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"La Psicología del Campesino es la Tierra": Eliezer II López

Por: Gloria Melissa Ángel Pérez

Cuando llegué a Chengue se encontraba un hombre sonriente, alto, con un pronunciante bigote y una camisa ya vieja, estampada con el nombre de un político de la región, estaba en frente de la tienda de la plaza, me acerco y de inmediato me estrecha su mano: ¿usted es periodista? Me dice, le respondo que sí, y le invito a que charlemos y que, si gusta, podríamos empezar con una entrevista. No lo dudó, así que se sentó en las afueras de una de las casas nuevas entregadas por el gobierno, y yo, junto con él.  

Se trata de Eliezer Segundo López Oviedo, ‘’Segundo’’, porque es el primogénito de 8 hermanos, tiene 63 años y vive en una finquita por la zona montañosa a unos kilómetros de Chengue, en lo que pudo, estudió hasta la primaria, y dice con orgullo, que nació en la plaza del pueblo, sus padres aún viven, pero, no regresaron a su terruño por miedo.  

El señor Eliezer cuenta con gran sentimiento que, durante su juventud, vivir en Chengue se sentía como estar en el paraíso, la economía se mantenía en el pueblo por la cosecha de aguacates y por los camiones que entraban para el comercio, podía bañarse en las tinas naturales de la montaña y caminar a los alrededores sin temor a encontrarse con uniformados de color verde, tanto que decía metafóricamente, sentirse libre como un pajarito.  

Su sonrisa es tan grande como la sonrisa de un niño que, amenazado por la Violencia, se vio obligado a vivir en soledad, al menos así lo cuenta Eliezer, después de la fecha de aquel 17 de enero de 2001, despidió a sus amigos y, algunos familiares en los carros fúnebres que salían del pueblo, algo que nunca olvidará, pues, aún tiene imágenes de verlos vivos y muertos. ’Sentía impotencia, pero no podía hacer nada’’, dijo.  

Es un campesino, y el Estado le devolvió su tierra, aquella finquita de la que habla con tanto amor, ‘yo tengo mi finquita, eso me ha ayudado a no pensar en las imágenes de ese conflicto’’ afirma. Mientras hablamos, caminamos hacia ‘’La Piedra’’, saluda a los soldados que pasan por nuestro lado, y llegamos al monumento donde conmemoran a las víctimas, señala la bandera blanca y agrega: las velas se prenden en el cumpleaños de la fecha y cuando vienen familiares. 

Estábamos bajo el calor de unos 39°, le invito a refrescarnos en la tienda, y en el camino, Eliezer contaba que el tiempo, Dios, y el campo, han sido su forma de sanar y que, no sólo él, sino también los demás campesinos y, amigos que, con el tiempo, ya es familia, ‘’Nosotros dando machete y cultivando aguacate, hemos construido una linda comunidad’’ agrega.  

– ¿Recibió ayuda psicológica para superar el trauma que le dejó la masacre? Pregunto. 

– El psicólogo del campesino, es el campo. – Responde. 

Ojalá que ya no existan estos conflictos, ya yo hice mi vida, pero no quiero que los niños pasen por los traumas que yo viví’’, concluye, con una mirada que, a simple vista denota la esperanza y la resiliencia de un hombre que, al partir de los años, ha superado la Violencia, sin olvidar todo lo que algún día se llevó.  

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Redacción, reportería e investigación

Gloria Ángel

 

Diseño y diagramación

Andrea Cancino Borbón

 

Este trabajo periodístico fue presentado como parte de la asignatura Trabajo de Grado, del Programa de Comunicación Social y Periodismo de Uninorte, bajo la tutoría del profesor Juan Pablo Ferro.