar era y es España. Es el epicentro del mundo literario en español. Todo pasa por su capital. Si el medio es cultural y literario no hay otro país en el que se figure estando. Ahora se permite salir y viajar a Alemania, México, Colombia, Suiza, según dónde sea el evento a cubrir, porque ya lo conocen los editores, escritores y la gente del sector. Para Winston solo ha hecho el 30% de lo que quiere con la revista y mientras sea así su sede debe seguir siendo España. Su presencia en el foco sigue siendo necesaria.
Insistió a dos de sus hermanas en ir a estudiar a España cuando tenían el mismo interés por aprender como él, y así lo hicieron. Una regresó al país y la otra vive en Suiza. El resto de su familia sigue en Colombia. Vuelve para verlos, vuelve por su papá, pero su lugar está con su vocación. Su llamado estaría en Colombia si su capital fuera comparable con el flujo cultural y editorial que maneja Madrid, pero no alcanza, no logra igualarlo, ni hace méritos para hacerlo.
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