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Semblanza: Entre los vientos que azotaron a la subregión de los Montes de María

Por: Gloria Melissa Ángel Pérez

Los Montes de María está ubicada en la parte central de los departamentos de Bolívar y Sucre en el Caribe colombiano, específicamente esta investigación está enfocada en tres partes: Chengue, Don Gabriel, que son corregimientos de Ovejas Sucre y Chalán municipio del Departamento de Sucre. 

Después de la salida de los españoles de nuestra etnia zenú quedó una tranquilidad inmarcesible donde apenas los monos, los Micos, el Mochuelo, la Pavas Congonas, cantaban al son silvestre de la naturaleza en los Montes de María, aves que inspiraron a nuestros trovadores Adolfo Pacheco y Andrés Landero, para inmortalizar sus cantos. Donde los campesinos vivían en un paraíso, cultivando sus tierras de hectáreas de Tabaco, Ñame, Plátanos, Yuca, fincas de Aguacates, que eran exportadas, para toda la costa del caribe colombiano y también para el exterior del país. 

En los atardeceres después de un largo día de trabajo se escuchaban en los ranchos y casas de bareques el son de unas Gaitas hembras y macho, y el repiquetear de viejos tambores de cueros amarrados con bejucos fuertes propios de la región Montemariana que servían para amarres de casas y cargas pesadas.  

Los abuelos y las abuelas que vivieron esa época, años 90, cuentan que todo era felicidad, jugando  a las escondidas, al trompo, a las bolitas de cristal, a la lleva, al fútbol con unas bolas de trapos, escalar las varas de premios en las fiestas patronales, las bandas de vientos formaban algarabías al ritmo de cumbias, fandangos y porros con velas encendidas como haciendo honores a la libertad, carreras de caballos, peleas de gallos, para las personas mayores que eran sus distracciones favoritas y escuchar rancheras de Pedro Infante y Antonio Aguilar.  

Solo la muerte natural en personas mayores los asustaba, los lastimaban, y los acongojaban, por la ida de ese ser querido que se despedía para siempre de su pueblo natal. 

Pero, a fínales de los años setenta pisaron otras botas, pisoteando las huellas de las abarcas de los campesinos de los Montes de María, la guerrilla del Ejército Popular de Liberación -EPL- el 7 de noviembre de 1985 llegan los primeros cinco guerrilleros de las fuerzas armadas Revolucionaria de Colombia –FARC-, a Bajo Grande, porque era la única zona de los Montes de María donde el Partido Comunista Colombiano – PCC tenían su asentamiento.  

Era una guerrilla que solo castigaba a los amigos de lo ajeno, como cuatreros, o aquellas personas que se revelaran contra ellos o que hacían cosas de mal gusto como pelearse con sus parejas, con un compañero, o si discutían en fiestas. Les daban un castigo, pero este castigo, era basado al servicio social, como barrer todo el pueblo, el parque, los arroyos y sembrar árboles. Después, esta guerrilla entregó sus armas a los 8 años de presencia en la zona. El Bloque Héroes de los Montes de María se desmovilizó el 14 de julio de 2005 con 594 miembros, entregó 364 armas, y hasta la fecha varios de sus hombres han participado en el proceso de Justicia y Paz. 

Sin embargo, enseguida entró las FARC con más fuerzas en el territorio y así comenzaron los hostigamientos con el ejército y la infantería de marina, quedando los pueblos en la mitad del conflicto, como espectadores de una película que no querían ver, por sus terribles contenidos de masacres y desapariciones forzosas, pero les tocaba acostumbrarse a vivir con una guerra que no les pertenecían, pero que igual, le tocaba pagar los platos rotos de un país de desigualdad. Y así empieza su vida apocalíptica con zozobras sin saber cuál sería su triste final, se apagaron las costumbres de las gaitas y tamboras, las amanecidas de un fandango sin fin, solo quedó plasmada la canción de Andrés Landero de la Pava Congona, porque aquella ave exótica desapareció de los Montes de María, por los combates permanentes y las balas de los helicópteros, los animales también pagaron un precio caro, por ser libres y vivir en las montañas.  Ya Joche no volvió a coger mochuelos en las montañas de los Montes de María, por miedo a perderse y no volver jamás… 

Pero eso era poco en los años de 1997, según los reportes de la Verdad Abierta (2010), surgió de forma oficial el paramilitarismo en los montes de María, como una alianza contraguerrillera liderada por finqueros, políticos y jefes paramilitares como Vicente Castaño y Salvatore Mancuso. 

Y comienzan a realizar las masacres hacia los campesinos, llamándolos colaboradores de la guerrilla, solo por estar en el medio, cultivando sus tierras, para sustentar a su familia, mientras que los propios insurgentes gozaban en otros lugares. Los campesinos son acribillados como marionetas, para mandarles, posibles   mensajes a los que a nadie les interesa.  

 Los pueblos convertidos en éxodos, dejando sola sus tierras sus casas, sus ranchos, sus arroyos, sus sueños… todo, para irse a lugares desconocido donde fueron mal vistos, pasando hambres, frio, tormentos, angustias en lugares desconocidos en esta sociedad incomprensible. 

Pero… “Después de un fuerte vendaval, lo que viene es la calma”, algunos campesinos regresaron  a sus tierras, llevando en alto sus resiliencias, volviendo a renacer, reinventándose una nueva vida, un nuevo amanecer, dejando a tras las reminiscencias de esa madrugada del 17 de enero, noche de la masacre en Chengue… como me dijo uno de sus habitantes respondiendo a mi entrevista “Somos los que quedamos, queríamos ser reconocidos de otra manera, pero fue los que nos tocó, ser reconocidos mundialmente a través de una masacre” … con una media sonrisa en su boca y mirando a la vez una bandera blanca que debajo tiene un epitafio de mármol con unas letras esculpida de color negro en  honor a las personas caídas… “hay que echa’ hacia delante y olvidar lo que pasó…. Darle las gracias a Dios, porque aún estamos vivos.”

 

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Redacción, reportería e investigación

Gloria Ángel

 

Diseño y diagramación

Andrea Cancino Borbón

 

Este trabajo periodístico fue presentado como parte de la asignatura Trabajo de Grado, del Programa de Comunicación Social y Periodismo de Uninorte, bajo la tutoría del profesor Juan Pablo Ferro.