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De un terreno inhabitable a un refugio para cientos de personas

Por: Gabriela Arraut

Lo que conocemos hoy como Ciudadela de Paz hace 28 años era un terreno, de aproximadamente 65 hectáreas, conocido como Montañas de Meza. Este lugar era utilizado por campesinos que trabajaban en la siembra de productos de pancoger como: maíz, yuca, fríjol, ahuyama y arroz.

¿Cómo este terreno utilizado por campesinos se convirtió en el refugio y hogar de cientos de personas? Todo comenzó a finales del año 2000 cuando el abogado Emilio Vargas Colina lideraba un proceso de vivienda con algunos habitantes del barrio vecino 'Los Ángeles'. El proceso consistió en reubicar varias familias que fueron víctimas de un desalojo por parte de las autoridades. En ese entonces, las familias afectadas realizaron una serie de protestas con el fin de reclamar al Gobierno refugio para poder sobrevivir. En este contexto, Vargas reunió a todas estas familias y las guió a lo que conocemos hoy como el barrio Ciudadela de Paz, en donde visualizó una nueva oportunidad de vivienda para las familias afectadas.

El 12 de febrero de 2001, unas 365 familias provenientes de diferentes ciudades del país, desplazadas por la violencia que experimentaban los colombianos en ese momento, no encontraron otra salida más que ingresar a este terreno. Entonces, se comenzó a poblar este asentamiento y prosiguieron con el descapote y limpieza del terreno, lo que permitió despejar el área de árboles y arbustos que obstaculizaban la construcción de sus viviendas para guarecerse.

El sustento de estas familias consistía en la venta del carbón de leña en la ciudad; la siembra de maíz, yuca y verduras; la cría de animales; entre otras actividades. Barrios vecinos al conocer el estado deplorable en que estaban estas familias, que carecían de todos los servicios públicos, se ofrecieron a colaborar con alimentos, ropa y agua potable. Esta última, ubicada a una distancia de 1.300 metros del lugar, debía ser recolectada por hombres, mujeres y hasta niños. Así lo confirma Ubaldo Palacios, uno de los habitantes del barrio, quien agrega que realizar esta caminata era la única forma de tener agua potable. La comunidad tenía que desplazarse bajo el inclemente sol. Sin embargo, esto no era suficiente para abastecer a todas las familias.

A razón de esta problemática, algunos de los líderes de la población, los días 16 y 28 de mayo del 2008, realizaron una protesta en la vía Circunvalar con la finalidad de hacer un llamado a los funcionarios públicos de la ciudad y se recibiera la ayuda esperada. Con la perseverancia de la comunidad, se logró establecer un acuerdo con la Alcaldía de Barranquilla y la empresa de acueducto y alcantarillado Triple A para conectar una manguera, que fue donada por la comunidad religiosa Hijas de Santa María de la Providencia. De esta manera, se consiguió que los habitantes del asentamiento tuvieran agua.

La comunidad religiosa cumplió un papel fundamental para todos los habitantes de este sector. Fundaron el Colegio Elisabeth Vassal, donaron 43 viviendas, entre otros aportes que han sido de gran ayuda para Ciudadela de Paz. Las hermanas se han destacado por el gran apoyo que brindaron y siguen entregando a la comunidad. Cada sábado levantaban el ánimo de los habitantes con su presencia, enseñanzas y consejos sobre la palabra de Dios. Otra figura que motivaba a la comunidad a seguir en pie fue la del padre Julio, sacerdote de la iglesia de Chiquinquirá, y el padre Sivilo quienes con sus enseñanzas y su apoyo incondicional lograban poco a poco animar a la comunidad a seguir avanzando.

Al principio la comunidad estaba dividida por grupos, cada uno de estos estaba compuesto por un número de familias y dirigido por un líder. Posteriormente, la comunidad se unifica, y es cuando el lugar es bautizado como Ciudadela de Paz.

En el año 2002, la Alcaldía Distrital de Barranquilla, bajo la administración de Humberto Caiaffa, realizó un programa de reubicación para las familias desplazadas ubicadas en este sector. El programa se llevó a cabo debido a que Ciudadela de Paz está en un terreno considerado no apto para vivir por su cercanía a las lagunas de oxidación de la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) El Pueblo de la empresa Triple A y la contaminación que generan.

El 90% de las familias ubicadas en el asentamiento fueron acogidas y reubicadas en el barrio que conocemos actualmente como Pinar del Río. Sin embargo, el otro 10%, unas 70 familias, entre campesinos y desplazados, se negaron a ser reubicados. Querían luchar por el buen crecimiento y desarrollo de este terreno que sembró un poco de esperanza en cada una de estas personas.

Aquellos que permanecieron iniciaron la planificación para lograr la legalización de estas tierras. La idea era liderada por Emilio Vargas Colina y líderes de la comunidad, entre ellos Álvaro Morelo. Sin embargo, este proyecto fue interrumpido por un hecho que afectó mucho a la comunidad. La historia de Ciudadela de Paz se vio manchada cuando fueron encarcelados, en el año 2003, los líderes del barrio Oscar Ruíz, Hower Camacho, Harold Varela, Álvaro Morelo y Nemeclo Yépez. Estas personas fueron privadas de su libertad por haber sido señalados del asesinato de cuatro líderes del barrio Pinar del Río.

En ese entonces el asentamiento subnormal vivió una serie de acontecimientos violentos que cambiaron su rumbo, el miedo se apoderó de cada uno de los habitantes por los continuos sucesos de agresividad que experimentaba la población. Esta serie de hechos brutales como lo fueron la desaparición forzosa de uno de los líderes de los campesinos del lugar, el asesinato de un trabajador del asentamiento y los asesinatos de los hermanos Vargas, uno de ellos era el abogado quien lideraba el proceso de la legalización de las tierras. Junto a estos acontecimientos se fue también la esperanza de los habitantes de Ciudadela de Paz de lograr progresar durante esos años.

La violencia que se vivía y el temor que producía causó la huída de muchos habitantes del asentamiento, mientras que otros aceptaron la reubicación de la Alcaldía de la ciudad. Los que se quedaron dormían todos en un solo lugar, y la seguridad con la que contaban era la que prestaban de noche los hombres de la comunidad.

Hoy por hoy, la comunidad cuenta con un estimado de 390 hogares, es decir, unas 1.739 personas. El asentamiento sigue expandiéndose y con él las necesidades humanitarias que desde un comienzo presentaba. Algunas casas cuentan con un servicio subnormal de energía. No hay servicio de alcantarillado, cuentan con los llamados pozos sépticos que actualmente están desbordados por el período de lluvias que azota la ciudad y han afectado la salud de los habitantes del lugar.

Ciudadela de Paz sigue escribiendo su historia a pesar de todas las problemáticas que presenta, con la esperanza de que llegue el día en que un nuevo capítulo cambie el rumbo de esta historia y con ella la vida de cientos de personas que anhelan una solución lo más pronto posible para mejorar su calidad de vida y la de sus familias.