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Ubaldo Palacios: el profe del barrio

Por: Sophia Cortés Piñeros

La docencia fue la razón por la que Ubaldo José Palacios conoció Ciudadela de Paz. A tan solo un año de su fundación llegó como docente, y a los pocos años se mudó en definitiva con su familia para seguir apoyando este barrio que se ganó su corazón.

El “profe” como le dicen cariñosamente los habitantes del sector fue Presidente de la Junta de Acción Comunal del barrio, de la que actualmente es miembro. Durante su tiempo en Ciudadela ha sido testigo del crecimiento y los procesos enfrentados por el barrio. En sus comienzos, el asentamiento fue formándose a partir de la llegada de desplazados y campesinos, “venían del sur de Bolívar, del Magdalena, del César, de Córdoba, venía gente hasta de Antioquia”, dice Ubaldo. Ciudadela de Paz no fue la única invasión urbana que se dio en esta localidad, sus barrios aledaños como Los Ángeles y El Pueblito también lo eran.

En principio no recibía ningún tipo de remuneración por su trabajo. Enseñaba a los niños “más bien por amor al arte”, dice el “profe”. La escuela tuvo el apoyo en su comienzo de distintos sacerdotes comprometidos con la comunidad desde el año 2001, también recibió ayuda de la organización Visión Mundial estos primeros años, incluso durante la administración del entonces alcalde Hoenigsberg (2004-2006) el Distrito intervino y estuvo fusionada con el colegio de Pinar del Río, pero con el tiempo este apoyo cesó. En el 2008 en la administración de Alejandro Char es tomada por la fundación Fe y Alegría, sin embargo, al año siguiente retira su apoyo. El Colegio Elisabeth Vassal actualmente es sostenido gracias a la ayuda de la fundación de la comunidad religiosa Hijas de Santa María de la Providencia, quienes donaron los materiales para su construcción y retomaron posteriormente su liderazgo en el 2009 al ser abandonada por las distintas entidades.

El covid-19 ha traído dificultades para mantener la educación de los niños del barrio. “Ahora en la pandemia difícilmente se pueden dar las clases virtuales porque los niños carecen de herramientas”, explica Ubaldo, a quien se le ocurrió elaborar unas cartillas, que contienen actividades para que sus alumnos puedan desarrollarlas en sus casas. Tareas que luego recibe a través del celular, y en la mayoría de casos debe ir a buscarlas a los domicilios de sus estudiantes.

“Ha sido una experiencia muy hermosa enseñarles a los niños de Ciudadela de Paz y verlos crecer”.

Palacios recuerda una época en la que la miseria era mayor. Hoy no poseen gas y alcantarillado, pero antes no había luz, ni tenían vías de acceso. “Parecía una selva”, no tenían ni siquiera agua. Para obtener agua se veían forzados a caminar 1 kilómetro en mula. Así, con un barril de cada lado, mujeres y hombres llegaban al barrio El Pueblito para pedir que les regalaran un poco de agua. Ante su necesidad, las Hijas de Santa María de la Providencia donaron una manguera que no pudo ponerse a funcionar de inmediato porque no poseían la aprobación de la Alcaldía. En el año 2009, cansados de tener que realizar el recorrido para tener acceso al agua, decidieron protestar con el fin de que la Alcaldía diera su aval. Luego de pararse en la vía Circunvalar y tapar la movilidad, la Administración Distrital concedió el permiso.

Los cambuches eran anteriormente el hogar de los habitantes de este asentamiento, con esfuerzo fueron construyendo y mejorando sus viviendas, algunas de madera, otras de plástico, otras de cemento, y se fueron consolidando. Ha sido un largo proceso y todo con sus propias manos. La comunidad inclusive construyó su propia red eléctrica para tener energía, aunque esta no se encuentra normalizada.

“Nosotros necesitamos ayuda de la Alcaldía, que vengan acá y digan, bueno, este sector de aquí para allá no se puede habitar y hay que reubicarlo”.

Ciudadela de Paz vive una emergencia sanitaria por no contar con alcantarillado. Ubaldo comenta “tenemos a favor que llevamos 20 años de estar viviendo acá, pero tenemos en contra que el Distrito no ha querido invertir aquí porque estamos ahí pegaditos a las lagunas de oxidación de la Triple A”. Desean que el Distrito ponga su mirada en el sector para tener respuesta. Con la falta de intervención de la autoridad distrital en el asentamiento ilegal “ha crecido el enano”, menciona. Las parcelas que limitan al lado con las lagunas de oxidación se han venido urbanizando porque no hay ningún ente que se los impida.

La comunidad no niega su ilegalidad o su cercanía a las lagunas de oxidación. Palacios expresa que “la gente que toca reubicarla, que la reubiquen” pero para ello se necesita atención, la cual no han conseguido a pesar de sus constantes solicitudes y derechos de petición a las distintas dependencias de la Alcaldía. La gran pregunta para la que no han tenido respuesta es: ¿por qué los barrios aledaños sí están legalizados, si poseen características similares y proximidad a la laguna?¿Qué los diferencia?

“Queremos tocarles el corazón a los funcionarios, a los entes gubernamentales y al Distrito. Que miren que van a hacer con nosotros acá porque somos aproximadamente unas 400 viviendas en el barrio y ya es hora de que volteen a mirar”.

“El profe” lleva 20 años luchando e intercediendo por la comunidad a través de todos los recursos legales que ha encontrado para hacerse visible ante los entes gubernamentales. Sigue sin comprender por qué si ellos también son barranquilleros no son tratados como tal, hasta los que no lo son, se han convertido en hijos adoptivos de la ciudad, pero hijos olvidados lastimosamente. No desean solamente ser sujetos de interés en tiempos de elecciones donde muchos les prometen pero una vez pasada las votaciones vuelven a ser ignorados.