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LA FIGURA DETRÁS DE LAS ALAS: UNA MADRE QUE DA TODO PARA SACAR ADELANTE A SUS HIJOS

El amor de una madre lo es todo. El anhelo de una buena educación para sus hijos es lo que impulsa a Ana Lucía Martes a dar todo de sí misma para enfrentar los desafíos de una economía con altos y bajos en el hogar.

Por: Sebastián Viaña

El timbre se oye cada vez más claro. Luego de varios minutos, logra distinguir el sonido de la alarma: es hora de levantarse. Con los ojos entrecerrados y mirada aún borrosa, logra distinguir que son las 5 de la mañana. Se coloca las sandalias y un leve sonido como el de un roce lejano invade la habitación. Camina hacia la cocina, y aún se siente tanto silencio como el de un salón vacío. Prepara el desayuno y el almuerzo del día y así está lista para irse al trabajo.
Hace 27 años Ana Lucía se encontraba en su punto de partida como Auxiliar Administrativo en Combarranquilla. Camino que la llevó a lo que es su actual cargo como Coordinadora de Afiliaciones dentro del área comercial.  Rodeada de 4 paredes y un escritorio lleno de material de trabajo y fotos familiares organiza la agenda del día. Sonidos lejanos de teléfonos y voces logran colarse en su oficina. Con su rostro relajado, enciende su computadora y se prepara para la entrega de otro informe.

Imagen compartida por Ana Lucía Martes

La estabilidad laboral dentro de la empresa la ha acompañado todos estos años, pero económicamente no ha sido un camino fácil para ella y su familia. Aunque ahora mira hacia atrás y se siente más tranquila, recuerda aún las piedras que hubo en el camino.
El comienzo y primeros años de maternidad
En 2001 se casó estando embarazada de su primera hija María Fernanda. “Digamos que fue un embarazo que no pensé que iba a pasar, pero, sin embargo; fue deseado”, menciona mientras una pequeña sonrisa se dibuja en su rostro. Recuerda que en aquel momento se encontraba estable económicamente tanto ella como su esposo, pero esto fue algo que cambió repentinamente. “Al regreso de mi esposo de vacaciones le dieron la carta de retiro de la empresa donde estaba trabajando. Fue una época no muy fácil, pero gracias a Dios fue relativamente corta. Fueron casi 2 o 3 meses en los que no tuvo trabajo”.

Durante esos meses llenos de cambios, Ana Lucía recibió apoyo de su madre, quien se encontraba aun laborando y empezaba a hacer los trámites de su pensión. A los pocos meses, recibió la noticia de que iba a tener a su segundo hijo. La marea empezó a subir con el recibimiento de aquella noticia, pero la tormenta no logró desatarse. “Fue una época de ajustar un poco el bolsillo, pero se pudo encontrar un nuevo trabajo. Gracias al esfuerzo pudimos matricular a los niños en el jardín y tanto Ana Lucía como yo estábamos muy contentos”, menciona Emigdio Vicente, su esposo. Con el pasar de los años, la marea se mantuvo estable, pero tiempos más difíciles se acercaban dentro de varios años.

Imagen compartida por Ana Lucía Martes

Sentada en el comedor, frente a un mantel azul tan claro como el cielo hace memoria sobre los inicios de la secundaria de sus hijos. Cada año se mantenía estable, sin mucha variación con respecto al anterior. Al iniciar cada uno, debía preocuparse junto con su esposo por materiales escolares, uniformes, transporte, y el alimento que llevarían al colegio. Todo se mantenía como una rutina sagrada y se esperaba que para el año siguiente todo se mantuviera igual. Era como una fotocopia del año anterior en cuanto a rutina, con la diferencia de que aumentaba la carga académica y responsabilidades.
Los primeros años de secundaria fueron de los más estables económicamente, con ciertos desbalances, pero nada que no pudiera solucionarse rápidamente. “Mis papás siempre trataron de que mi hermano y yo tuviéramos todo lo que necesitábamos, y por eso estoy muy agradecida”, menciona su hija María Fernanda, aunque recuerda que la pandemia del 2020 pondría en juego la estabilidad económica de su hogar.
La pandemia por el Covid-19 y sus efectos
En medio de la crisis por el Covid‑19, muchas familias colombianas se vieron afectadas a nivel de ingresos económicos. El DANE, mediante un análisis de la situación de las familias con niños, niñas y adolescentes durante esta crisis registró que el 86.3% de personas en hogares con estos miembros manifestó no tener las posibilidades de comprar ropa, zapatos, alimentos, entre otros. Esta información corresponde a los meses de julio a septiembre del año 2020 frente al año anterior a la pandemia. Por otro lado, este mismo análisis se hizo en hogares sin niños, niñas y adolescentes, arrojando un resultado del 78.8%. El contraste de estos porcentajes evidencia que la afectación económica en los hogares con niños, niñas y adolescentes durante la pandemia fue mayor. Así como las restricciones frente a consumos.
Con la cabeza en alto y la mirada concentrada, recuerda aún como si hubiera sido ayer la pandemia por el Covid-19. Su corazón se arruga como una hoja de papel al recordar las dificultades que se presentaron. “Los primeros meses fueron de incertidumbre, como para todas las familias. Yo estaba preocupada porque María Fernanda había comenzado la universidad y yo aún tenía que seguir pagando el colegio de Sebastián. Por el semestre yo decía, Dios mío, de dónde voy a sacar 11 millones de pesos”. Gastos en alimentación, facturas del hogar, entre otros, fueron de las preocupaciones que enfrentó.
Su esposo había empezado recientemente como trabajador independiente vendiendo taxis, pero la llegada del virus y el confinamiento afectaron sus ingresos. Fueron meses en los que no recibió dinero por ventas, y la ausencia de personas en las calles y la poca demanda en el mercado no hacía la situación nada fácil. “Fue un tiempo en el que no hubo clientes”, recuerda su esposo. Con los ojos brillantes como pequeñas bolas de cristal y un nudo en la garganta, Ana Lucía revive la odisea que fue conseguir los recursos para la educación de su hijo y el nuevo semestre que se acercaba para su hija. “Fue algo traumático porque estábamos a la expectativa de si se vende o no se vende el carro”.
Durante ese tiempo, Ana Lucía llevaba pocos meses de haber sido ascendida a Coordinadora de Afiliaciones. “Si bien fue un aumento significativo, las cuentas aún no daban”. A pesar de que durante ese tiempo aún recibía apoyo de su madre, los ingresos no eran suficientes. El casco del barco empezaba a llenarse de agua lentamente. “Me dolía escuchar a mi hermana preocupada por el futuro de sus hijos, porque nosotras de pequeñas crecimos con la idea de dar lo mejor para nuestra familia”, menciona Angélica Martes, su hermana mayor.
En noviembre del 2020 fallece su madre, quien había sido un apoyo económico durante tantos años. Su fallecimiento fue repentino, como una tormenta que cae sin previo aviso. “Ella siempre nos ayudó de una forma u otra para que a los pelaos no les faltara nada. Eran sus únicos nietos”, mencionaba con una sonrisa triste. Con sus brazos y piernas cruzadas como un pequeño nudo, suspiró; recordando que más adelante, con ayuda de un crédito a través de su empresa lograría cubrir con los gastos de los estudios.
A comienzos del año 2021, la posibilidad de un crédito con la empresa donde trabaja se convirtió en una posibilidad. El camino empezaba a despejarse un poco más, pero la deuda seguía acumulándose. “Sacrificamos algunas cosas para que ellos pudieran tener esa educación que desde un principio yo anhelé”, mencionaba.
Para finales de ese año, su hijo se graduó del colegio. Con su cabeza inclinada hacia un lado y la mirada perdida en sí misma recuerda que a pesar de toda dificultad económica no quiso dejar pasar desapercibida la fecha. Como una mano firme sostuvo la felicidad de su hijo al hacer posible una celebración de grado, y así mismo, logró matricularlo en la universidad. “Yo se lo dije a Annie en ese momento y aún le sostengo que estoy orgullosa de ella. Yo sé que no fue una época fácil, pero gracias a Dios ella y Emigdio se mantuvieron en la lucha”, menciona su amiga de infancia Emna Sánchez.
Como piloto de avión, logró mantener firme el vuelo. El proceso de conseguir el dinero antes de cada semestre siempre se mantuvo complicado. Es como si hubiese una máquina del tiempo que acelera todo y cuando menos lo esperaba ya debía hacer un nuevo crédito. Sin embargo, esto no impidió que siguiera buscando alternativas para matricular a sus hijos. Era como un héroe sin capa, que, en lugar de volar, hacía todo honestamente desde un escritorio y rodeada de 4 paredes.

Imagen compartida por Ana Lucía Martes

Con sus ojos brillantes como dos pequeños soles y llenos de ilusión, Ana Lucía se mantiene firme para poder acompañar a sus hijos hasta el final de la meta. Durante tantos años ha estado junto a ellos, siendo la figura que les ha dado las alas para que puedan emprender su vuelo por sí mismos. Como mencionaba, “Aquí vamos, ya falta poco para que María Fernanda se gradúe de odontóloga. Continuaré con ellos hasta que terminen si Dios quiere para poder verlos defenderse por cada quién”. Como una madre que quiere lo mejor para sus hijos, siempre tendrá el deseo de darles lo mejor. Hasta el momento, el barco no se ha hundido. Seguirá su curso hasta llegar a su destino.
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