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LA MATERNIDAD DESDE UN PADRE

una historia de amor y resiliencia
En un mundo donde el cuidado de los hijos tradicionalmente va vinculado a la madre, este señor rompió todos los esquemas. Con amor, sacrificios y mucha dedicación que trascendió géneros, Carlos se convirtió en padre y madre de sus cuatro hijos, Maira, Karla, Carlos Mario y Eduardo, tras la repentina separación de su esposa la cual simplemente huyó de toda responsabilidad y compromiso que tenía con su familia.

Tras una gran pelea, María, esposa de Carlos, decide irse de su casa sin dar explicación alguna, sin rumbo y dejando un gran vacío en el corazón de cada uno de sus hijos. Carlos quien no tenía la mejor situación económica en el momento, secó sus lágrimas, se armó de valor y sin manual ni precedentes se lanzó a una jornada totalmente nueva para él.

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Los primeros días no fueron fáciles, sentía que su mundo se había detenido, como si fuera poco, una tormenta estaba a punto de llegar; Carlos Mario, hijo mayor del señor Carlos, empieza una serie de crisis a raíz de la separación de sus padres, crisis que lo diagnosticaron con esquizofrenia y un trastorno de personalidad. Ahora no solamente debía lidiar con la situación económica y el dolor de la traición y abandono que dejó su esposa, sino que también con la enfermedad de su hijo que lo afectaba tanto a él como al resto de sus hermanos e incluso personas externas a su familia. A pesar de los problemas aprendió a adaptarse a las necesidades de sus hijos y a encontrar la felicidad en los momentos más simples.
Con el pasar del tiempo la rutina diaria que antes parecía una carga se convirtió en su refugio. Lo que antes parecía un obstáculo insuperable se tornó su segunda naturaleza: “aprendí a anticipar las necesidades de mis hijos, a resolver los problemas con rapidez, a organizarme mejor y planificar muchas cosas y todo eso me enseñó a valorar realmente el trabajo que hacen las mujeres en sus hogares que no es para nada sencillo.” Exclamó Carlos refiriéndose a su experiencia.
No fue fácil ser padre y madre, tener que lidiar con el sustento, proveer económicamente para la casa y a la vez procurar atender las necesidades emocionales que necesitaban sus hijos. Sacar el tiempo suficiente dentro de las actividades diarias para compartir con ellos y escucharlos. Preparar los alimentos, llevarlos a la escuela, estar pendiente de su salud, trabajar y todo lo concerniente a la crianza integral de los hijos; fue una lucha fuerte para Carlos tener que dejar de lado sus sueños y entregarse 100% a su familia como padre y madre. 
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“No todo fue color de rosa, hubieron noches de insomnio, estrés, momentos de frustración, tristezas y lágrimas en donde sabía que hacer ni a quien acudir, pero siempre de alguna forma encontraba una solución, no había otra opción, era solucionar o solucionar.” Afirmó Carlos. Poco a poco sus hijos iban olvidando aquella figura materna y comenzaron a verlo como su principal protector y fuente de ayuda. Se acostumbraron a sus consejos, su cariño y su forma de ver el mundo.
Sin embargo, hoy está recogiendo los frutos de todo ese sacrificio, goza de una familia maravillosa, una vida tranquila y lo que antes era un desafío imposible hoy es su mayor orgullo. “Miro al pasado y no sé cómo hice todo lo que hice, los días parecían eternos y las noches estresantes, donde no sabíamos a veces que comeremos, pero siempre contábamos los unos con los otros que eso era lo más importante.” Afirmó.
Cada vez que mira a sus hijos, ya dos de ellos con su propia familia, sabe que cumplió su propósito en la vida, que quizá renunció a su sueño profesional pero que hoy está viviendo un orgullo y una felicidad que ni con todo el éxito y dinero del mundo podría haber comprado.

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