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Por: Sophia Cortés Piñeros
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El 21 de noviembre de 2007, fue el día exacto en el que Luis Miguel Ricardo Gil Reyes, actual vicepresidente de la Junta de Acción Comunal del barrio, se sumó a la comunidad Ciudadela de Paz, de la que aún hasta hoy sigue haciendo parte. Proveniente de Antioquia, orientado por diferentes personas arribó a este barrio que prometían que era el lugar donde podrían vivir, luego de ser desplazados en su tierra natal. Luis y su esposa se acomodaron junto con sus 8 hijos pequeños en su nuevo hogar.
“Uno fuera de la tierra de uno tiene que acogerse a lo que sea”
Pasaron los años y el barrio creció cada vez más, y junto con él las necesidades y problemas que padecía. El asentamiento al ser ilegal no obtiene la atención requerida de parte de la Alcaldía por lo que Luis dice “siempre hemos tenido que recurrir a lo privado”. En estos momentos su necesidad más urgente es el alcantarillado, que en reemplazo utilizan pozos sépticos que con el invierno no dan abasto para contener el agua por lo que rebozan y producen la contaminación de las calles.
La preocupación de la comunidad se debe mayormente a la gran cantidad de niños que viven en el barrio y juegan al lado de estas aguas. Se han presentado casos en los que los niños sufren de rasquiñas, brotes y náuseas a raíz de la exposición a la contaminación. “Aquí se vive un ambiente muy precario”, resalta Gil y cuenta también que como vicepresidente ha estado en gestión de conseguir materiales para poder hacer algo al respecto pero el factor económico es un limitante sino se posee apoyo externo. La Oficina de Participación Ciudadana les ha prestado la ayuda que desde su dependencia han podido otorgar, sin embargo, es necesario la intervención de distintas secretarías y oficinas que tengan injerencia directa en su situación de vida e ilegalidad.
“Nos dicen: el problema de ustedes es que son ilegales. Y nosotros ahí no podemos hacer nada”
Su prioridad, además del alcantarillado, es lograr que la legalización de Ciudadela de Paz sea viable. “Si hablas con otras personas de la comunidad te van a decir lo mismo” su meta es conseguir el reconocimiento del territorio, a pesar de las dificultades en las que se encuentran. Luis Miguel es consciente de la proximidad a las lagunas de oxidación por lo que él mismo menciona que están aproximadamente a unos 700 metros del barrio, a excepción de las viviendas de personas que han llegado recientemente y han construido a unos 200 metros de proximidad haciendo caso omiso de las advertencias. Este hecho apoya la posición de la Secretaría de Planeación y su respuesta negativa a las solicitudes presentadas.
Los habitantes de Ciudadela de Paz desean poder tener clara su situación, “hemos venido analizando porque si miramos al barrio Los Ángeles en comparación, nosotros estamos más retirados” esto es lo que hace que a pesar de saber sus condiciones tengan la esperanza de obtener la legalización. Gil cuenta que en Los Ángeles se presentaban problemas similares, para ellos es normal que en cualquier lugar que se comience se presenten inconvenientes, tal como en Ciudadela.
“Luchamos por una vivienda digna”
No se trata solo acerca del reconocimiento sino de lo que esto conlleva, poder acceder al derecho de una vivienda digna, “hasta ahora no puede ser digna porque tenemos el problema de que somos ilegales”, dice Luis Miguel. Tienen miedo de una reubicación aunque saben que es una posibilidad, una a la cual le temen. Sobre todo porque significa una reducción del espacio, espacio el cual necesitan familias como las de Luis en las que son más de diez personas.
“Con todo lo que sufrimos nos sentimos bien porque al menos estamos debajo de un techo. ¿Que somos ilegales? Bueno ya ahí llegará el tiempo o Dios, y las partes ya lo dirán”, sus palabras son las de los habitantes más que las de él. Su espera lleva ya 20 años, aunque con algunos avances no los suficientes para vivir dignamente.