Por: Gloria Melissa Ángel Pérez
Cuando llegué a Chengue se encontraba un hombre sonriente, alto, con un pronunciante bigote y una camisa ya vieja, estampada con el nombre de un político de la región, estaba en frente de la tienda de la plaza, me acerco y de inmediato me estrecha su mano: ¿usted es periodista? Me dice, le respondo que sí, y le invito a que charlemos y que, si gusta, podríamos empezar con una entrevista. No lo dudó, así que se sentó en las afueras de una de las casas nuevas entregadas por el gobierno, y yo, junto con él.
Se trata de Eliezer Segundo López Oviedo, ‘’Segundo’’, porque es el primogénito de 8 hermanos, tiene 63 años y vive en una finquita por la zona montañosa a unos kilómetros de Chengue, en lo que pudo, estudió hasta la primaria, y dice con orgullo, que nació en la plaza del pueblo, sus padres aún viven, pero, no regresaron a su terruño por miedo.
El señor Eliezer cuenta con gran sentimiento que, durante su juventud, vivir en Chengue se sentía como estar en el paraíso, la economía se mantenía en el pueblo por la cosecha de aguacates y por los camiones que entraban para el comercio, podía bañarse en las tinas naturales de la montaña y caminar a los alrededores sin temor a encontrarse con uniformados de color verde, tanto que decía metafóricamente, sentirse libre como un pajarito.