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Ideas para los lectores: principios para Comunicarnos sin Daño

Por: Gloria Melissa Ángel Pérez

El propósito de esta guía es proporcionar un conjunto de principios fundamentales para comunicar sin causar daño, especialmente en el contexto del trabajo de campo e investigación con víctimas de conflictos armados y comunidades afectadas. Estos principios están diseñados para garantizar que la recolección y comunicación de datos se realice de manera ética, respetuosa y sensible, minimizando el riesgo de re-traumatización y promoviendo un entorno seguro y de confianza para los participantes. Las siguientes sugerencias están tomadas del libro Comunicarnos sin daño de Marisol Cano Busquets y Carlos Gómez-Restrepo, publicado por la editorial de la Pontificia Universidad Javeriana. A continuación, se presentan los 10 principios que fueron aplicados durante el desarrollo de este proyecto para asegurar una práctica investigativa responsable y cuidadosa:
 

  • Se procuró hacer una investigación rigurosa y participativa. Consultando y contrastando fuentes documentales, oficiales, expertas, académicas, y testimoniales.
     
  • Tomar el tiempo necesario para investigar. La reconstrucción de los contextos necesita rigurosidad, paciencia y trabajo de campo.
     
  • Se investigó y evidenció las condiciones de vulnerabilidad que afrontaban las personas antes de ser victimizadas. La violencia física o directa no se da en el vacío, sino que suele ser resultado de violencias sociales, económicas y políticas.
     
  • Indagar la manera en que los sucesos significativos (positivos o negativos) han reconfigurado los contextos sociopolíticos de los territorios. No perder de vista los poderes que allí confluyen, las tensiones entre actores, así como las actividades e interés en los que la comunidad están involucrados. Tener presente que las víctimas o líderes también han entrado en el escenario público, político y que, a veces, sus actividades hacen parte de una trama que excede sus territorios o intereses locales. 
     
  • Informar acerca de las realidades del territorio, la dinámica organizativa y los proyectos de vida.
     
  • Se mantuvo una narrativa equilibrada. Informar sobre los hechos violentos, pero también resaltar aquellos de los que los territorios se sienten orgullosos, y respetar la forma como los habitantes quieren ser identificados.
     
  • Evitar jerarquizar a las víctimas, catalogándolas, por ejemplo, como “buenas” o “malas” o como “más” o “menos” dignas de conocer la verdad y ser reparadas, o como “culpables” de los hechos victimizantes que han padecido.
     
  • Evitar ponderar unas experiencias victimizantes sobre otras. Recuerde que desde las perspectivas de quienes las han sufrido, todas han ocasionado daño y dolor.
     
  • Pensar que la vida de las personas violentadas no se limita a la experiencia del dolor, el sufrimiento y la impotencia. Por tanto, escuche sus relatos y visibilice sus experiencias. Resaltar su calidad de sujetos sociales de derechos y de especial protección constitucional, capaces de resistir, enfrentar los episodios victimizantes y de reclamar justicia, verdad, reparación y las garantías de no repetición de los hechos.
     
  • Se visibilizó las capacidades de resiliencia con las que la sociedad se ha sobrepuesto al trauma histórico.
     
  • Visibilizar otros aspectos de sus trayectorias de vida más allá de su condición de victimarios. Humanizar a estos actores implica comprender las distintas subjetividades e identidades que se desarrollaron y fortalecieron a lo largo de la vida del agresor o a través del conflicto armado, así como la posibilidad de trascenderlas. Si se entiende que el hecho de ser victimario no despoja a dicha persona de su humanidad, se puede creer en el éxito de un cambio de vida.
     
  • Poner el acento en las formas de interacción social y convivencia pacífica que se han gestado en medio de la guerra o a pesar de ella. Recuerde la importancia de resaltar, desde la acción sin daño, los puntos de unión entre las comunidades y sus mecanismos para la reconstrucción del tejido social.
     
  • Desplazar la mirada del horror hacia las iniciativas individuales y colectivas que sean referentes de paz, perdón y reconciliación como un llamado social a la esperanza y a la confianza, que nos inspiren y nos permitan creer que somos capaces de aprender y de relacionarnos de manera distinta. Por ejemplo, las iniciativas artísticas, pedagógicas y de memoria para incorporar a niños y jóvenes en nuevos espacios éticos e identitarios; las iniciativas de reivindicación de derechos e inclusión social y cultural adelantados por mujeres, indígenas, afros, población LGBTI, entre otros; las prácticas de comunicación comunitaria para impulsar la pedagogía de la paz; las iniciativas que buscan promover la reintegración de excombatientes a la vida civil; y las iniciativas comunitarias de construcción de lugares de memoria.

  • Resaltar las dinámicas culturales de las comunidades, sus expresiones y creaciones artísticas. Recuerde que la vida cultural es fundamental para la promoción de la salud mental y los procesos de reconciliación.
  • Desnaturalizar el sensacionalismo o amarillismo. El principio rector de las agendas de la investigación y construcción de contenidos no puede ser únicamente el horror.
  • Evitar mostrar el fenómeno de la violencia como un callejón sin salida. Al contrario, darles un enfoque constructivo, esperanzador y no derrotista a los contenidos comunicativos, investigar y exaltar las soluciones. Recuerde: al visibilizar únicamente el horror puede contribuir a profundizar actitudes como el ostracismo, el aislamiento, la indiferencia y la desconfianza.
     
  • Visibilizar los sueños y proyectos de vida que se gestan, fortalecen y continúan pese a los obstáculos impuestos por la guerra. Mostrar las experiencias exitosas de reconciliación.
     
  • Se abordó los procesos de paz, desmovilización, reincorporación, conciliación y acuerdos, como el que realizaron el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), desde una perspectiva amplia, comprendiendo que son trayectos de largo aliento y puntos de partida, no de llegada. 
  • Reconocer los esfuerzos de organizaciones sociales, grupos de víctimas, investigadores, exguerrilleros, funcionarios, entidades del Estado y demás actores que han luchado por el logro de los objetivos del acuerdo, más allá de las dificultades y obstáculos que se presentan.
     
  • Abrir un espacio a la esperanza, mediante la búsqueda o proposición de soluciones, de nuevos caminos por emprender para alcanzar la paz.  
  •  Se anima a los lectores de esta investigación a emprender dichas soluciones, y a reconocer su papel en la construcción conjunta de la paz. 

Este es un espacio para que el lector pueda hablar y opinar, si usted tiene una experiencia de violencia por el conflicto armado u otra y desea compartir su historia, este espacio está abierto para recibir su testimonio. Puede contactarnos a través de los canales de El Punto. 

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Redacción, reportería e investigación

Gloria Ángel

 

Diseño y diagramación

Andrea Cancino Borbón

 

Este trabajo periodístico fue presentado como parte de la asignatura Trabajo de Grado, del Programa de Comunicación Social y Periodismo de Uninorte, bajo la tutoría del profesor Juan Pablo Ferro.


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Versos de Paz en Tiempos de Guerra:

Un Compendio de Canciones y Poemas de la Resiliencia en los Montes de María

Canción – Adolfo Álvarez Sierra

Víctima de Chalán, Sucre, Montes de María

Como me duele dejar mi linda tierra
a donde viví yo mis mejores años
me voy muy triste por culpa de la guerra
a otro lugar donde seré un extraño
muchos dirán que solo soy un cobarde
otros quieren imitar mi decisión
lloro muy triste cuando llega la tarde
solo pensando como muere el amor  

 Coro  

Por qué la gente se odia
si todos somos hermanos
si Dios nos dejó la gloria
por qué en el infierno andamos.

A San Jacinto – Francisco Mendoza Herrera

Víctima de Don Gabriel, Sucre, Montes de María

San Jacinto tierra de paz, de artesanías cumbias y gaitas
hoy a ti te vengo a cantar en este festival que se levanta  

Como los Montes de María
que te refrescan cada mañana donde un faroto
dejó su gaita para que Toño la interpretara

Eres tú pueblo de tradición llamada también
tierra de la hamaca de Colombia
eres orgullo nacional por tus artesanías y por tus gaitas y el cerro Maco
que en armonía de tus mujeres te adornan tanto teje una hamaca
téjeme un canto como el que Adolfo a los vallenatos. 

Pintoresco y multicolor
Estribas en lo hermoso tierra de la hamaca
de atractivo paisaje de sol, hay frescor de monte rumores de gaita
y en la ola de una hamaca, un pueblo mece sus ilusiones para que
crezcan sus esperanzas y esta cultura en sus corazones.

El rey de la cumbia en este pueblo nació y canta con orgullo a todos
los mexicanos también eran propios, Eduardo Lora y Ramón
y sé que desde el cielo escucharan mi canto porque hoy que se visten de alegría
los acordeones están sonando
téjeme una hamaca, téjeme un canto como el que Adolfo a los vallenatos.  

Cuestión de estadísticas

Piedad Bonnett

Fueron veintidós, dice la crónica.
Diecisiete varones, tres mujeres,
dos niños de miradas aleladas,
sesenta y tres disparos, cuatro credos,
tres maldiciones hondas, apagadas,
cuarenta y cuatro pies con sus zapatos,
cuarenta y cuatro manos desarmadas,
un solo miedo, un odio que crepita,
y un millar de silencios extendiendo
sus vendas sobre el alma mutilada.

Lamento campesino

Miguel Durán

La canción ‘’lamento Campesino’’, narra la triste historia que vivieron los campesinos en el conflicto armado en la Subregión de los Montes de María, que estaban en la mitad del hostigamiento entre la guerrilla y el ejército, donde sobrevivir casi era un milagro. 

Con su melodía penetrante y sus letras conmovedoras, “Lamento Campesino” se alza como una expresión artística que captura la esencia misma del dolor y la lucha por la supervivencia en tiempos de conflicto. Es un monumento a la resistencia y la resiliencia del pueblo campesino, una obra maestra que perdurará en la memoria colectiva como un recordatorio de los tiempos oscuros que atravesaron.

Canción Comité de Montes de María

La canción “Comité Montes de María” emerge como una poderosa narrativa de esperanza y resiliencia, anclada en los anhelos de paz y reconciliación tras los acuerdos que marcaron un punto de inflexión en la historia de la región. En sus versos, se entrelazan los ecos del pasado con la promesa de un futuro mejor, simbolizado por las nuevas generaciones, quienes no tienen una historia propia, sino un legado transmitido por sus ancestros. 

Canto por La Paz – Francisco Mendoza Herrera

Víctima de Don Gabriel, Sucre, Montes de María

El corazón se me quiso partir, cuando esta escena vi, no pude contenerme.
Ver una madre llorando a morir a su hijo querido
que un día de tantos salió por ahí y no regresó, un día de tantos. 

 Dios donde está que le paso. nadie lo ha visto hasta el día de hoy.  

 Casos como este suceden a diario,
lo estamos viviendo sin haber culpable.
Mientras mi pueblo se está desangrando,
y por cuanto tiempo solo Dios lo sabe.  

 Hoy de los campos llegan desplazados
cientos de familias
para las ciudades y entonces es cuando se escucha el clamor (…) 

Poema “La masacre de Chengue” (Parte II)

por José Ramón Mercado – Ovejas, Sucre

II 

Al mediodía llegaron las volquetas fúnebres
con sus chazas inmensas de tártaras calientes
Las órdenes dadas estaban cumplidas
Ese día el sol fue borrado del cielo
Las espigas de maíz estaban secas
El camino parecía un cementerio
y las volquetas cargaban las bolsas
negras llenas de cadáveres
Era una carga de bolsas negras
como arena mojada
pesaban como piedras insensibles los muertos
Los alinearon bajo el sol de la tarde
a cada uno le fueron colocando su cabeza
parecían aún sentenciadas a muerte sus sombras
pero andaban lejos de sus lágrimas carcomidas de miedo
ninguna batalla consagraba su heroísmo
allí estaban bajo el sol de la tarde
A lo largo del camino hasta Ovejas llegaron los muertos
vieron por última vez el cielo borroso bien arriba
En menos de lo que un gallo canta
la noticia dio la vuelta al incrédulo mundo
pero en Chengue no volvieron a cantar los gallos…

Canción: Qué lindo es mi Chalán

Medardo González

En 1994, Medardo González, habitante de Chalán en los Montes de María, plasmó un elogio a la belleza y la tranquilidad de Chalán. En sus líneas, describe un paisaje donde las verdes montañas envuelven el pueblo, y su gente, caracterizada por su humildad y laboriosidad, es retratada como pujante y trabajadora. Es una narración inspirada en los momentos armónicos, y alegres que vivían las personas en Chalán antes que llegara la violencia a la región motemariana, por eso Medardo González narra lo lindo y lo fantástico que es Chalán.

Canción: Don Gabriel

Nacho Paredes y Aniceto Molina

Nacho Paredes es un juglar nacido en Don Gabriel, vivió su bella infancia en ese paraíso terrenal y después se fue para Sincelejo dónde hizo parte de los Corraleros de Majagual al lado de Calixto Ochoa, Rubén Darío Salcedo, y, Alfredo Gutiérrez. La canción es una expresión de la amabilidad de la gente en su pueblo, por eso quien se atrevía ir a Don Gabriel y se bañaba en las tinas, no se iba jamás, tenía que volver. 

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Redacción, reportería e investigación

Gloria Ángel

 

Diseño y diagramación

Andrea Cancino Borbón

 

Este trabajo periodístico fue presentado como parte de la asignatura Trabajo de Grado, del Programa de Comunicación Social y Periodismo de Uninorte, bajo la tutoría del profesor Juan Pablo Ferro.


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Un país que sobrepasa los traumas

En esta investigación se presentan cinco historias o testimonios de víctimas del conflicto armado, permitiendo que se escuche la voz de los protagonistas de esta realidad. Para superar los traumas vividos, es esencial consolidar los testimonios de músicos, productores de miel, compositores y agricultores. Estos relatos muestran cómo, a través de sus actividades, lograron sobreponerse a las secuelas del conflicto. Además, una manera efectiva de presentar esta investigación es mediante el periodismo de soluciones, que destaca cómo estas actividades han facilitado la sanación y la reconstrucción del tejido social en sus comunidades.

Colombia es un país en el cual el conflicto armado interno dejó secuelas que dificultaron el perdón y la reconciliación de la comunidad, más aún si se ha sido víctima directa de esa violencia. Sin embargo, en la comunidad de Chengue, Don Gabriel y Chalán, subregiones de los Montes de María, el trabajo por la comunidad, la espiritualidad, la agricultura, la música y la composición, fueron las estrategias para superar los traumas y para reconstruir el tejido social, estrategias que no les impidieron desenvolverse de manera armónica en su vida para convertirse en personas resilientes y trabajadoras. En una entrevista que concedió Boris Cyrulnik para el diario El Tiempo, publicada el 1º de febrero de 2017, este reconocido teórico definía la resiliencia de la siguiente manera: “Resiliencia es un despertar, una motivación luego de una agonía mental. Cuando un ser humano ha recibido un choque emocional muy grande, el cerebro se apaga y no procesa ninguna información, y si la persona lo deja así, primero muere mentalmente y luego muere físicamente; allí no hay resiliencia. Pero si entendemos lo que pasó, y dónde estuvo el trauma, comenzamos a superar este trauma y a desarrollar la resiliencia.” (Cirulnik, 2017).

De este modo, la reconstrucción del tejido social de estos territorios y la superación del trauma permite afirmar que, al ejercer su memoria colectiva, las víctimas se convierten en sujetos resilientes con una identidad política que permite la resignificación de su territorio. El ejercicio de estos elementos, en tanto implican un accionar político, que ha permitido la resignificación del territorio del terror por uno con semánticas de paz, y de igual forma ha resignificado la identidad colectiva.

Desde la mirada del periodismo de soluciones, este enfoque destaca las respuestas efectivas y las estrategias que han ayudado a las comunidades a sanar y reconstruir su tejido social. Según la periodista Tina Rosenberg, cofundadora de Solutions Journalism Network, “el periodismo de soluciones pretende mostrar cómo la gente está respondiendo a los problemas más acuciantes de nuestra sociedad, proporcionando ejemplos concretos de resiliencia y cambio” (Rosenberg, 2015). Al visibilizar cómo la agricultura, la música, la composición y las obras comunitarias han permitido a las víctimas del conflicto armado en los Montes de María superar sus traumas, el periodismo de soluciones no solo informa, sino que inspira y empodera a otras comunidades a seguir caminos similares hacia la sanación y la reconstrucción.

Las comunidades de Chengue, Don Gabriel y Chalán, han pasado de ser sujetos víctimas de violencia y desplazados, a ser nuevamente campesinos montemarianos que habitan su territorio con prácticas tradicionales, a través de la decisión de retornar y habitar el territorio, sujetos con identidad política que ponen en acción su memoria e identidad para seguir construyendo lo que le llaman: ‘’el paraíso’’. Entonces, ¿Qué estrategias han demostrado ser efectivas para ayudar a las víctimas del conflicto armado en los Montes de María a sanar sus traumas y fortalecer el tejido social? Si bien, los resultados de la investigación arrojaron que las estrategias que han sido efectivas para superar el trauma derivado del conflicto son: la agricultura, la espiritualidad, la música y obras en la comunidad, la composición, y la producción de miel de Chengue. Pero ¿Qué factores hacen que la agricultura, la música y la composición, las obras comunitarias y la producción de miel sean estrategias efectivas para que las víctimas del conflicto armado en Colombia sanen sus traumas y reconstruyan el tejido social?

Según Rafael Gassón, antropólogo de la Universidad del Norte, el trabajo es la relación más fundamental que los seres humanos establecen entre ellos y con el mundo natural, y la segunda forma de relación fundamental es el diálogo, cuando se produce una ruptura al tejido social, las personas quieren reconstituir las relaciones sociales que le dan sentido a su vida. ‘’Es claro entonces, que las personas necesitan reincorporarse a sus actividades productivas, cualquiera que ellas sean, y si las personas están en el campo, las actividades significativas tienen que ver con aquellas que se realizan en el campo, en la producción de miel o de aguacate, eso que hace darles sentido a sus vidas en el día a día’’. (Gassón, 2024)

La antropología contemporánea, aparte de representar y aparte de dialogar, le da voz al otro, es decir, permite que el sujeto pueda manifestarse por sí mismo y antropólogas y antropólogos profesionales, sirvan como un vehículo de comunicación y de traducción, acerca de lo que los otros tienen que decir, es aquí en donde se cuestiona otro factor ¿Cómo contribuye la música, obras comunitarias y la composición a la sanación de los traumas y la reconstrucción del tejido social de las víctimas?

Para Rafael Gassón, las personas que han pasado por estas actividades traumáticas no quieren o no necesitan la presencia de profesionales como mediadores, quieren hablar en sus propios términos acerca de cuáles han sido sus problemas y qué les ha dejado esto como experiencia para sus vidas. Por eso, recurren a otras formas de expresión, tales como la música y tales como la escritura, porque eso les permite manifestarse por sí mismos. Por lo tanto, el trabajo y la expresión escrita, poética, la expresión cantada, tienen una función curativa, y esa función curativa tiene que ver con la restitución de los significados que forman el tejido social. ‘’Contar qué es lo que les ha pasado tiene que ver con situar sus propias historias personales en un relato más grande, literario, poético…Un relato más grande tiene que ver con darle sentido a lo que les ha pasado, y tiene que ver con la necesidad de evitar que esto les pase a otros, y, por tanto, sanar y restituir el tejido social’’. (Gassón, 2024).

Los testimonios de las víctimas en esta investigación confirman los supuestos anteriores. En ellos se evidencia que la mayoría ha logrado superar el trauma y la necesidad de liberarse de los sentimientos negativos que dejaron atrás, lo cual ha sido crucial para el alivio de las heridas y poder seguir con nuevas alternativas de afrontamiento para sacar adelante sus planes de vida, en los que se aspira vivir libre de violencia.

´´A mí el campo me ayudó a sanar’’

‘’El cultivo de aguacate nos pone contentos porque lo producimos nosotros en nuestras tierras’’

‘’Componer música para la comunidad y enseñarles a los jóvenes reconforta el alma’’

‘’El canto es un mensaje para todos, es un son de paz’’

‘’La producción de miel nos conecta como mujeres y como comunidad para ser reconocidos como pueblo’’

‘’La miel nos ha abierto puertas con empresas a nivel nacional’’

‘’Que el pueblo sea reconocido como productor agrícola y como exportador de la mejor miel de Colombia’’

La superación como experiencia espiritual

La experiencia de la espiritualidad ocupa un lugar importante para los participantes de la investigación, en tanto que sanar y superar, lo ubican en una dimensión divina, al incorporar a un ser superior como soporte emocional para perdonar a pesar de los terrores del pasado. En términos conceptuales, se reconoce al perdón como un tema inicialmente ligado a lo religioso y considerado una gracia divina (Arendt, 2009). Así mismo, se ha estudiado como un recurso psicológico y terapéutico para manejar y superar el malestar (Prieto et al., 2012).

Entonces, cabe resaltar que la espiritualidad está asociada con la dimensión cultural, creencias, costumbres y prácticas que en el contexto del caribe colombiano hacen parte de lo cotidiano, como manera de afrontamiento de crisis, recurriendo a los ritos de orden religioso para sobrellevar las adversidades.

 

‘’Mi obra de caridad es cantar en la iglesia para Dios, porque él nos dio la fortaleza para seguir con vida’’

‘’Dios nos tiene aquí, y él nos da las ganas de seguir adelante y de ver que la vida es hermosa a pesar de todo’’

‘’En el pueblo somos felices haciendo las fiestas de los santos por eso están las fiestas patronales de semana santa’’

‘’Hay que perdonar y seguir, porque Dios es nuestra fortaleza’’ 

 ‘’La gente cree que uno está bien por otra cosa, cuando en verdad es por Dios’’.    

 

Mirada Psicológica: el impacto del canto, la espiritualidad y la agricultura en la superación del trauma 

Según Edith Aristizábal, doctora en psicología de la Universidad del Norte e investigadora en temas de cognición social y traumas psicológicos asociados a diferentes tipos de violencia, el trauma no es visto por la persona como un evento del pasado, sino como un evento que sigue siendo actual todas las veces que recuerda, explica Aristizábal. Uno de los síntomas clave del trauma es la reexperimentación, que es volver a vivir la experiencia traumática a nivel del pensamiento. Las actividades productivas y artísticas, como el canto, la agricultura y la producción de miel, pueden desplazar estos pensamientos intrusivos, proporcionando un alivio significativo a las víctimas del conflicto armado. 

Aristizábal señala que la reexperimentación es una categoría de síntomas del trauma que puede ser mitigada a través de actividades productivas y artísticas. Lo más importante de todo lo que hacen es salir de la condición de víctima, porque en su condición no se puede hacer nada para enfrentar el trauma. En cambio, ahora hacen actividades que sí les permiten superar el trauma y en la reconstrucción del tejido social’’’, afirma. En lugar de recordar continuamente eventos traumáticos como masacres o torturas, las víctimas ocupan su mente en actividades que no solo les distraen, sino que también les permiten producir algo valioso, como miel o productos agrícolas. Estas actividades proporcionan un enfoque positivo y una salida creativa, reduciendo la intensidad de los recuerdos traumáticos. 

 Además, también resalta la importancia de la reconstrucción del tejido social en la superación del trauma. El sentimiento de desapego es un síntoma donde las víctimas se sienten diferentes y aisladas de los demás debido a su experiencia traumática. “El trauma causa un sentimiento de desapego, haciendo que las víctimas se sientan diferentes y aisladas de los demás”, explica. Las actividades comunitarias como la música o la agricultura permiten a las víctimas reconectarse con otros que han pasado por experiencias similares, fomentando la creación de una red de apoyo y reconstruyendo los lazos sociales. “Al acercarse a otras personas y participar en actividades comunitarias, pueden darse cuenta de que compartían circunstancias similares, lo que ayuda en la reconstrucción del tejido social”, dice Aristizábal. 

La redefinición de la identidad de las víctimas es un indicador clave de la superación del trauma. “Salir de la condición de víctima es fundamental”, afirma Aristizábal. En lugar de ser reconocidos como víctimas, los individuos se redefinen como agricultores, músicos, productores de miel o compositores. Este cambio de identidad implica una transición desde una posición de impotencia hacia una de agencia y productividad. “Ya no quieren ser reconocidos como víctimas, sino como productores, artistas, o agricultores, lo que implica que sí hay una superación del trauma”, añade. 

De este modo, Aristizábal concluye que estas actividades no solo combaten los síntomas del estrés postraumático, sino que también fomentan un sentido de pertenencia y protección a través de la creación de vínculos significativos. “A través de estas actividades, logran superar el sufrimiento y la sintomatología que produce el trauma, fortaleciendo así la resiliencia comunitaria”, dice. La participación en estas actividades productivas y artísticas permite a las víctimas encontrar un propósito y redefinir su identidad, contribuyendo significativamente a su proceso de sanación. 

 

¿Qué acciones ha tomado el gobierno colombiano para promover la reconstrucción y sanación de las víctimas del conflicto armado? 

 Para empezar, vale la pena destacar que los actos solidarios se dan a través de las acciones en comunidad. Las víctimas de la masacre en Chengue, Don Gabriel y Chalán, unificaron sus voluntades de reparación y retorno hacia intereses comunes en el año de 2007, así por necesidad de reclamar sus derechos como víctimas, nacieron las juntas de asociaciones comunales: ‘’asovichengue’’, ‘’junta de acción comunal de Don Gabriel’’, y ‘’Juntas y Artesanas de Memorias de Chalán’’.  

 Dentro de los resultados que alcanzaron las asociaciones, está la unión de la comunidad, en cuanto realizan encuentros comunitarios con representantes gubernamentales para organizarse. Esta unión ha permitido que 31 de los derechos de petición en el marco de la Ley 1448 de 2011, más conocida como Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, hayan posibilitado la reparación, si bien no integral, de la mayoría de las familias víctimas demandantes. La justicia les restableció sus derechos sobre sus casas lotes, a través de una sentencia proferida por el Juzgado Primero Civil Especializado de Sincelejo (Unidad de Restitución de Tierras, 2019).  

Las casas pasaron de ser un lugar que representaba víctimas y catástrofe para convertirse en un testimonio de una resignificación en clave de esperanza. Así, los montemarianos hacen que se efectúe la sentencia que materializa las casas, y transformando la identidad de la comunidad. Las antiguas casas de bahareque y palma ya no estarán, pero sí unas nuevas adaptadas para que en un futuro se desarrollen otros derechos como el acueducto o el gas. 

 Por otro lado, la puesta en acción de la Unidad para las Víctimas ha implementado en el corregimiento de Chengue en Marzo de 2024,  la entrega de maquinaria agrícola en calidad de Sujeto de Reparación Colectiva (SRC), la Asociación de Víctimas de Chengue (asovichengue) recibió un tractor y otras herramientas para trabajo agrícola por cerca de 500 millones de pesos, que dio cumplimiento a una tercera medida de reparación colectiva que está consignada en su Plan Integral de Reparación Colectiva (PIRC). Si bien, la primera medida de reparación se dio en diciembre de 2023 con la celebración de las fiestas navideñas comunitarias, como reintegración y recuperación de sus tradiciones.  

Eventos como estos activan el tejido social que compone el territorio y permite que el espacio se convierta en el lugar de la experiencia social y se resignifique al ser habitado de nuevo con cada recorrido, con cada paso y con cada recuerdo (Garzón M. A., 2011).  

Otro ejemplo que hace parte del proceso de resignificación para las víctimas, pilar fundamental de testimonio en esta investigación, ha sido la ejecución de la estrategia RLIP (Redes locales de Integración Productiva) de apicultura en acuerdo con la Unidad de Restitución de Tierras, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO). La comunidad de Chengue, en especial las mujeres, han recibido capacitaciones para el trabajo de la apicultura y 500 colmenas, no solo se espera que se produzca miel, sino que las abejas, como polinizadoras, aporten a la fertilidad de la tierra y así algún día poder producir aguacates en grandes cantidades. Por otra parte, el ciclista Egan Bernal, ganador del Tour de Francia 2019 y el Giro de Italia 2021, participará como imagen comercial junto con una marca que elabora un bloqueador solar para el cuidado de la piel de deportistas hecho con la miel de Chengue. La visita se llevó a cabo en el marco de la estrategia de restitución de víctimas por la Unidad de Víctimas para vincular al sector privado en los procesos de emprendimientos de la comunidad, y para finalizar, los chengueros pretenden asociarse para reiterar lo que significa para ellos la construcción del tejido social y que, Chengue sea reconocido por agricultura y apicultura. 

Por el contrario, en el corregimiento de Don Gabriel, desde agosto de 2021, se han implementado encuentros desde un enfoque psicosocial a las víctimas de la comunidad, con la participación de 30 sobrevivientes, la territorial Sucre de la Unidad para las Víctimas implementó el tercer encuentro de la estrategia ‘’Tejiéndonos’’. Desde la importancia de las prácticas sociales y tradicionales que le dan sentido a la comunidad para la sana convivencia, este tipo de ejercicios permiten la integración social, y fortalecimiento del tejido social. Allí también se promocionó el respeto y la solidaridad al iniciar juegos tradicionales como la golosa, el yoyo, el bate, festival del barrilete, fiestas patronales, velaciones y ollas comunitarias, acciones que abordan las representaciones sociales, sus prácticas tradicionales, el arraigo territorial y la transformación de conflictos, para favorecer el sentido comunitario. (Unidad para las Víctimas, 2021). 

 

En Chalán, las acciones que ha tomado el gobierno tienen un gran potencial en la promoción del arte y la cultura. El corregimiento cuenta con cuatro espacios: la Ludoteca Municipal, la Casa de Colores, la Casa de la Memoria y la Escuela Popular El Bonche, cuatro lugares donde la comunidad reúne expresiones culturales y sociales de la región montemariana.  

También se articula con la población en proceso de reincorporar el casco urbano de Chalán en diferentes líneas como: ‘’memoria y territorio’’, ‘’semillero de juventud’’, ‘’cuidado de la madre tierra’’, ‘’arte, cultura y comunicación’’ y ‘’escritura creativa’’. 

 En Julio de 2022 la Unidad para las Víctimas en Chalán, convocó a 107 personas, entre ellas, personas víctimas para la entrega de cartas de indemnización por recursos que suman $855,000 millones. Seguido de esto, en septiembre de 2023 se concertó un encuentro entre la Unidad para las Víctimas, representantes, líderes, y municipales de víctimas, y la organización social ‘Red de Tejedoras de la Memoria’’ para conmemorar el Día Internacional de la Desaparición Forzada en el territorio, bajo el mensaje de ser resilientes en búsqueda de las víctimas desaparecida por el conflicto y de la verdad, se realizó el foro ‘’La Lucha hasta encontrarlos’’. Este tipo de actividades y conmemoraciones permite socializar y reincorporarse en comunidad, pero también permite gestar liderazgo en la resiliencia del pueblo.  

La participación y las acciones que ha tomado el gobierno colombiano para promover la reconstrucción y sanación de las víctimas del conflicto armado, sí son una ayuda para ejercer la memoria colectiva y la identidad de las víctimas, lo que hace que la visibilización, restitución, y reparación resignifique el territorio y ayude a sanar psicosocialmente a la comunidad montemariana. Los resultados de esta investigación revelan que dichas estrategias no solo han contribuido a la liberación de sentimientos negativos y a la superación del trauma, sino que también han facilitado la resignificación de sus territorios. Este proceso ha fortalecido el tejido social y emocional, y ha promovido una identidad colectiva renovada. El hecho que se reconozca y se repare el tejido social apuesta a la acción de ser sujeto resiliente, ya que forja la organización de los miembros de la comunidad hacia objetivos comunes que posibilitan que el territorio significado por la violencia sea resignificado con semánticas de construcción de paz y superación. 

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Redacción, reportería e investigación

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Este trabajo periodístico fue presentado como parte de la asignatura Trabajo de Grado, del Programa de Comunicación Social y Periodismo de Uninorte, bajo la tutoría del profesor Juan Pablo Ferro.


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Ideas para los lectores: una herramienta desde el periodismo de soluciones

El periodismo de soluciones es una metodología periodística que se centra en la identificación y análisis de respuestas efectivas a problemas sociales. Este enfoque no solo informa sobre los desafíos y dificultades, sino que también resalta cómo las personas y las comunidades están resolviendo estos problemas, ofreciendo así una visión más completa y esperanzadora de la realidad. Según David Bornstein, cofundador de la Solutions Journalism Network, “el periodismo de soluciones es una práctica rigurosa de informar sobre las respuestas a los problemas sociales, centrándose en cómo y por qué funcionan, o en caso contrario, por qué fallan” (Bornstein, 2015). 

Este enfoque es crucial en contextos de postconflicto, como el de los Montes de María en Colombia. Durante años, esta región fue profundamente afectada por el conflicto armado, dejando cicatrices físicas y emocionales en sus habitantes. Sin embargo, a través de estrategias como la restitución de tierras, la agricultura, la producción de miel, la música y la composición, las comunidades han encontrado formas efectivas de sanar y reconstruir su tejido social. 

Esta investigación se enmarca en el periodismo de soluciones, ya que documenta y analiza estas estrategias de superación del trauma. Este caso de periodismo de soluciones nos revela cómo estas actividades no solo alivian el sufrimiento individual y colectivo, sino que también fortalecen los lazos comunitarios y fomentan un sentido renovado de esperanza y dignidad. Al resaltar estas iniciativas positivas, no solo estamos informando, sino también inspirando y empoderando a otras comunidades para que sigan el ejemplo y busquen soluciones propias a sus desafíos 

Al examinar cómo estas comunidades han utilizado la agricultura, la producción de miel y las actividades artísticas para superar el trauma, este caso de periodismo de soluciones demuestra la importancia de una comunicación ética y responsable. La investigación también se adhiere a los principios de “comunicar sin daño”, tomados del libro Comunicarnos sin daño de Marisol Cano Busquets y Carlos Gómez-Restrepo. Estos principios aseguran que la recolección y difusión de información se realicen de manera que no re-traumatice a las víctimas y que respete su dignidad y bienestar. 

Este proyecto no solo documenta las respuestas efectivas de las comunidades, sino que también ofrece una guía sobre cómo los periodistas e investigadores pueden abordar temas sensibles de manera ética y respetuosa. Al hacerlo, contribuimos a una práctica periodística que no solo informa, sino que también inspira y empodera a otras comunidades a encontrar y aplicar soluciones a sus propios desafíos. 

Si usted tiene una experiencia de violencia por el conflicto armado u otra y desea compartir su historia, este espacio está abierto para recibir su testimonio. Puede contactarnos a través del correo: gmangel@uninorte.edu.co 

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Redacción, reportería e investigación

Gloria Ángel

 

Diseño y diagramación

Andrea Cancino Borbón

 

Este trabajo periodístico fue presentado como parte de la asignatura Trabajo de Grado, del Programa de Comunicación Social y Periodismo de Uninorte, bajo la tutoría del profesor Juan Pablo Ferro.


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El dulce sabor de la resiliencia: Chengue

Por: Gloria Melissa Ángel Pérez

Gina Paola Ortíz es la representante legal de la Asociación de Apicultores de Chengue, y líder de la Junta de Acción Comunal, y aunque no le guste mencionar su edad, cuenta que nació el 22 de febrero de 1986, creció en Chengue sin problema alguno hasta la edad de 13 años, tenía esa edad cuando le tocó partir con toda su familia a la ciudad de Sincelejo, dejando atrás a un pueblo destrozado en llamas y adolorido.  

Gina estudió en el Colegio de Ovejas, Sucre, estaba cursando octavo grado cuando tuvo que pisar tierras ajenas al campo, en donde solo podía estar con familiares lejanos y rostros ajenos. Cuenta que ha dejado a un lado el recuerdo vívido de la masacre, y que, aunque a un lado de su casa se encuentre ubicada la piedra de unos 60 cm de largo con la que fueron asesinados los campesinos con ”la mona’’, (un garrote de hierro, hecho para partir piedras), Gina, ya no quiere que Chengue sea conocido como un pueblo de Violencia o masacre, sino como el pueblo en donde venden y producen una rica miel.  

Para Gina Paola, el tejido social poco a poco se ha ido construyendo nuevamente, la identidad de los Chengueros ha vuelto a sentirse sobre el ser campesino, la solidaridad, el trabajo en equipo, los festejos tradicionales, el ser civiles y las memorias de la masacre y el desplazamiento, han pasado a recordarse para conmemorar a las víctimas y familiares de la comunidad. 

Después de 24 años de lo sucedido, Gina participa llevando a cabo temas de reconciliación, construcción del tejido social, empoderamiento de la mujer y venta de miel de Chengue para las mujeres empresarias que se dedican a la producción de esta.  

La miel de Chengue nace en reconocimiento a la resiliencia del pueblo, a las personas víctimas, campesinos, a sus mujeres, a sus niños, y en palabras de Gina, nace para representar al pueblo mismo, contrario al sabor amargo que dejó la Violencia, nace para dejar cosas lindas con la comunidad, para reintegrarse fraternalmente desde la lucha y resistencia. Con su voz motivadora, sus ojos pensativos, y una media sonrisa, afirma que desde el daño han surgido los Chengueros como el ave fénix para ser reconocidos como personas trabajadoras que quieren aportar a la comunidad y al país desde la agricultura y la apicultura.  

Gina, al igual que otras mujeres encargadas de la producción de la Miel de Chengue, han seguido adelante, gracias al trabajo en equipo, con las reuniones de empoderamiento femenino, y tomando cursos de bisutería. Para Gina, lo más importante es la reconstrucción del tejido comunitario y de la imagen de su territorio. 

‘’Ya no queremos que Chengue sea recordado como el pueblo en donde hubo una masacre, ahora queremos que Chengue sea reconocido por ser la tierra en donde nace una exquisita miel y aguacates por supuesto, por nuestros hombres agricultores’’ concluye Gina Ortíz.  

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Andrea Cancino Borbón

 

Este trabajo periodístico fue presentado como parte de la asignatura Trabajo de Grado, del Programa de Comunicación Social y Periodismo de Uninorte, bajo la tutoría del profesor Juan Pablo Ferro.


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“Mis tristezas yo las sano componiendo, esto es lo positivo que me dejó esta guerra”

Por: Gloria Melissa Ángel Pérez

Cuando llegaba a Don Gabriel a unos 10 minutos de Chengue, me atrajo el silbido de un señor que en la lejanía esperaba un bulto de aguacates para vender, me sorprendió la rapidez cuando dijo en voz alta: ‘’estoy preparado para la entrevista’’. -No se diga más- dije.
En lo que encendía la cámara para grabar, sacó un peine que guardaba en su cartera y peinaba su cabello negro y a su alrededor un nevado de canas blancas; su padre y su madre a simple vista, ancianos de la tercera edad le acompañaban con orgullo, y entre murmullos, asentaban con la cabeza todo lo que su hijo contaba. 

Francisco Mendoza es el mayor de tres hermanos, tiene 58 años, y como él recalcaba, nacido y criado en Don Gabriel, acostumbrado a bañarse en las pozas cristalinas de las verdes montañas, y a tomar la leche recién salida de la teta de la vaca. Contó con la suerte de estudiar en el colegio americano de Cartagena, aunque le hubiese gustado ahí mismo en Don Gabriel. Para ese tiempo, Francisco, aunque prefiere que lo llame ‘’El hijo Sabanero’’, (por su pseudónimo de compositor) prefería no saber nada de la Violencia mientras trataba de educarse en Cartagena, como quién dice, él venía y volvía, y la forma de contrarrestar el impacto por la cruel Violencia que atravesaba el terruño de sus pozas cristalinas, era mejor no sabiendo nada. ‘’Entre menos sabia, menos sufría’’, cuenta Facho con una voz casi que desierta de sí mismo. 

Cuando tuvo a su primera hija, ya vivía de nuevo en Don Gabriel, eran los años 90 y anhelaba las tierras a la orilla de las montañas, el cantar de los pájaros y la mula con el señor vendiendo leche fresca y tibia, pero aún seguían los enfrentamientos entre militares y guerrillas. Fue profesor de la institución del pueblo y aunque fue amenazado muchas veces por los grupos armados que merodeaban el pueblo, trató de mantenerse al margen por su familia.  

En 2001 cuando ocurrió la masacre de Chengue, esa misma noche se desplazó con su familia y con su segunda hija en brazos, llegaron a Chalán para resguardarse de las amenazas y de los sonidos de los helicópteros que paseaban como ecos por la región, y aunque poco enfatice en los detalles, prefiere dejar de lado aquella época que, muchas veces recuerdan como la peor.  

En medio de la charla, Francisco saca un pañuelo de su bolsillo izquierdo, no contiene las lágrimas y deja caer algunas cuantas, con su voz lenta y cansada, recuerda las noches en que, en las noches, en vez de leerle cuentos y cantos a sus pequeñas hijas, prefería mejor recordarles que, en caso de escuchar confrontaciones o helicópteros, debían tirarse al suelo y debajo de la cama, por si ‘’alguna cosa’’. ‘’Ya era costumbre’’ terminó. 

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‘’¿Si tenemos traumas, y quién no? Si vivimos nuestras épocas más joviales escuchando helicópteros, viendo fusiles paseándose por las calles del pueblo, enseñándole a los niños a cómo cubrirse y como huir, fue triste y nunca lo olvidaremos, pero ahora hay que apuntarle a lo nuevo’ agregó.  

El hijo Sabanero es compositor y aunque nadie le ha grabado alguna canción, mandó a Valledupar dos composiciones que entre letras narraban los sentimientos dejados por la guerra, participó en varios festivales vallenatos, pero cuenta que no llegó a ganar porque la letra era el sentimiento vivo de haber sufrido la Violencia.  

Francisco sacó de su cuarto una carpeta empolvada, casi que comida del comején, y sacó unos papeles con los que quiso cerrar la charla ‘’ ¿Qué es lo nuevo’’, dice. ‘’Mis tristezas yo las sano componiendo, esto es lo positivo que me dejó esta guerra’’. Hace unos meses, su canción ‘’Canto por la Paz’’ quedó de segundo lugar en San Jancito-Bolívar, quedando como himno del festival para posteriores festivales. Para Francisco es gratificante que después de la guerra queden sus canciones, participar en las fiestas del pueblo, liderar en la acción comunal de Don Gabriel y luchar por sus intereses, y aunque la guerra no se le olvidará, las pequeñas semillas que siembran ahora, es lo que quedará para que Montes de María sea recordado por los cantos, composiciones, y gaitas.

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Redacción, reportería e investigación

Gloria Ángel

 

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Andrea Cancino Borbón

 

Este trabajo periodístico fue presentado como parte de la asignatura Trabajo de Grado, del Programa de Comunicación Social y Periodismo de Uninorte, bajo la tutoría del profesor Juan Pablo Ferro.


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"La Psicología del Campesino es la Tierra": Eliezer II López

Por: Gloria Melissa Ángel Pérez

Cuando llegué a Chengue se encontraba un hombre sonriente, alto, con un pronunciante bigote y una camisa ya vieja, estampada con el nombre de un político de la región, estaba en frente de la tienda de la plaza, me acerco y de inmediato me estrecha su mano: ¿usted es periodista? Me dice, le respondo que sí, y le invito a que charlemos y que, si gusta, podríamos empezar con una entrevista. No lo dudó, así que se sentó en las afueras de una de las casas nuevas entregadas por el gobierno, y yo, junto con él.  

Se trata de Eliezer Segundo López Oviedo, ‘’Segundo’’, porque es el primogénito de 8 hermanos, tiene 63 años y vive en una finquita por la zona montañosa a unos kilómetros de Chengue, en lo que pudo, estudió hasta la primaria, y dice con orgullo, que nació en la plaza del pueblo, sus padres aún viven, pero, no regresaron a su terruño por miedo.  

El señor Eliezer cuenta con gran sentimiento que, durante su juventud, vivir en Chengue se sentía como estar en el paraíso, la economía se mantenía en el pueblo por la cosecha de aguacates y por los camiones que entraban para el comercio, podía bañarse en las tinas naturales de la montaña y caminar a los alrededores sin temor a encontrarse con uniformados de color verde, tanto que decía metafóricamente, sentirse libre como un pajarito.  

Su sonrisa es tan grande como la sonrisa de un niño que, amenazado por la Violencia, se vio obligado a vivir en soledad, al menos así lo cuenta Eliezer, después de la fecha de aquel 17 de enero de 2001, despidió a sus amigos y, algunos familiares en los carros fúnebres que salían del pueblo, algo que nunca olvidará, pues, aún tiene imágenes de verlos vivos y muertos. ’Sentía impotencia, pero no podía hacer nada’’, dijo.  

Es un campesino, y el Estado le devolvió su tierra, aquella finquita de la que habla con tanto amor, ‘yo tengo mi finquita, eso me ha ayudado a no pensar en las imágenes de ese conflicto’’ afirma. Mientras hablamos, caminamos hacia ‘’La Piedra’’, saluda a los soldados que pasan por nuestro lado, y llegamos al monumento donde conmemoran a las víctimas, señala la bandera blanca y agrega: las velas se prenden en el cumpleaños de la fecha y cuando vienen familiares. 

Estábamos bajo el calor de unos 39°, le invito a refrescarnos en la tienda, y en el camino, Eliezer contaba que el tiempo, Dios, y el campo, han sido su forma de sanar y que, no sólo él, sino también los demás campesinos y, amigos que, con el tiempo, ya es familia, ‘’Nosotros dando machete y cultivando aguacate, hemos construido una linda comunidad’’ agrega.  

– ¿Recibió ayuda psicológica para superar el trauma que le dejó la masacre? Pregunto. 

– El psicólogo del campesino, es el campo. – Responde. 

Ojalá que ya no existan estos conflictos, ya yo hice mi vida, pero no quiero que los niños pasen por los traumas que yo viví’’, concluye, con una mirada que, a simple vista denota la esperanza y la resiliencia de un hombre que, al partir de los años, ha superado la Violencia, sin olvidar todo lo que algún día se llevó.  

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Este trabajo periodístico fue presentado como parte de la asignatura Trabajo de Grado, del Programa de Comunicación Social y Periodismo de Uninorte, bajo la tutoría del profesor Juan Pablo Ferro.


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Melodías de esperanza: La música como sanadora en Chalán

Por: Gloria Melissa Ángel Pérez

Aunque tenía pocos minutos para la entrevista que tendríamos porque debía estar en la misa dominical en la Iglesia del pueblo, Adolfo Álvarez pudo conversar la noche anterior sobre sus vivencias en Chalán y, sobre el papel de la música que ha servido como remedio para la mayoría de los montemarianos, sobre todo, remedio para ‘’Adolfito’’, como suelen llamarle los amigos más cercanos del pueblo.  

Adolfito tiene 51 años, nació en una finca por las zonas montañosas de Chalán en el año de 1970, exactamente en la finca de su padre que llevaba por nombre ‘’No hay como territorio’’ o ‘’Los Entablaos’’. Ahora vive en una casa colonial de tablas azules, y marcada por los años añejos de 1900, da vista a la plaza y a la iglesia del pueblo, plasmándose con altivez como en sus inicios de la colonia. Cuenta que su infancia fue feliz como cualquier otro niño humilde de pueblo, jugaba al trompo, a la lleva, y jugaba en las noches bajo la claridad de la luna nueva, estudió la primaria en la Escuela Mariscal Sucre de Varones y el bachillerato en la Institución Educativa de Chalán, destacando su amor por las artes. 

Durante el conflicto armado, Adolfito ya escribía, dedicaba sus tardes a estudiar música, y a trabajar el campo, uno de los recuerdos que lo marcó durante la Violencia, fue el día del atentado del ‘’Burro-Bomba’’, cometido por las FARC-EP, la noche de marzo de 1996, en ese hecho murieron 11 integrantes de la Policía en un episodio en el que utilizaron 50 kilos de explosivos camuflados en una carga de plátanos que transportaba el animal.  

Es un músico polifacético que emite el canto de las aves con su acordeón, lleva en su alma un DO-RE-MI-FA-SOL-LA-SI, que lo sensibiliza e inspira su corazón, a pesar de los momentos de angustia que dejó la guerra, siempre hizo resistencia para no dejarse vencer por la tristeza y por los miedos generados por el conflicto. La música ha sido su escape para superar los malos recuerdos, la tristeza, y los miedos, él la nombra como la “fuerza interior”. 

Adolfito es profesor de música de la acción comunal de Chalán, enseña a los jóvenes a tocar instrumentos musicales y de vez en cuando, toca y canta en parrandas con su guitarra para la alegría de los montemarianos. “La fuerza la he encontrado en Dios, con mi familia, y por todo lo que hago por mi tierra” afirma.  

Los domingos son sagrados para Adolfo, con el primer rayo de la mañana, sabe que debe prepararse para la misa dominical en el salón parroquial José Luis Cárdenas, el cual tiene por nombre como conmemoración al párroco asesinado el 17 de octubre de 2002 por el Frente 35 de las FARC. Adolfo es el cantante de la eucaristía, sana su corazón confiando en Dios, haciendo música y transmitiendo a la comunidad con su voz.  

Las líricas y versos nacen desde la esperanza, desde el lamento, desde la tristeza y algunos, desde la alegría, es su forma de sanar las heridas de la guerra y de transmitir cosas positivas de esta tierra que, es más que un lugar donde ocurrieron masacres.

“Por culpa de la guerra esta es una canción que hice en los momentos más duros que tuvo el conflicto armado en mi pueblo:
 

Como me duele dejar mi linda tierra  

a donde viví yo mis mejores años  

me voy muy triste por culpa de la guerra  

a otro lugar donde seré un extraño 

muchos dirán que solo soy un cobarde  

otros quieren imitar mi decisión 

lloro muy triste cuando llega la tarde  

solo pensando como muere el amor  

 Coro  

Por qué la gente se odia  

si todos somos hermanos  

si Dios nos dejó la gloria  

por qué en el infierno andamos”. 

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Ana Paredes: cantar para resistir

Por: Gloria Melissa Ángel Pérez

Ana Paredes es la señora que compone las canciones para los niños del pueblo, la señora que aún pide y le canta a la Virgen de la Caracucha, aquella virgen que según ella cuenta, fue robada por una señora andrajosa para llevársela a Cartagena.  

Para llegar a la casa de Ana Paredes sólo hay que preguntar, algo común de las personas que habitan por estos pueblos, es conocida como la ‘’señora Ana Paredes’’, religiosa, nacida en el 60, y, ante todo, compositora para los niños de la acción comunal.  

Hay que abrir un portón de zinc y gritar en voz alta ‘’buenas’’ para que los perros avisen que entró alguien por la otra entrada de la casa, ahí se encuentra la señora Ana Paredes, cuando no está en la iglesia o en la casa de acción comunal, está en el patio cocinando a fogón de leña o componiendo para enseñar en la semana los versos para los niños del pueblo. ‘’Esto que pasó de la Violencia me ha llenado de valor’’, dice, que el conflicto le dejó la fortaleza.  

Atrás de Ana se pintaban hermosas plantas, regadas y sembradas por ella, tiene de todo tipo y cada una la llama por un nombre, para conversar entona una voz fuerte, muy segura de sí misma y de las respuestas en nuestra conversación.  

Es la mayor de sus hermanos, y se le mira con gran lamento en sus ojos, cuando recuerda la muerte de uno de ellos, murió en el 2001 justo después de la masacre de Chengue, ‘’fueron por los nervios’’, dijo, ‘’pero no hablemos de eso, ahora hay que mirar las cosas buenas’’ agregó.  

Ama escribir, y recita cada frase al son de los pájaros que se escuchan a lo lejos, cada lírica hace alusión al desplazamiento y a la paz; la señora Ana llegó a la ciudad buscando trabajo, y cuenta que no faltaba decir de donde era, para ser juzgada por ser desplazada, pero eso no la detuvo para dedicarse a las letras, en donde repite una y otra vez, que eso ya pasó y que ahora, debemos pensar de otra forma.  

‘’Con amigos y vecinos me tuve que desplazar,
huyéndole a la violencia, y ahora estoy en la ciudad
pásaba hambre como loco, no sabía que iba a hacer
animales y sembrados, los tuvimos que dejar,
el campesino infeliz, muerto de hambre y estropiado
ahora llega a la ciudad, le gritan: es desplazado’’

Su mayor refugio está en Dios, y en la Virgen de la Caracucha, a quienes también les compone cantos y versos. ‘’Yo solo le recitaré mis versos y las canciones, porque así es como superamos en comunidad y le enseñamos a la nueva generación’’, afirma.  

La señora Ana Paredes, la compositora de Don Gabriel y devota de la Virgen de la Caracucha, se ha refugiado estos últimos años en la lectura bíblica, en enseñar la palabra de Dios y en componer versos y canciones para la comunidad Montemariana, y así como siembra y riega las plantas, de esa manera, quiere cosechar cosas nuevas para que Don Gabriel y toda la región de Montes de María, sea recordada por la resistencia y por los versos de cada una de sus composiciones.  

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Semblanza: Entre los vientos que azotaron a la subregión de los Montes de María

Por: Gloria Melissa Ángel Pérez

Los Montes de María está ubicada en la parte central de los departamentos de Bolívar y Sucre en el Caribe colombiano, específicamente esta investigación está enfocada en tres partes: Chengue, Don Gabriel, que son corregimientos de Ovejas Sucre y Chalán municipio del Departamento de Sucre. 

Después de la salida de los españoles de nuestra etnia zenú quedó una tranquilidad inmarcesible donde apenas los monos, los Micos, el Mochuelo, la Pavas Congonas, cantaban al son silvestre de la naturaleza en los Montes de María, aves que inspiraron a nuestros trovadores Adolfo Pacheco y Andrés Landero, para inmortalizar sus cantos. Donde los campesinos vivían en un paraíso, cultivando sus tierras de hectáreas de Tabaco, Ñame, Plátanos, Yuca, fincas de Aguacates, que eran exportadas, para toda la costa del caribe colombiano y también para el exterior del país. 

En los atardeceres después de un largo día de trabajo se escuchaban en los ranchos y casas de bareques el son de unas Gaitas hembras y macho, y el repiquetear de viejos tambores de cueros amarrados con bejucos fuertes propios de la región Montemariana que servían para amarres de casas y cargas pesadas.  

Los abuelos y las abuelas que vivieron esa época, años 90, cuentan que todo era felicidad, jugando  a las escondidas, al trompo, a las bolitas de cristal, a la lleva, al fútbol con unas bolas de trapos, escalar las varas de premios en las fiestas patronales, las bandas de vientos formaban algarabías al ritmo de cumbias, fandangos y porros con velas encendidas como haciendo honores a la libertad, carreras de caballos, peleas de gallos, para las personas mayores que eran sus distracciones favoritas y escuchar rancheras de Pedro Infante y Antonio Aguilar.  

Solo la muerte natural en personas mayores los asustaba, los lastimaban, y los acongojaban, por la ida de ese ser querido que se despedía para siempre de su pueblo natal. 

Pero, a fínales de los años setenta pisaron otras botas, pisoteando las huellas de las abarcas de los campesinos de los Montes de María, la guerrilla del Ejército Popular de Liberación -EPL- el 7 de noviembre de 1985 llegan los primeros cinco guerrilleros de las fuerzas armadas Revolucionaria de Colombia –FARC-, a Bajo Grande, porque era la única zona de los Montes de María donde el Partido Comunista Colombiano – PCC tenían su asentamiento.  

Era una guerrilla que solo castigaba a los amigos de lo ajeno, como cuatreros, o aquellas personas que se revelaran contra ellos o que hacían cosas de mal gusto como pelearse con sus parejas, con un compañero, o si discutían en fiestas. Les daban un castigo, pero este castigo, era basado al servicio social, como barrer todo el pueblo, el parque, los arroyos y sembrar árboles. Después, esta guerrilla entregó sus armas a los 8 años de presencia en la zona. El Bloque Héroes de los Montes de María se desmovilizó el 14 de julio de 2005 con 594 miembros, entregó 364 armas, y hasta la fecha varios de sus hombres han participado en el proceso de Justicia y Paz. 

Sin embargo, enseguida entró las FARC con más fuerzas en el territorio y así comenzaron los hostigamientos con el ejército y la infantería de marina, quedando los pueblos en la mitad del conflicto, como espectadores de una película que no querían ver, por sus terribles contenidos de masacres y desapariciones forzosas, pero les tocaba acostumbrarse a vivir con una guerra que no les pertenecían, pero que igual, le tocaba pagar los platos rotos de un país de desigualdad. Y así empieza su vida apocalíptica con zozobras sin saber cuál sería su triste final, se apagaron las costumbres de las gaitas y tamboras, las amanecidas de un fandango sin fin, solo quedó plasmada la canción de Andrés Landero de la Pava Congona, porque aquella ave exótica desapareció de los Montes de María, por los combates permanentes y las balas de los helicópteros, los animales también pagaron un precio caro, por ser libres y vivir en las montañas.  Ya Joche no volvió a coger mochuelos en las montañas de los Montes de María, por miedo a perderse y no volver jamás… 

Pero eso era poco en los años de 1997, según los reportes de la Verdad Abierta (2010), surgió de forma oficial el paramilitarismo en los montes de María, como una alianza contraguerrillera liderada por finqueros, políticos y jefes paramilitares como Vicente Castaño y Salvatore Mancuso. 

Y comienzan a realizar las masacres hacia los campesinos, llamándolos colaboradores de la guerrilla, solo por estar en el medio, cultivando sus tierras, para sustentar a su familia, mientras que los propios insurgentes gozaban en otros lugares. Los campesinos son acribillados como marionetas, para mandarles, posibles   mensajes a los que a nadie les interesa.  

 Los pueblos convertidos en éxodos, dejando sola sus tierras sus casas, sus ranchos, sus arroyos, sus sueños… todo, para irse a lugares desconocido donde fueron mal vistos, pasando hambres, frio, tormentos, angustias en lugares desconocidos en esta sociedad incomprensible. 

Pero… “Después de un fuerte vendaval, lo que viene es la calma”, algunos campesinos regresaron  a sus tierras, llevando en alto sus resiliencias, volviendo a renacer, reinventándose una nueva vida, un nuevo amanecer, dejando a tras las reminiscencias de esa madrugada del 17 de enero, noche de la masacre en Chengue… como me dijo uno de sus habitantes respondiendo a mi entrevista “Somos los que quedamos, queríamos ser reconocidos de otra manera, pero fue los que nos tocó, ser reconocidos mundialmente a través de una masacre” … con una media sonrisa en su boca y mirando a la vez una bandera blanca que debajo tiene un epitafio de mármol con unas letras esculpida de color negro en  honor a las personas caídas… “hay que echa’ hacia delante y olvidar lo que pasó…. Darle las gracias a Dios, porque aún estamos vivos.”

 

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