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Por: Sophia Cortés Piñeros
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Ciudadela de Paz se ha convertido en un lugar de interés para personas del sector comercial. Ese es el caso de Eugenio Marín que llegó con la idea de una oportunidad de negocio.
Marín llegó al barrio pensando que el comercio del material podía ser próspero en este asentamiento donde siguen llegando personas que compran una parcela o arriendan una para construir su casa, sin tener, muchas veces, conocimiento del estatus de la situación del barrio. Hizo distintas gestiones y logró comprar una parcela para montar su ferretería y facilitarle a los nuevos habitantes los materiales necesarios para que construyeran sus casas.
Sin embargo, Eugenio no contaba con que sus planes no tendrían el resultado esperado. Ante las adversidades del terreno explica que no ha habido un avance positivo, “la verdad es que no me va muy bien, aquí padecemos de todos los servicios. Aparte de eso, no hay vías, incluso ahora con el invierno ni las motos entran”. Sin poseer acceso al barrio se ve obligado a almacenar su mercancía a las afueras y movilizarse en un motocarro cuando un cliente lo solicita.
El haber conseguido una alternativa para traer el material no cambia que las construcciones se han visto frenadas por el invierno que ha impactado fuertemente al barrio, a lo que se le suma que no es apto seguir con el trabajo “Hay muchos lotes que están empezados pero la gente no puede terminar, eso hace que a uno también le vaya mal en el comercio”, dice Eugenio con gesto de frustración.
No cuentan con la mayoría de servicios públicos básicos, y los que sí poseen han sido mediados por sí mismos. “Acá la luz la tenemos porque nosotros (la comunidad) hicimos una recolecta, compramos los postes y los cables. Por eso tenemos luz”. De hecho, la describe como una luz artesanal por el trabajo de mano de obra que los habitantes ejecutaron para acceder al servicio. Sin haber participado de la construcción de la red, la empresa que provee el servicio de energía, Electricaribe (actualmente Aire), cobra el servicio según los kilovatios consumidos. A pesar de la presencia de la empresa en el barrio, la comunidad no ha conseguido que realicen la normalización de las redes eléctricas.
El área laboral no es lo único que se ve afectado en la vida de Marín, sino también lo personal. Pese a estar casado, vive solo. Su esposa sufre de diabetes y le aterra pensar que surja alguna emergencia y no pueda llevarla a la clínica, porque las condiciones de las vías se lo impiden y no hay carreteras alternas. De la ferretería proviene su sustento, por eso se ven forzados a vivir separados.
“Ella es diabética, entonces me da miedo que este aquí en la noche conmigo y tenga que salir en una carrera con ella porque se le sube el azúcar”.
“Lo que hemos hecho es sobrevivir”. Esas son las palabras utilizadas por este residente de Ciudadela de Paz para expresar la situación que viven él y el gremio de comerciantes que ha llegado a la zona. La pandemia fue otro factor que se sumó a la lista de inconvenientes, por lo que muchos no podían ir a trabajar debido al cese de actividades laborales. Las ganancias han sido prácticamente nulas este año, lo que ha forzado a los comerciantes y a la comunidad a sustentarse desde sus propios ahorros, aunque en su mayoría no todos corren con la suerte de Eugenio de poder hacerlo.
Sin ayuda, sin atención o alguna mirada se sienten a la deriva. Su única opción es mantener la esperanza de que las cosas mejoren, y logren que su llamado sea atendido para obtener la legalización o ver que solución es factible.