Por: Sebastián Viaña
El timbre se oye cada vez más claro. Luego de varios minutos, logra distinguir el sonido de la alarma: es hora de levantarse. Con los ojos entrecerrados y mirada aún borrosa, logra distinguir que son las 5 de la mañana. Se coloca las sandalias y un leve sonido como el de un roce lejano invade la habitación. Camina hacia la cocina, y aún se siente tanto silencio como el de un salón vacío. Prepara el desayuno y el almuerzo del día y así está lista para irse al trabajo.Imagen compartida por Ana Lucía Martes
Durante esos meses llenos de cambios, Ana Lucía recibió apoyo de su madre, quien se encontraba aun laborando y empezaba a hacer los trámites de su pensión. A los pocos meses, recibió la noticia de que iba a tener a su segundo hijo. La marea empezó a subir con el recibimiento de aquella noticia, pero la tormenta no logró desatarse. “Fue una época de ajustar un poco el bolsillo, pero se pudo encontrar un nuevo trabajo. Gracias al esfuerzo pudimos matricular a los niños en el jardín y tanto Ana Lucía como yo estábamos muy contentos”, menciona Emigdio Vicente, su esposo. Con el pasar de los años, la marea se mantuvo estable, pero tiempos más difíciles se acercaban dentro de varios años.
Imagen compartida por Ana Lucía Martes
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