Por: Gloria Melissa Ángel Pérez
Aunque tenía pocos minutos para la entrevista que tendríamos porque debía estar en la misa dominical en la Iglesia del pueblo, Adolfo Álvarez pudo conversar la noche anterior sobre sus vivencias en Chalán y, sobre el papel de la música que ha servido como remedio para la mayoría de los montemarianos, sobre todo, remedio para ‘’Adolfito’’, como suelen llamarle los amigos más cercanos del pueblo.
Adolfito tiene 51 años, nació en una finca por las zonas montañosas de Chalán en el año de 1970, exactamente en la finca de su padre que llevaba por nombre ‘’No hay como territorio’’ o ‘’Los Entablaos’’. Ahora vive en una casa colonial de tablas azules, y marcada por los años añejos de 1900, da vista a la plaza y a la iglesia del pueblo, plasmándose con altivez como en sus inicios de la colonia. Cuenta que su infancia fue feliz como cualquier otro niño humilde de pueblo, jugaba al trompo, a la lleva, y jugaba en las noches bajo la claridad de la luna nueva, estudió la primaria en la Escuela Mariscal Sucre de Varones y el bachillerato en la Institución Educativa de Chalán, destacando su amor por las artes.
Durante el conflicto armado, Adolfito ya escribía, dedicaba sus tardes a estudiar música, y a trabajar el campo, uno de los recuerdos que lo marcó durante la Violencia, fue el día del atentado del ‘’Burro-Bomba’’, cometido por las FARC-EP, la noche de marzo de 1996, en ese hecho murieron 11 integrantes de la Policía en un episodio en el que utilizaron 50 kilos de explosivos camuflados en una carga de plátanos que transportaba el animal.
Es un músico polifacético que emite el canto de las aves con su acordeón, lleva en su alma un DO-RE-MI-FA-SOL-LA-SI, que lo sensibiliza e inspira su corazón, a pesar de los momentos de angustia que dejó la guerra, siempre hizo resistencia para no dejarse vencer por la tristeza y por los miedos generados por el conflicto. La música ha sido su escape para superar los malos recuerdos, la tristeza, y los miedos, él la nombra como la “fuerza interior”.
Adolfito es profesor de música de la acción comunal de Chalán, enseña a los jóvenes a tocar instrumentos musicales y de vez en cuando, toca y canta en parrandas con su guitarra para la alegría de los montemarianos. “La fuerza la he encontrado en Dios, con mi familia, y por todo lo que hago por mi tierra” afirma.
Los domingos son sagrados para Adolfo, con el primer rayo de la mañana, sabe que debe prepararse para la misa dominical en el salón parroquial José Luis Cárdenas, el cual tiene por nombre como conmemoración al párroco asesinado el 17 de octubre de 2002 por el Frente 35 de las FARC. Adolfo es el cantante de la eucaristía, sana su corazón confiando en Dios, haciendo música y transmitiendo a la comunidad con su voz.
Las líricas y versos nacen desde la esperanza, desde el lamento, desde la tristeza y algunos, desde la alegría, es su forma de sanar las heridas de la guerra y de transmitir cosas positivas de esta tierra que, es más que un lugar donde ocurrieron masacres.